Atentado a la AMIA delito de lesa humanidad.(continuación)
(continuación)
El domingo pasado el régimen de Irán declaró estar dispuesto a “ayudar”
a la Argentina a revelar la verdad sobre el ataque de 1994 a la AMIA. Desde Teherán, la
cancillería iraní alegó que la república islámica es “una de las principales víctimas del terrorismo
y condena todo acto terrorista”. Enseguida manifestó “su simpatía” por
las familias de los 85 muertos en ese ataque y
“lamentó” que hayan pasado 17 años desde que esa “atrocidad” fuera
cometida, la verdad sobre la catástrofe no haya sido conocida y “sin embargo las identidades de los verdaderos
responsables y perpetradores siga siendo ignorada”.
Es muy probable que el gobierno de Cristina Kirchner no haya leído este párrafo desconcertante de la declaración iraní:
“El Ministerio de Relaciones Exteriores
(de Irán) denuncia también el hecho de que la búsqueda de la verdad sobre la acción criminal se haya
convertido en objeto de conjuras y juegos políticos, y que funcionarios
argentinos de aquella época, cuyas acciones ilegales han sido reveladas y han
sido declarados culpables por la Justicia en tal sentido, hayan engañado a los
investigadores judiciales, preparando el escenario para la fuga de las manos de
la Justicia de los verdaderos responsables de la atrocidad, acusando a varios
súbditos de la República Islámica de Irán”. Probablemente tampoco leyeron un
párrafo, aún más provocativo e irritante: “La
Cancillería de Irán expresa también su
malestar por la continuación de estos hechos por
quienes han venido actuando en el Poder Judicial argentino desde aquella
época”.
Tras estas advertencias elocuentes, que le quitan toda credibilidad a la
supuesta intención iraní de “dialogar” con la Argentina, el régimen islámico
declara que “espera poder dar a conocer y proporcionar a la opinión pública un
informe para arrojar luz sobre detalles de esta tendencia injusta y anómala”.
Explica enseguida: “De acuerdo con las
leyes de la República Islámica de Irán y el derecho internacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores está
obligado a impedir que los derechos de los súbditos iraníes sean violados y a
defenderlos contra acciones injustas y extremistas que infringen sus derechos fundamentales”. Recién en esa
instancia, y luego de advertir que para ellos nada ha cambiado, los iraníes
disparan esta pintoresca propuesta: están listos para “cooperar y abrir negociaciones constructivas con el
Gobierno argentino para ayudar a revelar las realidades, basados en el respeto
mutuo y en el marco de la ley, para ayudar a impedir
la continuación del errado camino de la investigación judicial del caso, y ayudar a administrar justicia de una manera que satisfaga a todos” (Tehran Times. Iran’s Leading
International Paper, Teherán, 18 de julio de 2011).
Sobre la base de esta ostensible exhibición de unilateralidad del
régimen de Irán, Héctor Timerman se zambulló con su habitual celeridad. La
misma noche del domingo 17, el comunicado de la Cancillería argentina rezumaba
lo que para expertos profesionales de la casa era una mezcla de amateurismo y
llamativa credulidad: “Cabe rescatar que de confirmarse lo publicado,
significaría un avance inédito y muy positivo (sic) de las autoridades de la República
Islámica de Irán en la causa AMIA”. ¿Inédito? ¿Muy positivo?
Israel, en cambio, no se hizo ilusiones. El embajador de ese país en la
Argentina, Daniel Gazit, advirtió que el anuncio iraní “no significa nada” y subrayó que “si
quieren colaborar, tienen que responder y entregar a los acusados por el crimen ante la Justicia argentina. Luego del atentado a la AMIA, algunos responsables del hecho recibieron honores en Irán, el Líbano y del grupo terrorista
Hezbollah, e incluso les
aumentaron el rango militar por su buen trabajo”.
Timerman sabe quién es su “par” iraní, el canciller del presidente
Majmud Ahmadinejad, Ali Akbar Salehi. Como reveló Perfil el 26 de marzo de
2011, Timerman y Salehi estuvieron simultáneamente en la ciudad siria de
Alepo en enero de 2011 de este año. En ese informe,
firmado por este mismo columnista (“Argentina negocia con Irán dejar de lado la
investigación de los atentados”), se preguntaba: ¿por qué, estando la
presidenta Cristina Kirchner de gira oficial en Medio Oriente, fue normal,
aceptable, y exento de toda sospecha que su canciller se desplazara a Siria y
mantuviera una reunión pública con un presidente que no es su par? ¿Por qué lo
hizo sin hacerse acompañar del embajador argentino en Siria, el actual director
general de África del Norte y Medio Oriente, y por qué, luego de un primer
encuentro en Damasco con su par sirio, viajó a Alepo, en coincidencia con la
presencia del canciller iraní en Siria?
Lo que se afirmaba en Perfil
nunca fue desmentido por el Gobierno argentino. Pero la agencia de noticias siria emitió un cable
público el 23 de enero que revela que el
canciller sirio se reunió con los de la Argentina e Irán, uno después del otro, y que al día siguiente viajaron a Alepo, donde se entrevistaron con el presidente Al Assad. ¿Para qué un
ministro que está acompañando a la Presidenta en una gira estratégica por
Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Turquía, se aleja de la misión oficial y
coincide, misteriosamente, con el canciller de Ajmadineyad en una ciudad que ni
es la capital de Siria?
Aquel informe en Perfil recogía la filtración de un memo de la
cancillería iraní al presidente Ajmadineyad, un típico “policy paper” de recomendación
intergubernamental donde el responsable de las relaciones exteriores del
régimen de ese país le sugería a su presidente que, en virtud de los elementos
de juicio manejados por la cancillería iraní, correspondía avanzar en un
acuerdo importante con la Argentina, porque
para esa cancillería estaban dadas las
condiciones para que los argentinos
decidan dar vuelta de página en sus relaciones con Irán.