El comunista expresidente de Chile Dr.Salvador Allende
(continuación)
“Para
las dos de la tarde, el Ejército ya había llegado al tercer piso pero no podía
pasar de allí por la encarnizada resistencia del M 19 que se había hecho fuerte
en el cuarto piso, y testigos de este piso oían gritar al doctor Reyes “por
favor no disparen, somos rehenes, les habla el Presidente de la Corte Suprema
de Justicia, tenemos heridos, necesitamos a la cruz roja”. A lo que contestaban con descargas cerradas de
ametralladora, rockets y toda clase de armas. Cada
cinco minutos repetía su clamor el doctor Reyes y le contestaban con las mismas
descargas. Era la
desgarradora súplica que luego hizo al comandante de la Policía, General
Delgado Mallarino, su amigo personal, quien atendió la llamada telefónica que
el Presidente de la República había desdeñado, simplemente por su condición de
rehén del M 19 y el pretexto de que no tenía libertad para hablar. “Nos van a
matar Víctor Alberto. Ustedes no pueden permitir que nos maten.”
El
doctor Pedro Elías Serrano también le había pedido al Presidente del Congreso,
Alvaro Villegas Moreno, que intercediera
para el cese al fuego. Lo propio hizo
el doctor Reyes, quien angustiado y en medio de los disparos que se escuchaban
por el teléfono de la presidencia del Senado
le dijo: “Estamos en el
cuarto piso, los soldados están en
el tercero, los asaltantes
notifican que si las tropas suben al cuarto piso nos matan a todos, nos van a matar, doctor Villegas, haga algo”, y
éste, tras prometerle al doctor Reyes que “no habría más tiroteo”, se limitó a
transmitir los mensajes al Presidente de la República quien le reiteró que no
iba a “negociar”.
El angustioso llamado del Presidente de la Corte se extendió a la prensa: “Estamos en un trance de muerte -le dijo al
periódico El Tiempo- ustedes tienen que ayudarnos. Tienen que pedirle al Gobierno que cese el fuego.
Rogarle para que el Ejército y la Policía se detengan…Ellos no entienden. Nos apuntan con sus armas. Yo les ruego detengan el fuego porque están
dispuestos a todo… Nosotros somos
Magistrados, empleados, somos inocentes…He tratado de hablar con todas las autoridades. He intentado comunicarme con el señor Presidente
pero él no está. No he podido
hablar con él...”. Los guerrilleros eran inexpugnables en el cuarto
piso. Al Director de
la Policía se le ocurrió que podía penetrar por la terraza del Palacio para
rescatar a los rehenes porque, contrario a la
verdad, por teléfono le habían explicado que ellos se encontraban en el cuarto
piso y los guerrilleros no habían llegado aún allí. Para esa arriesgada operación se valió de unidades
especializadas de la Policía que pertenecían al COPES, Curso de Operaciones Especiales, que fueron llevados a la terraza en helicópteros.
El operativo fue tan intrépido como
torpe, porque de los oficiales del COPES, o los del GOES que los auxiliaron,
ninguno conocía el edificio, no habían
estudiado los planos, y tampoco sabían la posición exacta de los rehenes y de
sus captores. (…)
Para
esos momentos ya el Ejército había logrado ganar el cuarto piso por un costado,
mientras los que pudieron asomarse del COPES lo hicieron por el otro. En la
mitad, en el ángulo nororiental, con barricadas a ambos lados, estaban los
guerrilleros y los rehenes. Todo indica que
las explosiones para derribar la puerta de la terraza produjeron víctimas entre
los guerrilleros y rehenes. De otro lado, el feroz combate del ejército en el
cuarto piso cerró toda posibilidad de que cualquier rehén saliera con vida. Ya
el fuego de este sector era abrasador y se desplazaba desde el costado sur
hacia la esquina nororiental donde estaban confinados los cautivos. (…) Los rehenes no
podían salir porque estaban con la amenaza de las armas de la guerrilla y bajo
tres fuegos: el de la policía con el COPES, el del Ejército, y la
conflagración. El General Arias Cabrales estuvo al frente
de la acción del Ejército en el cuarto piso y allí ordenó disparar fusiles
lanzagranadas hacia el sector donde estaban atrincherados los guerrilleros y
arrinconados los rehenes; luego se disparó un obús contra el mismo lugar.
Al
final no se supo cómo murieron los rehenes y guerrilleros del cuarto piso: se
desconoce quiénes fallecieron antes de que las llamas lo consumieran todo,
porque de este grupo no sobrevivió una sola persona; lo cierto es que la gran
mayoría de los cuerpos se encontraron desmembrados, mutilados, calcinados y por
lo menos tres de los Magistrados: los doctores Alfonso Reyes Echandía, Ricardo
Medina Moyano y José Eduardo Gnecco Correa mostraron en sus restos mortales
proyectiles de armas que no usó la guerrilla. La conflagración que devoró casi todo el Palacio de
justicia, tuvo, al parecer, tres fuentes:
El
primer conato de incendio se presentó en el sótano de parqueaderos, al inicio
de las acciones. Al hacer su ingreso por la carrera octava, los guerrilleros
instalaron bombas caseras que aunque estallaron no alcanzaron a impedir el paso
de las unidades artilladas pero sí consiguieron que otros vehículos allí
estacionados se incendiaran; lo mismo ocurrió con las bombas que se hicieron
estallar con los disparos de la fuerza pública para despejar el acceso.
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