lunes, setiembre 13, 2010

Capítulo 331 - El comunismo intentó justificar sus tropelías contra la democracia


Se interroga el distinguido historiador español D. Pío. Moa: "¿Por qué han tenido tanto éxito esas mitificaciones propagandísticas? Ante todo porque corroboran otro mito más fundamental, generador de todos los demás: que la guerra civil consistió en la lucha entre la democracia y el fascismo, entre el progreso y la reacción, entre la libertad y el oscurantismo. De ahí que los crímenes del Frente Popular tiendan a disculparse o minimizarse como simples excesos ocasionales, mientras que al bando contrario pueden achacársele sin remordimiento todos los crímenes, reales o inventados.
Actitud que se ha repetido, en la Argentina, a pesar de los años transcurridos. En nuestro país es conocida la calificación que repite hasta el hartazgo, el oficialismo, cuando al referirse a los sanguinarios subversivos, los cataloga como "jóvenes idealistas". Esta denominación no engaña al menos avisado. Nadie, absolutamente nadie creé a pie juntillas, las mentiras tendientes a disculparlos o a minimisar sus excesos y su conducta vesánica. Es absurdo pretender que la sociedad se trague la afirmación de que, poco menos, iban al combate con comunión previa y rezando el Rosario.
Las maniobras ropagandísticas de esa época, antes, durante y después de la Guerra Civil, tiene como efecto actual la justificación de las tropelías contra la democracia surgida de la transición –es decir, del franquismo–. Y sin embargo es ese mito generador el más endeble de todos. Surge el interrogante sobre qué motiva la persistente referencia a lo sucedido durante la Guerra Civil de España. Muy sencillo, los episodios que recrudecieron al inicio de la década del 30 en España, no son mas que eslabones que posiblemente, aislados, no nos permite apreciar en toda su dimensión un fenómeno que estaba ocurriendo en el Mundo para esa época. En efecto, quien aprecie a la distancia del tiempo, que lo ocurrido en ese país, no tiene absolutamente nada que ver, con lo que durante la década del 70 ocurrió en Latinoamérica en general y en Argentina en particular, puede ser tildado justificadamente de ignorante o de ingénuo.
Una visión objetiva de los eventos sucedidos allí en ese particular escenario, nos permite establecer que se ha intentado por parte del comunismo, derribar a todo gobierno que no responda a los intereses de la central de Moscú. La circunstancia de que España no haya caído en manos de los comunistas, se debe al triunfo mal o bien, del generalísimo Francisco Franco. Con todos sus defectos y con todas sus virtudes.
No creo que esté demás recordar a los lectores que los sucesos habidos allí, en territorio español, estuvieron interesadamente rodeados de un halo romántico, que ocultaba la verdad de lo acontecido. Nos dijeron en nuestra niñez que la lucha se libraba entre las fuerzas de la democracia y las del totalitarismo.
Como es de práctica en ellos, los comunistas han tratado por todos los medios, de ocultar que se habían cometido delitos de lesa humanidad en el territorio bajo jurisdicción del gobierno de la II República. Se acudió a lo podríamos denominar ajuricidad en la forma de presentar los hechos, de manera tal que en forma automática, una vez enterada la opinión pública de su versión, de la " historia oficial", automáticamente se inclinará por defender a los que considera defensores de la democracia. A su vez simétricamente la sociedad sentirá repulsa por quienes se alzaron contra sus gobernantes. En la Argentina y en los otros países, donde los partidarios de esta sanguinaria ideología, conspiraron para hacerse del Poder, apelaron a este subterfugio con el propósito de lograr la adhesión de otros sectores mas tibios. Es así que se exponen ante la opinión pública, como defensores de la democracia y, sutilmente, emplean también un término que han consagrado, "Derechos Humanos". Estos grupos sin sentimiento humanitario alguno, apelan cínicamente a los mas nobles sentimientos de la sociedad. Con éxito, debemos reconocerlo. Inocultablemente, no pueden simular lo que en el fondo intentan en la sociedad. A tal fin, tienen presente las palabras de Antonio Gramsci quien expresó oportunamente que "cualquier movimiento revolucionario si quiere serlo realmente, tiene que ser precedido por una profunda reforma intelectual y moral, por una transformación radical de la conciencia de las gentes. La hegemonía es una reforma de la conciencia de los agentes sociales." Por lo tanto, la reforma social se constituye para Gramsci en el proceso de emancipación política, moral y cultural de las clases subalternas.
No se hace mención, por lo general se oculta, que en España, los socialistas se declararon en pie de guerra, contra el democrático gobierno de España, surgido de las elecciones libres realizadas en 1933. Observando idéntica conducta, y en alianza con los comunistas y los anarquistas, en octubre de 1934, es decir al año siguiente de ellas, se produce un alzamiento intentando derribar al legítimo gobierno de la democracia. Nadie conoce esta rebelión, sofocada por cierto por el gobierno de esa época. Curiosamente, debemos señalar que uno de los principales jefes militares, de la fuerzas leales a la II República destinadas a aplastar a los sublevados en armas contra el gobierno, fué el general Francisco Franco, quien fuera mas tarde dictador de España. Nadie condena ni condenó a quienes instigaron el golpe de Estado referido. Ningún organismo internacional condenó a estos grupos. Ni para esa época ni luego a lo largo de los años. Los partidos citados, durante el conflicto permanecieron unidos, a pesar de que eran inconciliables entre sí. Al punto que se produjeron dos conflictos, lo que llaman "dos pequeñas guerras" entre los socialistas, los comunistas y los anarquistas. Los eventos armados citados, produjeron detenciones ilegítimas, torturas y asesinatos, en mayo de 1937 en Barcelona y en marzo de 1939 en Madrid, casi a la finalización de la guerra civil. Ya el bando de los denominados republicanos, lo eran sólo de nombre, ya que quienes lo integraban, no se llamaban así ni usaban tal denominación. Era lo que podríamos llamar ahora una suerte de rejuntado de diversas facciones, anárquicas entre sí. Si remotamente algo unía sus fuerzas, aunque parezca mentira, era su admiración por el dictador José Stalin, considerado un defensor de la "democracia". Nada se dice que Franco decidió permanecer independiente a las presiones que recibía, tanto por parte de los aliados como de las potencias europeas del Eje. Lo que se puso de relieve en la conocida crisis de Munich, en septiembre de 1938, ya que en esa ocasión declaró su intención de hacer lo necesario para que España permaneciera neutral en un eventual conflicto entre la democracias y los partidarios nazifascistas. La decisión del generalísimo, causó indignación tanto en Berlín como en Roma.
En cambio, la autoridad de José Stalin sobre los integrantes del Frente Popular fue dable apreciarla conforme lo sucedido en esa época. El conocido como "Lenín Español" o sea Largo Caballero, los catalanes y los anarquistas fueron barridos del mismo, por orden de Moscú. Quien en cambio quedó en el poder fue el líder socialista Negrín, ligado al comunista moscovita, por el envío de las reservas de oro del Estado español, a Rusia. Se reveló en estudios reralizados, que el partido comunista de España obró como agente del dictador José Stalin, lo que reconoció en toda oportunidad y sintiéndose orgulloso de haber procedido de esa forma.
La versión que se conoció a lo largo de los años, pasa por alto, entre otras, las circunstancias citadas anteriormente. Acreditándose, sin duda, a los comunistas la posibilidad de la persistencia de tal falsedad.Constituyendo ella uno de los logros propagandísticos mas notables del siglo XX.
Como señala Pío Moa la democracia no fue un valor en juego en la Guerra Civil " ( ...) pues las convulsiones republicanas habían hecho perder la fe en ella a casi todo el mundo. Los nacionales tampoco lucharon por la democracia, sino por la idea más básica de la unidad de España y la religión frente a los exterminadores de esta. Fue una contienda entre la tendencia autoritaria y unitaria de los nacionales, y la totalitaria y disgregadora de los que entonces se llamaban a sí mismos "rojos" o –con plena falsedad– "republicanos". (Art.de Pío Moa de Libertad Digital)

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