jueves, junio 05, 2014

Capítulo 711 - Perón señaló que el peronismo no apoyó al gobierno del Dr. Salvador Allende ni criticó a quienes lo derribaron.






                                                   El general Juan D.Perón saluda  al general Pinochet en el Aeropuerto de Morón.(1974)

(continuación) 
Con relación a la conexidad de lo sucedido en la Década del 70 y el tiránico gobierno comunista de Cuba, debemos señalar que en la Argentina, al asumir el presidente general Juan Domingo Perón dejó aclarado, en cuanta oportunidad se le presentó, que no apoyaban a la sangrienta tiranía comunista, en ningún lugar y menos en la Argentina. Como así también que el peronismo no apoyaba al gobierno de Allende ni criticaba a quienes lo derribaron. Si se pasa por alto lo precedentemente reseñado, es imposible entender lo sucedido en la década del 70, década sangrienta cuya etiología estudiada al extremo,  nos permitirá comprender en forma equitativa y objetiva el porqué de lo sucedido y quienes en realidad fueron quienes atacaron la institucionalidad, originando el desborde inusual  que padeció nuestro país. La fotografía que adjuntamos demuestra la relación respetuosa que existía entre ambos primeros mandatarios, lo que el posterior mentiroso relato trata de desvirtuar. De tal suerte que muchos peronistas fueron engañados por los "entristas" infiltrados en el movimiento creado por el general. 

Destacamos que la Argentina, bien o mal, reconocía para esa época a un líder político, el general juan D. Perón.  La encuesta popular ratificaba su liderato. Sus palabras eran aceptadas por la inmensa mayoría del pueblo, cual mensaje cuasi religioso. El sentimiento que primaba en tal época, movilizaba multitudes. Recordemos entonces, sus expresiones y cualquier ciudadano podrá extraer las conclusiones del caso. Afirmó Perón, en forma taxativa: “Las condiciones objetivas que hacen a la conducción superior implican que nadie puede gobernar sin el apoyo del pueblo. Afirmé anteriormente que la importación de ideologías alimenta un vicio de origen. Detengámonos en este problema. Si una ideología no resulta naturalmente del proceso histórico de un pueblo, mal puede pretender que ese pueblo la admita como representativa de su destino. Este es el primer motivo por el cual no puede optar ni por el capitalismo liberal ni por el comunismo. El rechazo de las posibilidades extremas no sólo se fundamenta en la desconexión de aquellas con la estructura íntima de nuestra nacionalidad, sino también en el hecho de que su adopción implica servir automáticamente al neocolonialismo. “Optar por un modelo equidistante de las viejas ideologías es, consecuentemente, decidirse por la liberación. Por más coherencia que exhiba un modelo, no será argentino si no se inserta en el camino de la liberación. Es por eso que la progresiva transformación de nuestra patria para lograr la liberación debe, paralelamente, preparar al país para participar de dos procesos que ya se perfilan con un vigor incontenible: la integración continental y la integración universalista. Si aisláramos nuestra respuesta, la comunidad por la que luchamos quedaría a espaldas de un destino superior que espera a todos los hombres que en el mundo comparten ideales de justicia y verdad”. (“Hacia el universalismo” (1974).


Nos ratifica el general Perón que el justicialismo no puede optar ni por el liberalismo ni por el comunismo, así en forma taxativa. Lo que desde luego contraría a cualquiera que poniéndose la “camiseta peronista” intente lo contrario. Nuestro empeño en demostrar que Perón no apañaba a la guerrilla marxista tiene su fundamento básico en la sencilla razón de que, mediante esta mentira, mediante este artilugio increíble, los subversivos se animaron a enfrentarlo, a pesar de denominarse ellos “peronistas”. En el discurso que pronunciara ante la Asamblea Legislativa, el 1º de mayo de 1974, dijo el Teniente General Perón: “Nuestra Argentina está pacificada, aunque todavía no vivimos totalmente en paz. Heredamos del pasado un vendaval de conflictos y de enfrentamientos.” “Hubo y hay todavía sangre entre nosotros; reconocemos esta herencia inmediata a que me he referido, y extraemos de ella la conclusión de su negatividad. Pero no podemos ignorar que el mundo padece de violencia, no como episodio sino como fenómeno que caracteriza a toda esta época. Que caracteriza, diría a toda época de cambio revolucionario y de reacomodamientos, en que un período de la historia concluye para abrir paso a otro.

(…)    Agentes del desorden son los que pretenden impedir la consolidación de un orden impuesto por la revolución en paz que propugnamos y aceptamos la mayoría de los argentinos.” Agentes del caos son los que tratan, inútilmente, de fomentar la violencia como alternativa a nuestro irrevocable propósito de alcanzar en paz el desarrollo propio y la integración latinoamericana, únicas metas para evitar que el año 2000 nos encuentre sometidos a cualquier imperialismo. Superaremos también esta violencia, sea cual fuere su origen. Superaremos la subversión. Aislaremos a los violentos y a los inadaptados. Los combatiremos con nuestras fuerzas y los derrotaremos dentro de la Constitución y la Ley. Ninguna victoria que no sea también política es válida en este frente. Y la lograremos. Tenemos no sólo una doctrina y una fe, sino una decisión que nada ni nadie hará que cambie. “ (…) “Venimos haciendo en el País una revolución en paz para organizar a la comunidad y ubicarla en óptimas condiciones a fin de afrontar el futuro. Revolución en paz significa para nosotros desarmar no sólo las manos sino los espíritus, y sustituir la agresión por la idea, como instrumento de lucha política.” (Extraído de la web: http://www.adiaz.com.ar/Discursos/lkDis.html)


El 21 de junio de 1973, ya había reafirmado en otro discurso, su pensamiento respecto al temperamento que debía adoptar la ciudadanía. Instó nuevamente a desarmar los espíritus, y advirtió severamente  a “los   factores ocultos que, desde la sombra, trabajan sin cesar tras designios no por inconfesables menos reales” y recalcó  “Cada argentino piense como piense y sienta como sienta, tiene el inalienable derecho a vivir en seguridad y pacíficamente. El Gobierno tiene la insoslayable  obligación de asegurarlo. Quien altere este principio de la convivencia, sea de un lado o de otro, será el enemigo común que debemos combatir sin tregua, porque no ha de poderse hacer nada en la anarquía que la debilidad provoca o en la lucha que la intolerancia desata.” Es interesante señalar que el entonces Presidente de la Nación, afirmó enfáticamente, que cada argentino   “tiene el inalienable derecho a vivir en seguridad y pacíficamente.” Y a su vez el gobierno tiene la obligación de asegurarlo. Así se procedió cuando el Poder Ejecutivo de esa época, sancionó las  normas necesarias, para juzgar a los imputados de terrorismo y sedición. Que sepamos nadie criticó a Perón, al menos públicamente, por tales afirmaciones. Ellas nos demuestran que para esa época se vivía una época de zozobra sin igual. Quienes son responsables de tal estado de cosas, a la fecha no han sido molestados por la Justicia. Nos referimos a los denominados "jóvenes idealistas". Derramaban sangre de sus conciudadanos, sin mancharse.  Saque el lector sus conclusiones.  


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