martes, enero 03, 2012

Capítulo 459 - Influencia de Juan Domingo Perón en la Década del 70


El lector desprevenido, con toda razón y lógica, se interrogará posiblemente: ¿Qué tiene que ver el teniente general Juan Domingo Perón en todo esto?  Quienes hemos vivido no sólo en la Década del 70, sino los años que la precedieron, fuimos testigos más o menos informados, del desarrollo histórico político de nuestra Argentina. Fuimos hábiles testigos de los sangrientos y gravísimos atentados cometidos por hordas, que apelaban públicamente a pretextos burdos, con el fin de engañar a la población y conseguir cierta simpatía de los desinformados. Quiérase o no, este militar fue un líder, sino el más grande posiblemente uno de los más grandes políticos del pasado siglo XX. No reconocerlo sería necio. La consecuencia de ello es que muchísimas cosas, buenas o malas han sucedido con la intervención de este estadista. Ciertos políticos de la izquierda radicalizada y afines, tenían una encubierta u ostensible fobia hacia el aludido ya que sus partidos abrevaban en los mismos estratos sociales donde prendió fuertemente el peronismo, es decir en las clases bajas y en la clase media baja especialmente. Ciertos partidos intentaban hacer pie en ellos, pero al aparecer Perón se dieron cuenta que se les había ido la clientela. Entre estos partidos estaban los que consideraban que la única forma de cambiar las cosas era acudir a la revolución armada. Perón, al regresar de su exilio en España, advertido del movimiento “entrista” que se había incubado en el peronismo, durante su ausencia, trató por todos los medios de hacer ver que él, sin dejar de ser transformador y revolucionario,  no era partidario de apelar al uso de las armas, con el propósito de conseguir sus fines. Es conocido que los sanguinarios guerrilleros subversivos, que actuaron en la década del 70, actuaron también durante el período constitucional de gobierno, en lo que consistió en una sedición lisa y llana, agravada por eventos que podrían alcanzar la calificación de delitos de lesa humanidad. En la práctica, hasta el mismo Perón lo reconoció, se trataba de una guerra civil, sin cuartel por ambas partes. Arribamos a tal conclusión, no sólo por el conocimiento público y notorio de la conducta del mismo, sino por sus propias palabras criticando a quienes atacaban sin piedad cuarteles militares, blanco civiles y quienes privaban dolosamente y extorsivamente de su libertad a civiles, los asesinaban en forma harto cruel, en algunas ocasiones, y colocaban bombas que causaban víctimas, también civiles.
Pasadas décadas de tales eventos, otros ostentan el título de peronistas, pero utilizan para ello al que fuera el líder fundador del movimiento, tergiversando su doctrina haciéndole decir lo que nunca dijo, al punto que el menos avisado creé firmemente que Juan Domingo Perón era poco menos que marxista. Estos mamarrachos disfrazados de “peronistas” a la violeta, creen que utilizando a Perón es fácil engañar al pueblo peronista. Posiblemente haya incautos que hayan sido engañados, otros se dicen peronistas pero son fariseos del peronismo y, finalmente, posiblemente los más jóvenes creen lo que se les enseña, al respecto, en las escuelas a las que han concurrido. O sea lo que contiene la historia oficial.  Intentado remover el fango, el lodo del olvido y de la mentira falaz ponemos de relieve que, por ejemplo, no han trepidado en disfrazar a Evita con el rótulo de Montonera. Existen agrupaciones que ostentan el nombre de Evita. Lo cierto es que si Evita viviera, no sería montonera. Cualquiera que haya leído algo al respecto. Se dará cuenta que Evita tenía un amor ciego por Perón, cuasi patológico. Y entonces debemos colegir, por carácter transitivo que mal podría estar al lado de los feroces adversarios de su cónyuge. Por sus actitudes y sus palabras, es evidente que Perón no apoyaba ni iba a apoyar nunca al comunismo. Más aun, tenía una cierta simpatía por Benito Mussolini, nacida de cuando estaba de agregado militar en Roma, acompañando a un tío del autor, a la sazón en una  misión militar en Europa. Se hace referencia a tal circunstancia en una de las tantas biografías del general Perón. Al regresar como Presidente, recordemos, señaló  Perón luego del intento de toma del Cuartel Militar de Azul:  “Hay treinta asaltos que justificarían una ley dura; sin embargo hasta ahora hemos sido pacientes, pero ya no se puede seguir adelante, porque de lo contrario la debilidad nuestra será la que produzca la propia desgracia del país, que es lo queremos evitar.” Al hacer referencia a los  atacantes del cuartel nos señaló que “(…)  lo que ellos dicen que sostienen, que es mentira. La mitad son mercenarios, los conozco, los he visto actuar y por el sólo hecho de que estén mandados de afuera, tienen intereses distintos a los nuestros.” La crítica a los integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) fue lapidaria, lo que no fue obstáculo para que encumbrados integrantes de esta banda subversiva fuera designada en altos cargos públicos, décadas más adelante del singular ataque a las instalaciones militares. Con tal actitud, se evidenció que los llamados  “peronistas” de la actualidad, no tienen nada que ver con los que realmente fueron otrora. No se concibe que integre una Movimiento como el Peronista, quien no está de acuerdo con su  Líder. Quien lo ataca o permite que otro lo haga.  Salvo que acepten que se los denomine  “peronistas herejes”. El mismo Perón, en ocasión en que fuera entrevistado por un conjunto de jóvenes legisladores, que intentaban sacar los pies del plato, como solía decir el general, les advirtió como hemos referido: “Nadie está obligado a permanecer en una fracción política. El que no está contento, se va. En este sentido, nosotros no vamos a poner el menor inconveniente. Quien esté en otra tendencia diferente de la peronista, lo que debe hacer es irse. En ese aspecto hemos sido muy tolerantes con todo el mundo. El que no está de acuerdo o al que no le conviene, se va. Pero en ese caso representa ni más ni menos que al movimiento. Lo que no es lícito, diría, es estar defendiendo otras causas y usar la camiseta peronista” (…)”.  

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