jueves, abril 24, 2008

Capítulo 213 - Perón Expulsa del Movimiento a los "Entristas"


(continuación)

Un periodista de nota, Alejandro Guerrero, refiere que “Por lo demás, antes de asumir la Presidencia, Perón había contribuido a la caída de Salvador Allende en Chile al ordenar, por medio de su vicario Héctor Cámpora, que las masas movilizadas en toda Argentina se retiraran de las calles. De inmediato obedecieron la JP y el Partido Comunista, de modo que la dictadura chilena tuvo tranquilidad del otro lado de la cordillera.”
“Luego, ya en el gobierno Perón permitió a una delegación de la DINA, la policía política de Pinochet, instalar una oficina en Buenos Aires, en la calle Moreno, frente al Departamento Central de la PFA, para espiar y perseguir a la colonia de exiliados chilenos. También fueron perseguidos militantes brasileños huidos de la dictadura del general Geisel, y algunos de ellos fueron secuestrados
Con una paciencia digna de mejor causa, el general Perón, les hizo notar a los legisladores justicialistas disidentes, que el Estado tiene la obligación constitucional, de sancionar los instrumentos legales para poder hacer frente a los terroristas. No lo entendieron al general. No lo entendieron, por la sencilla razón de que se consideraban unos iluminados, unos elegidos, y realmente constituían, como se los definió acertadamente, “La Soberbia Armada”.
Adrede hemos adjuntado el “Parte de Guerra” emanado de los irregulares terroristas, con lo que probamos acabadamente que ellos mismos reconocían que existía de hecho un estado de beligerancia interna en el país, es decir, un conflicto armado no internacional. Debieron aplicarse tanto las Convenciones de Ginebra como sus Protocolos Adicionales, especialmente el Protocolo II. Salvo que estos “jóvenes idealistas” pretendan haber integrado las filas de los scouts argentinos.
Los autores de este “Parte de Guerra”, los mismos que atacaron cuarteles, asesinando a mansalva y cometiendo otros crímenes de guerra, pasados unos años al comparecer a deponer ante la Justicia se desdijeron, alegando que no se trató de una guerra sino de la “defensa” armada, que ellos hicieron del gobierno constitucional, contra el accionar del ejército “contrarrevolucionario”. Una ingenuidad en labios de otras personas, y una aberración en labios de los otrora terroristas y hogaño “terroristas” de salón.
No fue la única ocasión en la que el general Juan Domingo Perón dejó sentada su opinión respecto al marxismo internacional; recordemos un reportaje concedido en la oportunidad a un matutino italiano. Su postura ideológica no es la que, en la actualidad, nos pretenden vender los marxistas “entristas”.
Adviértase que el entonces presidente Perón fue taxativo en sus severas apreciaciones, sin dejar lugar a ninguna duda: “Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley, también lo vamos a hacer y lo vamos a hacer violentamente. Porque a la violencia no se le puede oponer otra cosa que la propia violencia. Eso es una cosa que la gente debe tener en claro, pero lo vamos a hacer; no tenga la menor duda.”

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