(continuación)
A
pesar de que se ha puesto en tela de juicio el significado e incluso la
utilidad de la doctrina de la lex specialis, se considera que esta herramienta
interpretativa sigue siendo indispensable para determinar la influencia
recíproca entre el DIH y el derecho de los derechos humanos. Si bien estas dos
ramas del derecho internacional son, en general, complementarias, la noción de
complementariedad no siempre responde a las intrincadas cuestiones jurídicas
que se plantean sobre el terreno, en casos concretos.
Las situaciones de conflicto armado no pueden equipararse a las situaciones en tiempo de paz, y algunas normas del DIH y de los derechos humanos tienen efectos conflictivos cuando se aplican a los mismos
hechos, porque reflejan la realidad
diferente para la que se elaboró cada normativa. Más adelante, se darán
ejemplos prácticos de esos casos, así como de aquellos en que la aplicación del
DIH y del derecho de los derechos humanos tiene consecuencias análogas.
Cabe destacar,
sin embargo, grandes diferencias de
índole general entre el DIH y el derecho de los derechos humanos. La primera es que el derecho de los derechos humanos obliga de iure sólo a
los Estados, como demuestra el hecho de que
los tratados de derechos humanos y otras fuentes de las normas de derechos
humanos no crean obligaciones para los grupos armados no estatales. El derecho de los derechos humanos regula explícitamente la relación entre un Estado y las personas en
su territorio y/o sujetas a su
jurisdicción (una relación esencialmente «vertical»), imponiendo obligaciones a
los Estados para con los individuos en toda una
serie de conductas.
En cambio, el DIH de los
conflictos armados no internacionales impone expresamente obligaciones tanto a
los Estados como a los grupos armados organizados no estatales, como queda de relieve en el artículo 3 común, el cual enumera las
obligaciones de las «partes» en un CANI. El DIH asigna iguales
derechos y obligaciones al Estado y a la parte no estatal en interés de todas las personas que puedan verse afectadas
por su conducta (una relación esencialmente
«horizontal»).
Esto no significa, por supuesto, que el Estado y la parte no estatal estén en pie de igualdad según
el derecho interno, ya que los miembros de los grupos armados no estatales, como ya se ha señalado, siguen
estando sujetos al derecho interno y pueden
ser perseguidos por los crímenes estipulados en él.”
Aparte de los
aspectos estrictamente jurídicos, hay
consideraciones prácticas que limitan la aptitud de los grupos armados no
estatales para aplicar el derecho de los
derechos humanos. Esos grupos,
en su mayoría, no tienen la capacidad necesaria para cumplir todas las
obligaciones que impone el derecho de los derechos humanos porque no pueden
desempeñar funciones de tipo gubernamental sobre las que se fundamenta la
aplicación de las normas de derechos humanos. En casi todos los CANI, la parte
no estatal carece del aparato adecuado para garantizar el cumplimento de los
derechos humanos dimanantes de tratados y de normas no convencionales («soft law»
– «derecho indicativo»). En cualquier caso, casi todas, y probablemente todas,
las obligaciones del derecho de los derechos humanos que un grupo armado no
estatal poco estructurado podría cumplir en la práctica ya son de obligatorio
cumplimiento en virtud de las disposiciones correspondientes del DIH. Sin
embargo, cabe señalar que la excepción a los casos antes mencionados, es la
situación en que un grupo, generalmente porque controla un territorio de forma
estable, tenga la capacidad de actuar como una autoridad estatal y se puedan
reconocer de facto sus responsabilidades en relación con los derechos humanos.
La
segunda diferencia más importante entre el DIH y el derecho de los derechos
humanos es el respectivo alcance extraterritorial. Es indudable que el DIH de
los conflictos armados internacionales se aplica de forma extraterritorial,
pues su propósito mismo es regular la conducta de uno o varios Estados
implicados en un conflicto armado en el territorio de otro. El mismo
razonamiento es válido en los CANI con un elemento extraterritorial, porque no
se puede eximir a las partes en estos conflictos de las obligaciones que impone
el DIH cuando el conflicto va más allá del territorio de un solo Estado si se
espera que este conjunto de normas tenga un efecto protector.
A
pesar de unas cuantas opiniones disidentes importantes, está ampliamente
aceptado que los derechos humanos se aplican extraterritorialmente según, inter
alia, los fallos de tribunales y cortes internacionales y regionales. Sin
embargo, queda aún por saber en qué medida se aplican. La jurisprudencia más
amplia es la del sistema europeo de derechos humanos, pero su desarrollo
continúa: mientras que los Estados del Consejo de Europa estaban determinados a
«cumplir» sus obligaciones en el extranjero cuando actuaban en relación con la
detención, basándose en el control efectivo sobre las personas o sobre el
territorio en cuestión, aún no hay jurisprudencia respecto a la aplicación
extraterritorial de las normas de derechos humanos sobre el uso de la fuerza.
En
este contexto, cabe recordar que la aplicación extraterritorial del derecho de
los derechos humanos concierne solo a los Estados. No se ha sugerido que los
grupos armados no estatales tengan obligaciones extraterritoriales en relación
con los derechos humanos cuando cruzan una frontera internacional, debido a las
razones de orden jurídico y de otra índole ya mencionadas.
La tercera diferencia importante entre las normas del DIH y el derecho de los derechos humanos es su eventual derogación. Mientras que las normas del DIH son inderogables, los Estados pueden suspender, con ciertas condiciones, la aplicación de algunas
obligaciones dimanantes de tratados de
derechos humanos.”
El
artículo 3 común no contiene disposiciones sobre las garantías procesales para
las personas internadas en un CANI, a pesar de que tanto Estados como grupos
armados no estatales recurren al internamiento. El
Protocolo adicional II menciona
explícitamente el internamiento, con lo cual
queda confirmado que es una forma de privación
de libertad inherente a un CANI, pero no indica cuáles son las razones para un internamiento y tampoco los derechos procesales. Debido a la
falta de especificidad del DIH y algunas cuestiones no resueltas respecto a la
aplicación del derecho de los derechos humanos señaladas más arriba, es
necesario analizar la influencia recíproca del DIH y de los derechos humanos
examinando cada caso por separado. Se abordarán sólo unos cuantos desafíos
jurídicos.
En un CANI
tradicional que tiene lugar en el territorio
de un Estado entre fuerzas armadas
gubernamentales y uno o más grupos armados no estatales, el derecho interno, que reflejará las obligaciones del Estado en
relación con los derechos humanos y el DIH, es
el ordenamiento que contiene las garantías procesales
que debe garantizar el Estado a los miembros de esos grupos que
estén detenidos.
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