jueves, setiembre 16, 2010

Capítulo 332 - La mentira marxista en el plano jurídico y el uso inmoral de la Justicia argentina

(continuación)
Dijimos anteriormente que, la falsedad que persistía, era uno de los principales atributos de los ideólogos de la subversión castro-marxista actuante en nuestro país. No podemos dejar de señalar que el proceder de ellos, su metodología, podría merecer la calificación de sobresaliente, si no fuera que entramos en un terreno fangoso que no permite llegar a tales extremos, so pena de alabar a tales asesinos. Lo que no constituye nuestro objeto, por cierto. Pretendemos demostrar la hipocresía en que incurren. Tanto cuando decidieron entablar esa guerra sucia, trapisondera, sorda y maquiavélica, como cuando finalizada ella, trasvestidos de vulgares ciudadanos, los vemos ejerciendo sus profesiones. Si son abogados, han llegado a fiscales, jueces, camaristas, utilizan llas instituciones como herramienta de destrucción de una persona o eventualmente a las O.N.G. Desvirtuando sus fines generosos, si son políticos han trepado lamentablemente a jerárquicos puestos gubernamentales, donde se deciden plantear la guerra -para ellos sigue existiendo la contienda aunque planteada en otro terreno – en otro plano: el jurídico. Acudiendo al gramscianismo en su totalidad, corregido y aumentado, para su aplicación entre nosotros. Desde allí hacen todo lo necesario como para poder exhibir a sus anteriores enemigos, como trofeos de caza, ocupando inmundos lugares en edificios que ellos denominan cárceles. Edificios que han sustituído, en este caso, a las conocidas "Cárceles del pueblo". Utilizadas por ellos en la guerra sucia, con el fin de albergar a civiles y militares privados ilegítimamente de su libertad personal. Curiosamente llega al centenar quienes fallecieron en circunstancias mas que dudosas, mientras ocupaban esos lugares. Una forma harto elíptica, un eufemismo que señala la aplicación de hecho de la pena de muerte, en la Argentina. Es ingresar allí, como ingresar a la antesala de la muerte. Quien es detenido, imputado por violación de los derechos humanos, es una víctima mas de la venganza judicial. O sea estamos ante la utilización, como arma ideológica, de la institución judicial, en la Argentina. Herramienta que les permite, por ahora, saborear las mieles del triunfo, a costa de la violación de los derechos humanos de sus "enemigos".

La aplicación desvirtuada, que se hace de los principios del derecho internacional humanitario, permite arbitrariamente, no sólo privar de la libertad a los "enemigos" en esta guerra que subsiste, sino hacerles sufrir todo tipo de humillaciones, durante la etapa de encierro. O sea se permite que sean víctimas de actos que, internacionalmente hablando, se considera tortura. Y la sociedad, ante tal actitud, no reacciona. Pasmosa y patológica su singular pasividad. No le interesa.

Se nos dice, como ya lo hemos comentado, que los otrora subversivos no pueden ser sometidos a la Justicia, por cuanto los delitos que oportunamente le han sido imputados, dado el tiempo transcurrido, han prescripto. Cuando se ha pretendido calificar ciertos comportamientos graves, configurativos de delitos de lesa humanidad o de crimen de guerra, las víctimas o los damnificados encontraron una valla. Un muro contra el que se estrellaron, ya que alegó la justicia que se trataba de delitos comunes y por lo tanto podían haber sido indultados, como que los fueron, y podían ser declarados prescriptos, lo que ha sucedido dado el lapso transcurrido. Hemos citado anteriormente, casos en los que la Corte Penal Internacional, ha resuelto que este singular y trasnochado criterio de valorar lo actuado por los asesinos subversivos, no se ajusta a lo que surge de la normativa internacional aplicada por ese tribunal. El propio Fiscal de la C.P.I. el doctor Luis Moreno Ocampo ha rubricado solicitudes de procesamiento, de sometimiento a la ley internacional, de imputados civiles, sin ninguna o nula relación con un Estado, pero que integraban grupos de guerrilleros y a los que se les imputó haber cometido delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra.

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