Teniente General Juan D. Perón.
(continuación)
Se hace necesario
traer a colación, las conclusiones a las que arribara en su oportunidad, un
brillante estudioso del tema. En una enjundiosa reseña, sintetiza lo que
ocurrió en esa época en nuestro desgraciado país, donde finalmente los que
ganaron perdieron y los que perdieron, dando vuelta la taba, ganaron de punta a
punta. Lo que no consiguieron por medio de los asesinatos, de los secuestros,
de los sangrientos atentados con poderosas bombas, lo consiguieron merced a la
ingenuidad y egoísmo de sus conciudadanos. La mentira oficial intenta imponer su su relato, cual verdad revelada, aprovechando por lo general, la ignorancia de gran parte de la población argentina, respecto a las verdaderas intenciones de quienes intentaron sin éxito derribar por la fuerza de la violencia y de las armas, al gobierno constitucional legítimamente elegido por una mayoría indiscutible. A fin de desmitificar tal relato, a fin de evidenciar en qué consiste la "mentira oficial" se impone retroceder unos pocos años a efectos de poder valorar, en forma adecuada, sin pasión alguna, lo que sucedió y las funestas consecuencias de tal accionar que nos fue impuesto fuera de las fronteras de la Patria.
Repasemos lo siguiente: “La
misma propaganda terrorista ofreció en sus contradicciones e incongruencias,
apreciables fisuras que permitieron entrever una verdad que fue deliberadamente
silenciada. Parte de esta verdad fue oportunamente declarada por el sector trotskista
de la conjura, cuando en el IX Congreso de la IV
Internacional se resolvió declarar la guerra revolucionaria en
la República Argentina.” (textual) (...) “Bueno sería que aquellos que escucharon las campañas de desprestigio
contra nuestro país, escucharan también con ecuanimidad, las voces espontáneas
de quienes conocieron en la realidad lo que se vivió en el Sur del Continente
Americano; así se enterarían de las maniobras engañosas que utilizaron los
delincuentes terroristas para crear un clima adverso a nuestra Patria.” “Las poderosas energías que la nueva situación
política liberó en las amplias masas revolucionarias, especialmente después del
25 de mayo del 73, halló su expresión en los múltiples conflictos fabriles y de
todo tipo, a través de los cuales estas buscaron la satisfacción de sus necesidades
largamente postergadas. (…)
Esa ininterrumpida ofensiva popular
desenmascaró rápidamente al gobierno peronista, precipitó el fracaso de sus planes y al demostrar el
carácter reaccionario de los dirigentes, elevó considerablemente el grado de conciencia de la clase obrera y otros
sectores del pueblo, facilitando la progresiva descomposición de las
concepciones sobre el nacionalismo burgués que aún persistían en su seno. Todas estas circunstancias configuraron un
cambio de enorme importancia en el contenido de las luchas populares.” (...) “Estas se encaminaron a partir de este momento, en la
búsqueda de un abierto enfrentamiento entre las organizaciones revolucionarias
y el gobierno. Todo este esquema político-militar, muy sintéticamente expresado, con un
renovado y violento enfrentamiento de las luchas populares con las fuerzas de
la Nación y con el apoyo de gran parte del pueblo consiente de la situación, llevó
al país a la generalización de la guerra. Es
en esta nueva etapa, que se requiere una
ampliación considerable de las operaciones militares, en la que se
inscribe la apertura del “frente rural” iniciado por
la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”,
pasando de una acción táctica, al desarrollo de una verdadera estrategia
revolucionaria “ (…) “ .
(N. de
R.: adviértase que los párrafos precedentes tienen origen en las mas capas
directivas de los subversivos. Se desprende de ellos un relato interesado, ajeno a la realidad, ya que se
asemeja a una épica mesiánica, que posiblemente no lograba engañar ni a sus
autores. No fue un error ya que las vidas que se cobraron, no la de los
guerrilleros sino de los civiles inocentes, fue un pago demasiado doloroso para
la ciudadanía y la demostración de que los asesinos estaban equivocados, no los
iba a resucitar. Al respecto evocamos que ninguno de los asesinos mostró,
mínimamente, arrepentimiento por los delitos que cometió y por las víctimas que
produjeron. Hoy se pasean desafiantes, por sus lujosos despachos oficiales, sin que
nadie les reclame absolutamente nada. Y menos el Estado Nacional, quien adoptó
la actitud de resarcirlos pecuniariamente. En cuanto a la justicia nacional, ningún magistrado ha osado tener el atrevimiento de observar y valorar lo sucedidos tras el cristal del derecho internacional humanitario consuetudinario. ).
Sigue señalando
la nota de marras: “La nueva etapa del desarrollo de la lucha revolucionaria
indica, como la tarea más importante en el terreno militar, “la
generalización de la guerra” a
todo el ámbito del país, incorporando de
esta forma, regiones y sectores de la población que hasta el presente no habían
participado activamente, pero que sin lugar a dudas, ante el conflicto
generalizado, desplegarían, como así lo hicieron, un
amplio apoyo a las fuerzas irregulares. (...).
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