viernes, abril 13, 2007

Capítulo 98 - Escasa Repercusión de los Dichos del Exguerrillero Oscar del Barco.

(continuación)
El citado fue quien involucró a muchísimos compañeros, intelectuales todos, en el apoyo al proyecto del “Che” Guevara, cuya finalidad era derribar al gobierno de turno, sea constitucional o no. Se apoyaban en el conocido revolucionario italiano Antonio Gramsci, el prisionero de Benito Mussolini, autor de la “Voluntad Revolucionaria” quien sostenía que “una revolución no se hace sola, hace falta una voluntad para hacerla”. Sintetizaba de tal forma lo que se denominó “la teoría del foco”. Pasadas unas décadas, tales frases que sirvieron de apoyatura para su accionar, no conservan la vigencia que antes tuvieron.

Se encarga su mentor, Oscar del Barco, de reseñar que “(...) Ningún justificativo nos vuelve inocentes. No hay ‘causas’ ni ‘ideales’ que sirvan para eximirnos de culpa. Se trata, por lo tanto, de asumir ese acto esencialmente irredimible, la responsabilidad inaudita de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano. Responsabilidad ante los seres queridos, responsabilidad ante los otros hombres, responsabilidad sin sentido y sin concepto ante lo que, titubeantes, podríamos llamar ‘absolutamente otro’. Más allá de todo y de todos, incluso hasta de un posible Dios, hay el No Matarás. (…) Este reconocimiento me lleva a plantear otras consecuencias que no son menos graves: reconocer que todos los que, de alguna manera, simpatizamos o participamos, directa o indirectamente, en el movimiento Montoneros, en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), en la FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) o en cualquier otra organización armada, somos responsables de sus acciones.

Repito, no existe ningún ‘ideal’ que justifique la muerte de un hombre, ya sea del general Aramburu, de un militante o de un policía. …”.

Tales afirmaciones, la racionalidad de ellas, no fueron compartidas por todos los que participaron en la lucha armada. Prosigue afirmando, en una entrevista periodística del Barco “Siempre los asesinos, tanto de un lado como del otro, se declaran justos, buenos y salvadores. Pero si no se debe matar, y se mata, el que mata es un asesino, el que participa es un asesino, el que apoya, aunque sólo sea con su simpatía, es un asesino. Y mientras no asumamos la responsabilidad de reconocer el crimen, el crimen sigue vigente”.

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