Juan José Gómez Centurión
Continuando con el propósito de esclarecer la
comprensión del evento militar, concretado en la Argentina el 24 de marzo de
1976, no podemos dejar de volver a repasar, los detalles que surgen de lo
resuelto en la “Declaración General de la Primera Conferencia Latinoamericana
de Solidaridad – OLAS. (1967). La Conferencia referida se reunió en La Habana, Cuba
en ese entonces capital del terrorismo internacional, desde el 31 de julio al
10 de agosto de 1967, presidida por Fidel Castro y con la concurrencia de
distintas delegaciones, entre ellas la argentina.
En su parte pertinente, la declaración señala algo
que generalmente es dejado de lado, no sin fundamento ya que es evidente que,
pasados los años, se quiere tender un manto de silencio sobre el propósito
comunista de Fidel de expandir su Revolución por toda Latinoamérica. Lo que es
discutido y negado pertinazmente, contemporáneamente, a fin de favorecer los
intereses de las nuevas guerrillas actuantes en el mismo sitio geográfico, en
general, en complicidad con el narcoterrorismo internacional, el tráfico de
armas y el lavado de dinero. O sea se mantienen los fines, pero en forma más light.
Señala el pronunciamiento que citamos
precedentemente que, “La Conferencia constituye un
luminoso jalón en la lucha revolucionaria que libran en las montañas y en las
ciudades los pueblos de nuestro continente por su definitiva y total liberación
nacional y social. Por primera vez en la historia de América Latina, se
congregan los representantes genuinos de sus masas explotadas, hambreadas y oprimidas
para discutir, organizar e impulsar la solidaridad revolucionaria, intercambiar
sus experiencias, unificar sus acciones sobre una firme base ideológica y a la
luz de las enseñanzas de su pasado revolucionario y de las condiciones
presentes, enfrentarse los pueblos a la estrategia global contrarrevolucionario
del imperialismo y las oligarquías nacionales.”
“El
objetivo central de la Conferencia ha sido, en suma, estrechar los lazos de la
solidaridad militante entre los combatientes antimperialistas de América Latina
y elaborar las líneas fundamentales para el desarrollo de la revolución
continental. Esta magna reunión ha abierto posibilidades de una amplia y
profunda discusión sobre viejos problemas de estrategia y táctica
revolucionarias así como un intercambio de opiniones en relación con el papel
de las diferentes clases y capas sociales en el actual proceso histórico del
continente. El intercambio de opiniones, la elaboración de línea común y la
creación de un organismo permanente de solidaridad constituye un paso
importante de aliento y de impulso a la lucha revolucionaria en América Latina.
La lucha revolucionaria armada triunfante en Cuba y ya iniciada en Venezuela,
Colombia, Guatemala y Bolivia no terminará hasta destruir el aparato
burocrático y militar de la burguesía y de los terratenientes e instaurar un
poder revolucionario del pueblo trabajador enfrentado, parejamente, a la
contrarrevolución interna y a la intervención yanqui y segar implacablemente
las raíces de la dominación imperialista.” (…)
“El triunfo y
consolidación de la Revolución
Cubana puso de manifiesto que la insurrección armada es el verdadero camino
para la toma del poder por el pueblo trabajador,
y a la vez, que los ejércitos
profesionales pueden ser destruidos,
las oligarquías vencidas, el imperialismo
yanqui derrotado y el socialismo como
vía nacional de desarrollo establecido y avanzar, desarrollarse y fortalecerse no obstante el bloqueo económico, la subversión, la
agresión, el chantaje, el hostigamiento, la presión y la contrarrevolución. (…)”
“Las condiciones
revolucionarias existentes en la
mayoría de los países de América Latina son similares a las prevalecientes en
Rusia y en China en los años anteriores a la revolución. Estas condiciones están vigentes también en otros
países subdesarrollados de África y Asia, continentes que con América Latina
forman parte de una misma corriente histórica antimperialista.” (…)
“Las enseñanzas de la
Revolución Cubana y las experiencias
acumuladas por el movimiento revolucionario
en los últimos años en el mundo y la presencia en Bolivia, Venezuela, Colombia y Guatemala de un creciente movimiento
revolucionario armado, demuestran que la
guerra de guerrillas, como genuina expresión de la lucha armada popular, es el método más eficaz y la forma más adecuada para librar y desarrollar la guerra revolucionaria en la mayoría de nuestros
países y consiguientemente en
escala continental.
(…)”
“PROCLAMAMOS:
1. Que constituye un derecho y un deber de los pueblos de América Latina hacer la revolución. (…) 4. Que los principios del marxismo leninismo orientan al movimiento revolucionario de América Latina. 5. Que la lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la Revolución en América Latina.
6. Que todas las demás formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo de la línea fundamental que es la lucha armada.7. Que para la mayoría de los países del continente el problema de organizar, iniciar, desarrollar y culminar la lucha armada constituye hoy la tarea inmediata y fundamental del movimiento revolucionario.
8. Que aquellos países en que esta tarea no está planteada de modo inmediato de todas formas han de considerarla como una perspectiva inevitable en el desarrollo de la lucha revolucionaria en su país. 9. Que a los pueblos de cada país y a sus vanguardias revolucionarias corresponderá la responsabilidad histórica de echar hacia adelante la revolución en cada uno de ellos. 10. Que la guerrilla como embrión de los ejércitos de liberación, constituye el método más eficaz para iniciar y desarrollar la lucha revolucionaria en la gran mayoría de nuestros países.
11. Que la dirección de la revolución exige como un principio organizativo la existencia del mando unificado político y militar como garantía para su éxito.
12. Que la solidaridad más efectiva que pueden prestarse los movimientos revolucionarios, entre sí, la constituye el desarrollo y culminación de la propia lucha en el seno de cada país.
13. Que la solidaridad con Cuba y la colaboración y cooperación con el movimiento revolucionario en armas constituyen un deber insoslayable de tipo internacional de todas las organizaciones antimperialistas del continente.
14. Que la Revolución Cubana como símbolo del triunfo del movimiento revolucionario armado y los países donde se llevan a cabo las acciones revolucionarias armadas, constituyen la vanguardia del movimiento antimperialista latinoamericano.
15. Que los pueblos directamente colonizados por las metrópolis europeas en su camino para la liberación tienen como objetivo inmediato y fundamental, el luchar por la independencia y mantenerse vinculados a la lucha general del continente como única forma de evitar ser absorbidos por el neocolonialismo norteamericano.
16. Que la Segunda Declaración de La Habana, recogiendo la hermosa y gloriosa tradición revolucionaria de los últimos 150 años de la historia de América, constituye un documento programático de la Revolución Latinoamericana que los pueblos de este continente durante los últimos cinco años han confirmado, profundizado, enriquecido y radicalizado.
17. Que los pueblos de América Latina no tienen antagonismos con ningún otro pueblo del mundo y le extienden su mano fraternal al propio pueblo de los Estados Unidos, al que exhorta a luchar contra la política represiva de los monopolios imperialistas.
18. Que la lucha en América Latina estrecha sus vínculos de solidaridad con los pueblos de Asia y África y de los países socialistas y progresistas, los trabajadores de los países capitalistas y, en especial, con la población negra de los Estados Unidos que sufre a la vez la explotación de clase, la miseria, desempleo, la discriminación racial y la negación de los más elementales derechos humanos y constituye una importante fuerza a considerar en el contexto de la lucha revolucionaria. 19. Que la lucha heroica del pueblo de Vietnam presta a todos los pueblos revolucionarios que combaten al imperialismo, una inestimable ayuda y constituye un ejemplo inspirador a los pueblos de América Latina. 20. Que hemos aprobado los Estatutos y creado el Comité Permanente con sede en La Habana, de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, la que constituye la genuina representación de los pueblos de América Latina.
6. Que todas las demás formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo de la línea fundamental que es la lucha armada.7. Que para la mayoría de los países del continente el problema de organizar, iniciar, desarrollar y culminar la lucha armada constituye hoy la tarea inmediata y fundamental del movimiento revolucionario.
8. Que aquellos países en que esta tarea no está planteada de modo inmediato de todas formas han de considerarla como una perspectiva inevitable en el desarrollo de la lucha revolucionaria en su país. 9. Que a los pueblos de cada país y a sus vanguardias revolucionarias corresponderá la responsabilidad histórica de echar hacia adelante la revolución en cada uno de ellos. 10. Que la guerrilla como embrión de los ejércitos de liberación, constituye el método más eficaz para iniciar y desarrollar la lucha revolucionaria en la gran mayoría de nuestros países.
11. Que la dirección de la revolución exige como un principio organizativo la existencia del mando unificado político y militar como garantía para su éxito.
12. Que la solidaridad más efectiva que pueden prestarse los movimientos revolucionarios, entre sí, la constituye el desarrollo y culminación de la propia lucha en el seno de cada país.
13. Que la solidaridad con Cuba y la colaboración y cooperación con el movimiento revolucionario en armas constituyen un deber insoslayable de tipo internacional de todas las organizaciones antimperialistas del continente.
14. Que la Revolución Cubana como símbolo del triunfo del movimiento revolucionario armado y los países donde se llevan a cabo las acciones revolucionarias armadas, constituyen la vanguardia del movimiento antimperialista latinoamericano.
15. Que los pueblos directamente colonizados por las metrópolis europeas en su camino para la liberación tienen como objetivo inmediato y fundamental, el luchar por la independencia y mantenerse vinculados a la lucha general del continente como única forma de evitar ser absorbidos por el neocolonialismo norteamericano.
16. Que la Segunda Declaración de La Habana, recogiendo la hermosa y gloriosa tradición revolucionaria de los últimos 150 años de la historia de América, constituye un documento programático de la Revolución Latinoamericana que los pueblos de este continente durante los últimos cinco años han confirmado, profundizado, enriquecido y radicalizado.
17. Que los pueblos de América Latina no tienen antagonismos con ningún otro pueblo del mundo y le extienden su mano fraternal al propio pueblo de los Estados Unidos, al que exhorta a luchar contra la política represiva de los monopolios imperialistas.
18. Que la lucha en América Latina estrecha sus vínculos de solidaridad con los pueblos de Asia y África y de los países socialistas y progresistas, los trabajadores de los países capitalistas y, en especial, con la población negra de los Estados Unidos que sufre a la vez la explotación de clase, la miseria, desempleo, la discriminación racial y la negación de los más elementales derechos humanos y constituye una importante fuerza a considerar en el contexto de la lucha revolucionaria. 19. Que la lucha heroica del pueblo de Vietnam presta a todos los pueblos revolucionarios que combaten al imperialismo, una inestimable ayuda y constituye un ejemplo inspirador a los pueblos de América Latina. 20. Que hemos aprobado los Estatutos y creado el Comité Permanente con sede en La Habana, de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, la que constituye la genuina representación de los pueblos de América Latina.
NOSOTROS, revolucionarios de nuestra
América, la América al sur del Río Grande, sucesores de los hombres que nos
dieron la primera independencia, armados de una voluntad inquebrantable de
luchar y de una orientación revolucionaria y científica y sin más que perder
que las cadenas que nos oprimen.
AFIRMAMOS:
Que
nuestra lucha constituye un aporte decisivo a la lucha histórica de la
humanidad por librarse de la esclavitud y de la explotación.”
“EL DEBER DE TODO REVOLUCIONARIO ES HACER
LA REVOLUCION”!
Esta
suerte de declaración de principios, entre los que se incluye acudir a las
armas, en caso necesario, conmueve y tritura la negativa que ha receptado la
justicia argentina, en cuanta ocasión se le ha presentado ante sus estrados, en
cuanto negó que los integrantes de las formaciones subversivas actuantes en
nuestro país, haya tenido contacto o lazos con otros movimientos similares de
Latinoamérica. De allí que las distintas manifestaciones de la clase política
de ese entonces, se muestran contestes en expresar que no existía otra solución
que el golpe de Estado, para frenar la anarquía existente.
Si hubo
sistematización o no en ese funesto episodio, no podemos ni negarlo ni
sostenerlo, pero lo que si estamos en condiciones de afirmar es que estaba
aplicándose en la Argentina lo resuelto en la Conferencia OLAS. O sea que el
terrorismo subversivo no obraba por su cuenta, sino bajo el amparo de Cuba, que
es decir de Fidel Castro, quien a su vez obedecía a la Unión Soviética. Esta
suerte de lealtades obedeció, sin ninguna duda a la planificación antes
aludida. No es de extrañar que, a su vez, los revoltosos haya acudido a similar
metodología, a fin contrarrestar tales actividades, sin duda alguna violatorias
de la soberanía nacional. Por cierto que nadie ha expresado su taxativo repudio,
a la intromisión de terceros países, en los asuntos internos de nuestro país. Diversos
ciudadanos que han intervenido en estas bastardas maniobras, ocuparon u ocupan
cargos de jerarquía, en distintos gobiernos constitucionales en este país. Y a
nadie se le ocurrió expulsarlos con el cargo de haber traicionado a la Patria o
el haberse vendido al enemigo de la Nación. Quienes atacaron a sangre y fuego,
quienes se alzaron contra diversos gobiernos constitucionales, matando, lesionando
gravemente, colocando bombas de alto poder, secuestrando, etc. no tienen
vergüenza en sentirse orgullosos de su pasado. El sistema, los defiende si alguien
se atreviera a poner en duda su verdad, la verdad que ellos inventaron.
En
cambio, el mismo sistema, cuando algún ciudadano se atreve a poner en duda sus
relatos fantasiosos, castiga en forma miserable al “atrevido”. No podemos
contentarnos con decir: “Así se escribe la historia”. Valgan estas últimas
expresiones como gratitud a un héroe de Malvinas, que nos hizo despertar de
nuestro letargo y que pareciera que, como sostenía Sócrates, estuviera diciendo:
“Dios me puso sobre vuestra ciudad como un tábano sobre un noble caballo, para
picarlo y mantenerlo despierto”. La contracara de la moneda es el gesto de cobardía
moral en que se ha incurrido, atacando a quien dijo la verdad. Es de esperar
que no finalice el episodio como desearían los cobardes que secundan a
funcionarios jerarquizados: “Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, la
razón es de los malos, cuando son más que los buenos.”.
Por
último me dirijo a Mauricio, como le llamamos a nuestro Primer Magistrado:
Actúa como un hombre de honor, no oigas cantos de sirena, investiga los motivos
de los ataques furibundos de quien se encarga de investigar a los malos. No caigas
en el error de oír a los falsos, a los traidores, oye cada tanto a los que te votamos…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario