Pasan los años, y otro gobierno peronista, homenajea a quienes atacaron al Gobierno encabezado por El Lider, mediante el uso del terrorismo y de las armas, con pretensión de derribarlo …Es el caso de Reinaldo Roldán y Héctor Antelo, “citados en el relato de ese episodio que hacen Eduardo Anguita y Martín Caparrós en la página 417 del tomo 3 del libro La Voluntad.” Lo que no entendemos bien es qué motiva se considere que atacar a una unidad del Ejército Argentino, durante un gobierno constitucional, ipso facto otorga a los sanguinarios atacantes el títulos de defensores de los ideales de justicia y de equidad. Creemos que habría que revisar el concepto de justicia y equidad que los terroristas defienden. Lo que no hace mas que darnos la razón cuando expresamos que esta gente lo que menos tiene, es peronismo en sus venas. Tenía razón el general.
Recuerda la publicación que los Montoneros siguieron con un pie en la clandestinidad, hasta que el 6 de septiembre de 1974, durante el gobierno constitucional de esa época, retomaron la lucha armada. Se justificaron, en parte, sugiriendo que Perón había dado el visto bueno para la formación de la Triple A. Ignoro si fue así o no, pero lo que no ignoro es que un grupo de forajidos, de terroristas, que en la actualidad pretenden que se los reconozca como beneméritos de la Patria, traicionaron a su país y atacaron a las fuerzas legales, pretendiendo derribar al gobierno del general Juan Domingo Perón, es decir al presidente constitucional.
Estos sediciosos, intentan confundir a la masa del pueblo, ocultando que ellos estaban procediendo, así por la sencilla razón de que al no poder competir con el peronismo optaron por ingresar disfrazados a ese Movimiento. Estaban haciendo mérito suficiente como para representar ante el general Perón que su proceder, tenía como fin defender, hasta con las armas, a su gobierno constitucional. Me pregunto: ¿Quién los llamó?
Si asistiera razón a estos forajidos, el mismo general, no los hubiera expulsado de la Plaza de Mayo. Tampoco los hubiera criticado como lo hizo. Siguen siendo bandidos, tanto en esa época, como en la actualidad. Siguen siendo lobos, aunque se coloquen encima una piel de oveja. No dudo que el mismo general ya los había calado en cuanto a su catadura moral. Salvo que estos ingenuos, revolucionarios de cartón, hayan creído que Perón no estaba en sus cabales, fundamento que esgrimían para proceder contrariando sus expresas directivas. Algunos se referían a él en forma despectiva, como un “reformista” y no un verdadero revolucionario.
Surge de los propios dichos de Perón, que para esa época existía una situación bélica, una guerra no declarada, que había sido iniciada muchos años antes de su regreso a su Patria. Advirtió oportunamente a los terroristas, para que cesaran en su accionar subversivo, no fue oído. Creemos que tales advertencias fueron contestadas con las críticas emanadas tanto del campo marxista como de su propio Movimiento, donde minúsculos grupúsculos de activos dirigentes marxistas, habían ingresado trasvestidos de manera tal de poder actuar en la clandestinidad, en el Movimiento Justicialista.
Recuerda la publicación que los Montoneros siguieron con un pie en la clandestinidad, hasta que el 6 de septiembre de 1974, durante el gobierno constitucional de esa época, retomaron la lucha armada. Se justificaron, en parte, sugiriendo que Perón había dado el visto bueno para la formación de la Triple A. Ignoro si fue así o no, pero lo que no ignoro es que un grupo de forajidos, de terroristas, que en la actualidad pretenden que se los reconozca como beneméritos de la Patria, traicionaron a su país y atacaron a las fuerzas legales, pretendiendo derribar al gobierno del general Juan Domingo Perón, es decir al presidente constitucional.
Estos sediciosos, intentan confundir a la masa del pueblo, ocultando que ellos estaban procediendo, así por la sencilla razón de que al no poder competir con el peronismo optaron por ingresar disfrazados a ese Movimiento. Estaban haciendo mérito suficiente como para representar ante el general Perón que su proceder, tenía como fin defender, hasta con las armas, a su gobierno constitucional. Me pregunto: ¿Quién los llamó?
Si asistiera razón a estos forajidos, el mismo general, no los hubiera expulsado de la Plaza de Mayo. Tampoco los hubiera criticado como lo hizo. Siguen siendo bandidos, tanto en esa época, como en la actualidad. Siguen siendo lobos, aunque se coloquen encima una piel de oveja. No dudo que el mismo general ya los había calado en cuanto a su catadura moral. Salvo que estos ingenuos, revolucionarios de cartón, hayan creído que Perón no estaba en sus cabales, fundamento que esgrimían para proceder contrariando sus expresas directivas. Algunos se referían a él en forma despectiva, como un “reformista” y no un verdadero revolucionario.
Surge de los propios dichos de Perón, que para esa época existía una situación bélica, una guerra no declarada, que había sido iniciada muchos años antes de su regreso a su Patria. Advirtió oportunamente a los terroristas, para que cesaran en su accionar subversivo, no fue oído. Creemos que tales advertencias fueron contestadas con las críticas emanadas tanto del campo marxista como de su propio Movimiento, donde minúsculos grupúsculos de activos dirigentes marxistas, habían ingresado trasvestidos de manera tal de poder actuar en la clandestinidad, en el Movimiento Justicialista.