domingo, diciembre 21, 2008

Capítulo 238 - Los Marxistas Intentaron Sembrar Dudas Sobre El Estado de Las Facultades Mentales del General Juan D.Perón




Por suerte para nuestro país, Perón no se alineó en la posición ideológica que pretendían Cook y su camarilla. Astutamente, usó a los Montoneros y no permitió que ellos lo usaran, lo que motivó la ira de los extremistas. Algunos de los Montoneros, en la actualidad, lo reconocen. En una palabra, como comúnmente se dice: Perón no pisó el palito. No adoptó una decisión drástica y tajante, para eliminar plazos y tramitaciones. Prefirió seguir su doctrina, la que establecía que “la organización vence al tiempo”.

Cuando fue derrotado por el dios Cronos, fallecido el viejo caudillo, salieron a la palestra los “intérpretes de la doctrina peronista”. El colmo fue cuando los “entristas marxistas” pretendieron que eran el pueblo. Pretendieron actuar en su nombre, haciendo a un lado que en las pocas ocasiones en que se sometieron a la encuesta popular, la cantidad de votos recibidos a sus ridículas posturas ideológicas, fue exigua.

Pasados los años, volvieron a presionar con tal postura y recibieron por contestación una terminante negativa del anciano Líder. Sus críticos insistieron en su atrevimiento de intentar persuadir al general, intentaron imponerle sus ideas foráneas y extrafalarias, alejadas de la Tercera posición Justicialista, olvidando que estaban conversando con el creador de la Doctrina Justicialista. Desairados, se retiraron mascullando que Perón no estaba lúcido y que estaba en manos de la camarilla que lo rodeaba.

Evidentemente, ellos revelaban de esta forma su absoluto desconocimiento del General Perón. No debemos pasar por alto que los Montoneros, levantaron un altar laico a Evita, recordemos eso que oíamos: “Si Evita viviera, sería montonera”. Tal proceder tenía la otra cara de la moneda, al ofrecer su admiración a Evita, podían proceder a criticar lo ordenado por Perón, sin que se les criticara por sacar los piés del plato. Si estando vivo Perón, se permitían en tono atrevido, enfrentarlo en asuntos doctrinarios pretendiendo que el anciano general diera su beneplácito al “entrismo”, actitud que para esa época no resultó, muchos, entre los que me incluyo, pensamos qué podría pasar cuando persistieran en tal actitud, una vez muerto el líder.

Y lo hicieron y pasó lo que tenía que pasar: Corrió sangre, ya que a sus pretensiones, unieron la reanudación de la acción armada directa, la que despertó una reacción mucho mayor. Los integrantes del ERP, compinches de Montoneros, observaban con júbilo como paulatinamente se iba desintegrando el Movimiento Peronista.

Su mayor adversario ideológico para esa época. Uno de sus cabecillas, Roberto Santucho, no trepidó en dar a publicidad sus críticas al propio Perón. Se advierte en ellas un rencor, una amargura y una envidia hacia el general, que se mezcla con odio hacia quien él sabía que era su más formidable enemigo. Era quien les impedía a los marxistas avanzar en el terreno que habían elegido. Como dirían los chilenos, se los impediría o por la razón o por la fuerza.





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