martes, marzo 31, 2015

Capítulo 776 - Entretelones poco conocidos del Memorándum de Entendimiento con Irán.










                                                                     Atentado a la AMIA delito de lesa humanidad.(continuación)
(continuación)
El domingo pasado el régimen de Irán declaró estar dispuesto a “ayudar” a la Argentina a revelar la verdad sobre el ataque de 1994 a la AMIA. Desde Teherán, la cancillería iraní alegó que la república islámica es “una de las principales víctimas del terrorismo y condena todo acto terrorista”. Enseguida manifestó “su simpatía” por las familias de los 85 muertos en ese ataque y “lamentó” que hayan pasado 17 años desde que esa “atrocidad” fuera cometida, la verdad sobre la catástrofe no haya sido conocida y “sin embargo las identidades de los verdaderos responsables y perpetradores siga siendo ignorada”.

Es muy probable que el gobierno de Cristina Kirchner no haya leído este párrafo desconcertante de la declaración iraní: “El Ministerio de Relaciones Exteriores (de Irán) denuncia también el hecho de que la búsqueda de la verdad sobre la acción criminal se haya convertido en objeto de conjuras y juegos políticos, y que funcionarios argentinos de aquella época, cuyas acciones ilegales han sido reveladas y han sido declarados culpables por la Justicia en tal sentido, hayan engañado a los investigadores judiciales, preparando el escenario para la fuga de las manos de la Justicia de los verdaderos responsables de la atrocidad, acusando a varios súbditos de la República Islámica de Irán”. Probablemente tampoco leyeron un párrafo, aún más provocativo e irritante: “La Cancillería de Irán expresa también su malestar por la continuación de estos hechos por quienes han venido actuando en el Poder Judicial argentino desde aquella época”.
Tras estas advertencias elocuentes, que le quitan toda credibilidad a la supuesta intención iraní de “dialogar” con la Argentina, el régimen islámico declara que “espera poder dar a conocer y proporcionar a la opinión pública un informe para arrojar luz sobre detalles de esta tendencia injusta y anómala”. Explica enseguida: “De acuerdo con las leyes de la República Islámica de Irán y el derecho internacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores está obligado a impedir que los derechos de los súbditos iraníes sean violados y a defenderlos contra acciones injustas y extremistas que infringen sus derechos fundamentales”. Recién en esa instancia, y luego de advertir que para ellos nada ha cambiado, los iraníes disparan esta pintoresca propuesta: están listos para “cooperar y abrir negociaciones constructivas con el Gobierno argentino para ayudar a revelar las realidades, basados en el respeto mutuo y en el marco de la ley, para ayudar a impedir la continuación del errado camino de la investigación judicial del caso, y ayudar a administrar justicia de una manera que satisfaga a todos” (Tehran Times. Iran’s Leading International Paper, Teherán, 18 de julio de 2011).
Sobre la base de esta ostensible exhibición de unilateralidad del régimen de Irán, Héctor Timerman se zambulló con su habitual celeridad. La misma noche del domingo 17, el comunicado de la Cancillería argentina rezumaba lo que para expertos profesionales de la casa era una mezcla de amateurismo y llamativa credulidad: “Cabe rescatar que de confirmarse lo publicado, significaría un avance inédito y muy positivo (sic) de las autoridades de la República Islámica de Irán en la causa AMIA”. ¿Inédito? ¿Muy positivo?
Israel, en cambio, no se hizo ilusiones. El embajador de ese país en la Argentina, Daniel Gazit, advirtió que el anuncio iraní “no significa nada” y subrayó que “si quieren colaborar, tienen que responder y entregar a los acusados por el crimen ante la Justicia argentina. Luego del atentado a la AMIA, algunos responsables del hecho recibieron honores en Irán, el Líbano y del grupo terrorista Hezbollah, e incluso les aumentaron el rango militar por su buen trabajo”.
Timerman sabe quién es su “par” iraní, el canciller del presidente Majmud Ahmadinejad, Ali Akbar Salehi. Como reveló Perfil el 26 de marzo de 2011, Timerman y Salehi estuvieron simultáneamente en la ciudad siria de Alepo en enero de 2011 de este año. En ese informe, firmado por este mismo columnista (“Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados”), se preguntaba: ¿por qué, estando la presidenta Cristina Kirchner de gira oficial en Medio Oriente, fue normal, aceptable, y exento de toda sospecha que su canciller se desplazara a Siria y mantuviera una reunión pública con un presidente que no es su par? ¿Por qué lo hizo sin hacerse acompañar del embajador argentino en Siria, el actual director general de África del Norte y Medio Oriente, y por qué, luego de un primer encuentro en Damasco con su par sirio, viajó a Alepo, en coincidencia con la presencia del canciller iraní en Siria?
Lo que se afirmaba en Perfil nunca fue desmentido por el Gobierno argentino. Pero la agencia de noticias siria emitió un cable público el 23 de enero que revela que el canciller sirio se reunió con los de la Argentina e Irán, uno después del otro, y que al día siguiente viajaron a Alepo, donde se entrevistaron con el presidente Al Assad. ¿Para qué un ministro que está acompañando a la Presidenta en una gira estratégica por Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Turquía, se aleja de la misión oficial y coincide, misteriosamente, con el canciller de Ajmadineyad en una ciudad que ni es la capital de Siria?

Aquel informe en Perfil recogía la filtración de un memo de la cancillería iraní al presidente Ajmadineyad, un típico “policy paper” de recomendación intergubernamental donde el responsable de las relaciones exteriores del régimen de ese país le sugería a su presidente que, en virtud de los elementos de juicio manejados por la cancillería iraní, correspondía avanzar en un acuerdo importante con la Argentina, porque para esa cancillería estaban dadas las condiciones para que los argentinos decidan dar vuelta de página en sus relaciones con Irán. 

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