(continuación)
No es muy difícil colegir, de la
actitud citada y de similares antecedentes, que el dictador venezolano no
permite la regular visita de los miembros de la Comisión IDH (CIDH) a fin de
intentar disimular su incumplimiento en cuanto al estricto cumplimiento de sus
obligaciones. No olvidemos que Venezuela ha rubricado los tratados
interamericanos. Desde hace años, habida cuenta las exigencias para que
Venezuela cumpla con sus obligaciones convencionales, se ha observado la
intención de Chávez de separarse del seno de la comunidad americana. Finalmente
el 10 de septiembre de 2012 el gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela comunicó al Secretario General de la Organización de los Estados
Americanos, José Miguel Insulza, mediante nota oficial, que denuncia la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, con lo que se abre el proceso de retiro del Sistema
formalmente. Este es el retiro de derecho porque de hecho Venezuela no ha aceptado la visita de la
Comisión al país por casi una década, no ha cumplido con las sentencias de la
Corte y ha venido ignorando a la Comisión, así mismo viola a su antojo la
Convención. A pesar del incumplimiento de Venezuela, lo que da cuenta del
poco respeto de este país hacia los miembros de la comunidad americana agrupados en la OEA, se da el lujo
de denunciar los tratados suscriptos oportunamente. Tal actitud, disfrazada de
una supuesta defensa de la soberanía venezolana, encubre una realidad. Chávez
no cumple con sus obligaciones en materia de respeto por los derechos humanos
dentro de la propia Venezuela. Tratando de evitar que ese organismo critique su
actitud, lo abandona, con el propósito de seguir violándolos. A poco que se
profundice en este tema, vemos como quien se dice un ferviente demócrata, en
realidad es un farsante que se viste de tal, por ejemplo, con el propósito de
disimular que su régimen no respeta las pautas de la democracia. Gracias a este
ardid, es admitido como miembro del
Mercosur, cuando en realidad, Venezuela
carece de aptitud como para integrar ese organismo sudamericano.
La propia carta del Mercosur exige de sus miembros el respeto irrestricto de
las normas de la democracia. Pero, al parecer, existe un concepto de esta
obligación, que varía según sea quien debe cumplir. Para Chávez todo, para el
Paraguay, nada.
En nuestro país, a propósito de la
situación de Venezuela, como siempre ocurre en casos similares, a la ciudadanía le pasó desapercibido el
ataque contra el sistema que defiende
los derechos humanos. Hace
unos pocos días eligieron a Venezuela
como integrante del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
No es un error, un país cuyo presidente se caracteriza en defender públicamente
a cuanto dictador anda suelto por el planeta, ya que defiende ardorosamente a Kadhafi, al
sanguinario dictador de Siria Bashar Al Assad, al régimen comunista de Cuba y a
otros tiranuelos que sería ocioso enumerar es elegido sin tener en cuenta, en
absoluto, que los integrantes del Consejo
deben “mantener los estándares mas altos en la
promoción de los derechos humanos”. Toda
una ironía. Los países latinoamericanos, no tuvieron empacho alguno, en votar a
favor de este peligrosísimo sujeto. Todo
el mundo conoce que el Consejo de Derechos humanos de la ONU, no desempeña un
papel muy trascendental en las Naciones Unidas, ya que pocas veces ha criticado,
a países que se destacan por violar los derechos humanos. Como es el caso de
Siria o el de Irán. Evidentemente
toda una farsa. Es sabido que este organismo internacional ha tenido, entre
sus integrantes mas destacados a China Comunista y a Cuba, países estos dos,
que no se destacan precisamente por su apego a las normas democráticas. La
elección de Venezuela, sin embargo, es
un paso decisivo en contra todo el sistema de defensa de los derechos
humanos. Como sostiene Andres Oppenheimer en la web de El Tribuno, de Salta del
16 de noviembre de 2012, es un “síntoma del desmantelamiento de las
instituciones interamericanas de protección de derechos humanos. A pedido de Ecuador y Venezuela, y
bajo el tramposo pretexto
de “fortalecer” la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados
Americanos (OEA), los
países latinoamericanos han iniciado un proceso de audiencias en la OEA con el objetivo de reducir los poderes de la Comisión de Derechos Humanos y
de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la institución. Ambas agencias
gozan de independencia para investigar casos concretos en países miembros de la
OEA, y publicar informes sobre ellos. Contrariamente a la afirmación de Chávez de que la Comisión
es una herramienta del “imperio”, la
Comisión el año pasado emitió mas medidas cautelares contra Estados Unidos que
contra cualquier país de la región con la excepción de Honduras. Sorprendentemente,
la ofensiva de Ecuador y Venezuela contra los derechos humanos ha logrado conseguir un apoyo tácito de Argentina, Brasil y
otros países supuestamente defensores de los
derechos humanos universales, que le deben a la
Comisión de la OEA gratitud por haber denunciado en su momento a las dictaduras
militares de sus países en la década de 1970.
En lugar de defender la independencia de la Comisión, los cancilleres de los países miembros de la
OEA tienen previsto reunirse en marzo del 2013 para aprobar su debilitamiento.
Mi opinión: El silencio pusilánime de la mayoría de los países latinoamericanos
ante la ofensiva contra la Comisión de derechos humanos y la Relatoría de
Libertad de Expresión de la OEA es algo verdaderamente escandaloso. Se puede
entender que presidentes que pretenden perpetuarse en el poder, como los de
Venezuela y Ecuador, quieran desmantelar el sistema interamericano de derechos
humanos. Pero la
táctica complicidad de Brasil y Argentina, que
sufrieron sangrientas dictaduras militares y
cuyos actuales funcionarios en muchos casos fueron defendidos en su momento por
la Comisión de derechos humanos de la OEA, es vergonzosa. Si no se
detiene este ataque contra la Comisión y la Relatoría de la OEA, Latinoamérica
pronto se verá privada de su mejor línea de defensa contra los abusos a los
derechos humanos, actuales y futuros.
Una suerte de leading case, emblemático y que habla sobre
el escaso o nulo respeto que el dictador Hugo Chávez, tiene por el derecho, por la ley y por las
instituciones de todo tipo de Venezuela, lo constituye el caso “Reverón Trujillo vs. Venezuela, en trámite ante la Corte Interamericana
de los Derechos Humanos, quien ha dictado sentencia el 30 de junio de 2009. Es
indudable que el fallo citado ha tenido hondas repercusiones en su ánimo ya
que, como anteriormente se citó, el encono contra este organismo y similares
internacionales, lo ha llevado a adoptar la postura que hemos aludido. La Corte
inobjetablemente estudió el caso y llegó a conclusiones precisas, que hablan solas y nos señalan que en Venezuela
no rige la democracia. Existe una suerte de fantochada de democracia que no
convence a nadie. El 6 de febrero de 2002 la accionante María Cristina Reverón
Trujillo, es arbitrariamente despojada del cargo de magistrado.
El
13 de octubre de 2004 la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia decretó la nulidad del acto de destitución por considerar que no
estuvo ajustado a derecho, pero no ordenó la restitución de la presunta víctima a su
cargo, ni el pago de los salarios y beneficios sociales dejados de percibir.
Por tales razones, la Comisión I.D.H. alegó que el recurso de nulidad no proporcionó
a la señora Reverón Trujillo un recurso judicial efectivo capaz de remediar, en
forma integral, la violación a sus derechos. La Comisión solicitó a la Corte
que declare que el Estado es responsable por la violación del derecho
consagrado en el artículo 25 (Protección Judicial) de la Convención, en
relación con las obligaciones establecidas en los artículos 1.1 (Obligación de
Respetar los Derechos) y 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de Derecho Interno)
de la misma, en perjuicio de la presunta víctima.
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