lunes, junio 19, 2017

Capítulo 940 - Actos de clemencia finalizada la II Guerra Mundial











(continuación)
“Algunos de ellos eran buscados como criminales de guerra, por lo que se les proporcionó identidades y documentos nuevos. Mientras los americanos siguieran bien provistos con aquel material, no deseaban saber demasiados detalles, cuando, además, las preguntas hubieran podido ser demasiado comprometidas. Gracias a sus antiguos colaboradores y al dinero americano Gehlen consiguió tanta influencia que, finalmente, el posterior gobierno alemán no tuvo otro remedio que aceptar la ORG como servicio secreto oficial.”
Se advierte que la justicia para juzgar a los criminales de guerra, en esos tiempos,  no fue del todo coherente, ya que las potencias aliadas hicieron la vista gorda, cuando la ocasión fue propicia. Pero ésa es otra historia.
A mayor abundamiento vemos que aún más problemático que la ORG fue la presencia de los colaboradores e informantes libres contratados por los servicios americanos y a quienes protegían de la ley. El caso más conocido fue el de jefe de la Gestapo de Lyon, Klaus Barbie. Escapando de sus perseguidores franceses, Barbie se había esfumado en Alemania, donde también era buscado por el CIC.
Sintiéndose cada vez más acorralado ofreció sus servicios a un departamento del CIC, que lo ocultó de sus perseguidores. Gracias a sus buenos contactos, pronto dirigió algunas redes de espionaje en Francia, Rumanía y Alemania. Solo cuando los rumores de sus actividades se extendieron y cuando Francia exigió su extradición, el CIC le privó de su protección. 

Los americanos, que no tenían ningún interés en que salieran a la luz detalles de esta colaboración, enviaron a Barbie a la Argentina bajo el nombre de Klaus Altmann. No era un caso único. Los servicios secretos occidentales contrataron miles de criminales de guerra buscados por la justicia. Los propios americanos habían creado una vía secreta de evacuación para los casos más problemáticos, la llamada «ruta de las ratas». Con papeles falsificados y muchas veces en uniformes americanos, los fugitivos fueron transportados a través de la frontera italiana, donde con la discreta ayuda del Vaticano fueron conducidos por Génova hasta Nápoles, y desde allí en barco al seguro refugio de América Latina”.

Señala “DW” http://www.dw.com/es/eeuu-protegi%C3%B3-a-criminales-de-guerra-nazis-confirman-archivos-de-cia/a-6326914 que “Los archivos desclasificados de la CIA y del Ejército estadounidense confirman que, luego de concluida la II Guerra Mundial, oficiales de inteligencia de las Fuerzas Aliadas protegieron a nazis y criminales de guerra a cambio de cooperación.
“Indudablemente, el comienzo de la Guerra Fría trajo consigo nuevas funciones para los servicios de inteligencia estadounidenses, nuevas prioridades y también nuevos enemigos. Había menos presión por arreglar cuentas con los alemanes o con los colaboradores del régimen nazi. En ciertos casos, hasta parecía contra productivo”, se lee en el informe publicado por el Archivo Nacional de los Estados Unidos.”

“El informe lleva el título de “Las sombras de Hitler: criminales de guerra nazis, los servicios de inteligencia estadounidenses y la Guerra Fría”, y se basa en información clasificada existente hasta el 2005 y publicada en el Acta de Divulgación de Crímenes de Guerra Nazis, en un esfuerzo del Gobierno de Washington por esclarecer sus propias actitudes. El contenido de la publicación echa luz sobre una cantidad de ex miembros de las SS y de la GESTAPO que huyeron de la justicia con el conocimiento y hasta con ayuda de los EE. UU.”

Rudolf Mildner, por ejemplo, fue inicialmente arrestado en una operación que buscaba a nazis que habrían liderado un grupo clandestino de resistencia nazi. Las autoridades sabían que Mildner había sido miembro de la Gestapo durante un largo tiempo, pero nunca lo presionaron para obtener detalles de los crímenes perpetrados por esa organización contra los judíos o contra otras minorías. Fue detenido e interrogado en Viena, y los oficiales estadounidenses lo calificaron de “muy confiable y cooperativo”.

Al analizar más detalladamente el pasado, sin embargo, se comprobó que Mildner había ordenado la ejecución de entre 500 y 600 ciudadanos polacos en el campo de concentración de Auschwitz. Confrontado con esas acusaciones, Mildner confesó. En el informe se indica que trató de racionalizar sus actos alegando que “los alemanes tuvieron que hacer esas cosas en Polonia y Silesia para preservar el orden y prevenir sabotajes”.

Más tarde, países como Gran Bretaña y Polonia solicitaron la extradición de Mildner. Pero, de acuerdo con el informe, “perseguir y castigar a criminales de guerra no era una alta prioridad en el Ejército a fines de 1946.”

Mildner se prestó a declarar contra el jefe de la Central de Seguridad del Tercer Reich (RSHA), Ernst Kaltenbrunner, durante los juicios de Núremberg, por lo cual se lo liberó en 1949. Así, Mildner pudo huir y su paradero es desconocido hasta hoy.

El material recientemente revelado también arroja luz sobre los planes de la Alemania nazi para Oriente Próximo, donde el liderazgo nazi estableció vínculos estrechos con el gran muftí de Jerusalén, Haj Amin al-Husseini.


Husseini recibió sustancial apoyo económico y logístico de la Alemania nazi con el objetivo de utilizarlo para controlar a los palestinos una vez que Alemania hubiera derrotado a Gran Bretaña en Cercano Oriente. Lo que unía a Husseini y a Berlín era considerar a los judíos su enemigo común.

No hay comentarios.: