El general Juan D.Perón saluda al general Pinochet en el Aeropuerto de Morón.(1974)
(continuación)
Con
relación a la conexidad de lo sucedido en la Década del 70 y el tiránico gobierno
comunista de Cuba, debemos señalar que en la Argentina, al asumir el presidente
general Juan Domingo Perón dejó aclarado, en cuanta oportunidad se le
presentó, que no apoyaban a la sangrienta tiranía comunista, en ningún lugar y
menos en la Argentina. Como así también que el peronismo no apoyaba al gobierno
de Allende ni criticaba a quienes lo derribaron. Si se pasa por alto lo
precedentemente reseñado, es imposible entender lo sucedido en la década del
70, década sangrienta cuya etiología estudiada al extremo, nos permitirá comprender en forma equitativa
y objetiva el porqué de lo sucedido y quienes en realidad fueron quienes
atacaron la institucionalidad, originando el desborde inusual que padeció nuestro país. La fotografía que adjuntamos demuestra la relación respetuosa que existía entre ambos primeros mandatarios, lo que el posterior mentiroso relato trata de desvirtuar. De tal suerte que muchos peronistas fueron engañados por los "entristas" infiltrados en el movimiento creado por el general.
Destacamos que la
Argentina, bien o mal, reconocía para esa época a un líder político, el general
juan D. Perón. La encuesta popular
ratificaba su liderato. Sus palabras eran aceptadas por la inmensa mayoría del
pueblo, cual mensaje cuasi religioso. El sentimiento que primaba en tal época,
movilizaba multitudes. Recordemos entonces, sus expresiones y cualquier
ciudadano podrá extraer las conclusiones del caso. Afirmó Perón, en forma
taxativa: “Las
condiciones objetivas que hacen a la conducción superior implican que nadie
puede gobernar sin el apoyo del pueblo. Afirmé anteriormente que la importación de
ideologías alimenta un vicio de origen. Detengámonos en este
problema. Si
una ideología no resulta naturalmente del
proceso histórico de un pueblo, mal puede pretender que ese pueblo la admita como representativa de su destino. Este es el primer
motivo por el cual no puede optar ni por el
capitalismo liberal ni por el comunismo. El rechazo de las posibilidades extremas no sólo se
fundamenta en la desconexión de aquellas con la estructura íntima de nuestra
nacionalidad, sino también en el hecho de que su adopción implica servir
automáticamente al neocolonialismo. “Optar por un modelo equidistante
de las viejas ideologías es, consecuentemente, decidirse por la liberación.
Por más coherencia que exhiba un
modelo, no será argentino si no se inserta en el camino de la
liberación. Es por eso que la progresiva
transformación de nuestra patria para lograr la liberación debe,
paralelamente, preparar al país para participar de dos procesos que ya se perfilan con un vigor
incontenible: la
integración continental y la integración universalista.
Si aisláramos nuestra
respuesta, la comunidad por la que luchamos quedaría a espaldas de un destino
superior que espera a todos los hombres que en el mundo comparten ideales de
justicia y verdad”. (“Hacia el
universalismo” (1974).
Nos ratifica el general Perón que el justicialismo no puede optar ni por el liberalismo ni por el
comunismo, así en forma taxativa. Lo que desde luego contraría a cualquiera que
poniéndose la “camiseta peronista” intente lo contrario. Nuestro empeño en
demostrar que Perón no
apañaba a la guerrilla marxista tiene su fundamento básico en la sencilla razón de que, mediante esta
mentira, mediante este artilugio increíble, los subversivos se animaron a
enfrentarlo, a pesar de denominarse ellos “peronistas”. En el discurso que pronunciara ante la Asamblea
Legislativa, el 1º de mayo de 1974, dijo el Teniente General Perón: “Nuestra Argentina
está pacificada, aunque todavía no vivimos totalmente en paz. Heredamos del
pasado un vendaval de conflictos y de enfrentamientos.” “Hubo y hay todavía sangre entre nosotros;
reconocemos esta herencia inmediata a que me he referido, y extraemos de ella la conclusión de su
negatividad. Pero no podemos ignorar que el mundo padece de
violencia, no como episodio sino como fenómeno que caracteriza a toda esta
época. Que caracteriza, diría a toda época de cambio revolucionario y de reacomodamientos,
en que un período de la historia concluye para abrir paso a otro.
(…) “Agentes del desorden son los que pretenden impedir la
consolidación de un orden impuesto por la revolución en paz que propugnamos y aceptamos la
mayoría de los argentinos.” “Agentes del caos son los que tratan, inútilmente, de fomentar la
violencia como alternativa a nuestro
irrevocable propósito de alcanzar en paz el desarrollo propio y la integración
latinoamericana, únicas metas para evitar que el año 2000 nos encuentre
sometidos a cualquier imperialismo. Superaremos también esta violencia, sea cual fuere su
origen. Superaremos la subversión. Aislaremos
a los violentos y a los inadaptados. Los
combatiremos con nuestras fuerzas y los
derrotaremos dentro de la Constitución y la
Ley. Ninguna victoria que no sea también política es válida en este
frente. Y la lograremos. Tenemos no sólo una doctrina y una fe, sino una
decisión que nada ni nadie hará que cambie. “ (…) “Venimos haciendo en el País
una revolución en paz para organizar a la comunidad y ubicarla en óptimas
condiciones a fin de afrontar el futuro. Revolución en paz significa
para nosotros desarmar no sólo las manos sino
los espíritus, y sustituir la agresión por la idea, como instrumento de lucha
política.” (Extraído de la web: http://www.adiaz.com.ar/Discursos/lkDis.html)
El 21
de junio de 1973, ya había reafirmado en otro discurso, su pensamiento respecto
al temperamento que debía adoptar la ciudadanía. Instó nuevamente a desarmar
los espíritus, y advirtió severamente a “los factores ocultos que, desde la
sombra, trabajan sin cesar tras designios no por inconfesables
menos reales” y recalcó “Cada argentino piense como piense
y sienta como sienta, tiene
el inalienable derecho a vivir en seguridad y pacíficamente.
El Gobierno tiene la insoslayable obligación de asegurarlo. Quien altere
este principio de la convivencia, sea
de un lado o de otro, será el enemigo común que debemos combatir sin tregua,
porque no ha de poderse hacer nada en la anarquía que la debilidad provoca o en
la lucha que la intolerancia desata.” Es interesante señalar que el entonces
Presidente de la Nación, afirmó enfáticamente, que cada argentino “tiene el inalienable derecho a vivir en
seguridad y pacíficamente.” Y a su vez el gobierno tiene la
obligación de asegurarlo. Así se procedió cuando el Poder Ejecutivo de esa
época, sancionó las normas necesarias,
para juzgar a los imputados de terrorismo y sedición. Que sepamos nadie criticó
a Perón, al menos públicamente, por tales afirmaciones. Ellas nos demuestran
que para esa época se vivía una época de zozobra sin igual. Quienes son
responsables de tal estado de cosas, a la fecha no han sido molestados por la
Justicia. Nos referimos a los denominados "jóvenes idealistas". Derramaban sangre de sus conciudadanos, sin mancharse. Saque el lector sus conclusiones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario