(continuación)
“Las desviaciones ideológicas y el florecimiento de la
ultraizquierda, que ya no se tolera ni en la ultraizquierda. Yo he visitado a los países detrás de la
cortina, y ya la ultraizquierda ha muerto. Esta ultraizquierda aun para los
países comunistas es un material de exportación, pero no de importación. Todo
esto indica el proceso de descomposición del hombre, que es lo más grave que
pueda haber ocurrido en el país. No hablemos de las demás cosas que sabemos
bien, y que saben ustedes mejor que yo cómo han sido destruidas en todas
partes. Porque la destrucción aquí ha
comenzado por lo más grave que puede producirse: la destrucción del Hombre; ha
seguido por lo más grave que pueda haber después de eso, que es la destrucción
del Estado. Es el Estado que se ha destruido; son sus instituciones las que han
sido atacadas en sus basamentos. Por eso debe darse principio a la
reconstrucción, porque en la reconstrucción hay que seguir probablemente el
sistema inverso de la destrucción.”
“La destrucción, en las instituciones como en los pueblos, comienza por la cabeza, como sucede con el pescado, éste empieza a pudrirse por la cabeza. Nosotros debemos buscar esos factores en cada uno de los estamentos que manejamos y que gobernamos, para ir reconstruyendo éso, y dedicar a la cultura y a la educación el más grande sector que podamos, porque es allí donde vamos a incidir sobre la reconstrucción del hombre, que es la más importante. La cultura y la educación deben tener en nuestro país un rasgo prominente en la acción que desempeñemos. Tenemos que educar a un pueblo que está mal encaminado, y debemos encaminar una juventud que está, por lo menos, cuestionada en algunos graves sectores. Lo que ocurrió en Ezeiza es como para cuestionar ya a la juventud que actuó en ese momento. Esa juventud está cuestionada. (…)
“La destrucción, en las instituciones como en los pueblos, comienza por la cabeza, como sucede con el pescado, éste empieza a pudrirse por la cabeza. Nosotros debemos buscar esos factores en cada uno de los estamentos que manejamos y que gobernamos, para ir reconstruyendo éso, y dedicar a la cultura y a la educación el más grande sector que podamos, porque es allí donde vamos a incidir sobre la reconstrucción del hombre, que es la más importante. La cultura y la educación deben tener en nuestro país un rasgo prominente en la acción que desempeñemos. Tenemos que educar a un pueblo que está mal encaminado, y debemos encaminar una juventud que está, por lo menos, cuestionada en algunos graves sectores. Lo que ocurrió en Ezeiza es como para cuestionar ya a la juventud que actuó en ese momento. Esa juventud está cuestionada. (…)
“Nosotros somos un movimiento de izquierda. Pero la izquierda que propugnamos es una
izquierda justicialista por sobre todas las cosas; no es una izquierda
comunista ni anárquica. Es un izquierda
justicialista que quiere realizar una comunidad dentro de la cual cada argentino
tenga la posibilidad de realizarse; no más allá. Nosotros hemos
visto fracasar al capitalismo individualista, pero hemos
visto también fracasar al capitalismo estatal. Ellos han sido ya
perimidos por la evolución; y no sólo aquí: lo mismo en Budapest o en cualquier
parte. No vayamos sobre lo que nosotros venimos sosteniendo desde hace treinta
años y que es lo que le ha dado el éxito actual al Movimiento
Justicialista. Ahora sí, seamos
capaces de realizarlo todo en su medida y armoniosamente. Tenemos un ejemplo en
nuestro propio proceder. En los dos
gobiernos justicialistas anteriores, nos apresuramos un poco y creamos una
oposición, justificada o no, pero oposición que al final dio en tierra con
nosotros. No lo habíamos hecho todo en su medida y armoniosamente.” (…)
“Somos revolucionarios, porque vamos a los cambios
estructurales que hagan más felices a los argentinos y más próspera y más
grande nuestra Patria. Lo
que hagamos en su medida y armoniosamente será lo constructivo. Lo que quisiéramos hacer violenta, apresurada o
retardatariamente, no es el camino que debemos elegir. Yo creo que
gobernar en estos tiempos y en esta Argentina no es difícil, a pesar del caos
que nos han dejado. No es difícil, si llamamos a todos los hombres de
buena voluntad que, como argentinos, quieran luchar por la grandeza de nuestra
tierra y por la felicidad de nuestro pueblo. Yo creo que en ningún corazón bien
intencionado pueden estar ausentes estas premisas, que son las premisas de
todos los tiempos.” (…).
“Si
nosotros podemos persuadir de lo mismo a todos los argentinos, de una o de otra
tendencia, creo que cumpliremos una gran acción de gobierno. Gobernar no es
mandar; ése es el defecto que cometemos muchas veces los militares, que estamos
acostumbrados al mando. Mandar es obligar, gobernar es persuadir. Y al
hombre es mejor persuadirlo que obligarlo.
Esa es nuestra tarea: ir persuadiendo a todos los argentinos para que
comencemos a patear todos para el mismo arco; es decir, hacia los objetivos de
nuestro país y hacia las necesidades de nuestro pueblo”. (…).“Entonces, comencemos a ser compañeros de marcha, no
adversarios.
Los adversarios y los
enemigos, ya deben de haber desaparecido en nuestro país. Nosotros hemos
aprendido; ellos también deben de haber aprendido. Por eso nuestra acción es de
persuasión, no de mando. Debemos renunciar a ese mando para empeñarnos en la
persuasión, que será, sin duda alguna, mucho más eficaz para nuestra acción de
gobierno.” (…)
“Los demás asuntos se resuelven
también por el mismo camino. El orden
social se restablecerá cuando, a través de una educación popular, quitemos toda
esperanza a los perturbadores y a los infiltrados, y demos el verdadero valor
que tiene el aspecto social, llevando a través del Estado y a través de las
instituciones de todo orden el concepto de la vida social de los países
modernos.”
Tal como hemos reseñado precedentemente, sugestivamente
la Organización de las Naciones Unidas, durante décadas se encuentra estudiando
cual debe ser la definición de terrorismo y de terrorista. La más ajustada a los cánones usuales y consuetudinarios.
No se nos oculta que existe una gran cantidad de países, entre ellos muchísimos
del Tercer Mundo, que no tienen interés en que vea la luz ese proyecto. Quienes
apoyan a los imputados por terrorismo, se conforman, por ahora, con convencer a
los demás que el delito de terrorismo y el delito de lesa humanidad sólo pueden
ser endilgados a un autor que sea un funcionario público, en el sentido penal
de la palabra. De tal suerte que los terroristas,
es decir quienes no ostentan tal calidad, estarían fuera de esa definición y les alcanzaría el derecho penal común, con los anejos indultos, la prescripción de la acción
penal, la amnistía y toda otra causa de extinción de la acción penal. Ellos se especializan en distinguir donde la ley penal no
distingue.
Las Oficinas especializadas del Comité Internacional de la
Cruz Roja, sin embargo, se han ocupado de señalar determinadas pautas que nos
permitirán reforzar ciertas conclusiones al respecto. Los importantísimos trabajos elaborados por
esa dependencia nos permiten adelantar que “ Sin embargo, cualquier acto de "terrorismo" está
prohibido por definición y constituye un crimen. Estos dos regímenes jurídicos no deberían difuminarse, habida cuenta
de sus diferentes lógicas y normas. Esto es especialmente importante en situaciones de conflicto
armado no internacional, en las cuales
la designación
de "terrorista" puede
desincentivar más aún el respeto del DIH por los grupos armados organizados
(que ya están sujetos a enjuiciamiento penal en el marco del derecho interno).
Nos aclara la Oficina Especial del Comité Internacional de la Cruz Roja, que el
Derecho Internacional Humanitario sólo es aplicable en los conflictos armados.
Una importante
diferencia entre el Derecho Internacional Humanitario y el régimen jurídico aplicado al terrorismo
es que el DIH se basa en que ciertos actos de violencia en la guerra -contra
objetivos y personal militares- no están prohibidos.
Un elemento
fundamental de la noción de conflicto armado es la existencia de " partes " en el
conflicto. Las partes en un conflicto
armado internacional son dos o más Estados (o Estados y movimientos de
liberación nacional), mientras que en los conflictos armados no
internacionales las partes pueden ser
Estados o grupos armados, por ejemplo fuerzas
rebeldes, o sólo grupos armados. En
ambos casos,
las partes en conflicto tienen una formación de
tipo militar con cierto grado de organización y estructuras de mando y, por lo tanto, tienen la capacidad de
respetar y garantizar que se respete el DIH. Las normas del DIH se aplican a todas las partes en un conflicto armado, sin distinción.
No
importa si una parte es el agresor o está actuando en defensa propia. Tampoco importa si la
parte en cuestión es un Estado o un grupo
rebelde. Por consiguiente, todas las
partes en un conflicto armado pueden atacar objetivos militares, pero está
prohibido que efectúen ataques directos contra civiles.” “La igualdad de derechos
y obligaciones previstos en el DIH
permite que todas las partes en un conflicto conozcan las normas que regulan su
modo de conducir las hostilidades y a su vez puedan esperar que la otra parte adopte un
comportamiento similar. La guerra se distingue del mantenimiento del orden público por la
existencia de, por lo menos, dos partes en un conflicto armado y por la igualdad
básica entre estas dos partes de conformidad
con el derecho internacional humanitario, así
como por la intensidad de la violencia utilizada y los medios empleados."
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