martes, octubre 11, 2011

Capítulo 427 - Los otrora insurgentes encuentran amparo en la ignorancia de la ciudadanía.

(continuación)

Nuestra Justicia nada hizo a fin de individualizar a quien o quienes hayan planificado, instigado u ordenado el evento que se relata de seguido y a quienes hayan ayudado a planearlo, a cometerlo, prepararlo o ejecutarlo. Los autores no recibieron la condigna sanción penal, por parte del Estado. En el caso que expondremos, se siguió la teoría facilista de que sólo los militares o los miembros de las fuerzas de seguridad pueden cometer delitos de lesa humanidad. “El 5 de Octubre de 1975, día domingo y en horas de la tarde, cuando la masa de los efectivos se encontraban franco de servicio, Montoneros, organización declarada ilegal por el gobierno Constitucional el 8 de septiembre de 1975, llevó a cabo la más importante y compleja operación militar realizada hasta el momento, denominada “Primicia”. El plan consistía en un ataque para copar el Regimiento de Infantería de Monte 29 sito en Formosa con la finalidad de robar armamento y lograr un gran impacto psicológico en la población. En el libro “La Voluntad”, sus autores, Eduardo Anguita (ERP) y Martín Caparrós (Montoneros), señalan que: “Desde tiempo atrás la organización había decidido dar un nuevo salto cualitativo en su estructura: la construcción formal de un “ejército Montonero” que, decían, sería un ejército popular que se convertiría en un ejército regular instruido y capacitado en el manejo de armamento pesado para encarar operaciones de envergadura y complejidad superior”. Expresamos que fue una operación compleja debido a la cantidad de efectivos y medios empleados, lo complicado de su planeamiento, las características del blanco y los objetivos que perseguían. En su planeamiento y ejecución, debieron resolver distintos problemas que le planteaba el concepto de la operación a realizar: Secuestrar un avión de línea en vuelo para utilizarlo como vehículo de evasión y transporte del armamento sustraído.
Robar otro avión más pequeño (para evacuar a los jefes en caso de fracaso del intento) copar el aeropuerto local mientras se iniciaba el ataque por sorpresa al regimiento con 70 combatientes llegados sincronizadamente de diferentes lugares.
Después de robar el armamento, replegarse al aeropuerto, cargar las armas y al personal participante y despegar de inmediato para aterrizar en un campo de la provincia de Santa Fe y desde allí, empleando vehículos propios dispersarse y trasladar el armamento a depósitos ya previstos.
Los efectivos que atacaron el cuartel provenían de distintas partes del país y por ello tuvieron que utilizar 5 bases de operaciones (Capital Federal, Rosario, Santa Fe, Resistencia y Formosa). En el ataque se utilizaron alrededor de 60 combatientes y más de 10 vehículos, variadas armas de fuego, explosivos y elementos de comunicaciones.

Para el planeamiento y ejecución contaron con la complicidad del soldado Mayol –miembro de Montoneros- que cumplía el servicio militar en el Regimiento y que, traicionando a sus compañeros de conscripción, hizo de entregador y facilitó el ataque donde murieron, entre otros, 10 soldados.
“El ingreso al regimiento lo hicieron por la puerta posterior del cuartel, donde el mencionado Mayol redujo a otro soldado de guardia y posibilitó el acceso.
El cuartel fue así sorprendido pero, descubierto el ataque, la Guardia, el Grupo Retén y otras fracciones aisladas lo repelieron y dieron tiempo a que oficiales y suboficiales –que vivían en barrios próximos- se organizaran en pelotones y a los 10 minutos de escuchar los disparos, estuvieran participando en el combate.
Fue un elemento motivador de la defensa, el alevoso ataque a los soldados que descansaban en el dormitorio de la guardia, matando a varios de ellos. A partir de allí la resistencia se multiplicó.” Advirtamos que el asesinato aleve de 10 soldados, mientras estaban en el interior del cuartel, desarmados, muchos de ellos duchándose y otros descansando en el dormitorio, convierte lo que sería una vulgar y común acción de guerra, en un acto aberrante que podría ser subordinado legalmente al delito de lesa humanidad. Tiene resuelto la Justicia Internacional que la calidad de militar que ostenta la eventual víctima de un asesinato, no empece que el acto pueda ser calificado como delito internacional, si los atacantes aprovechan la indefensión de los destinatarios de su cobarde ataque.

“A partir del momento en que el combate les fue desfavorable, los atacantes huyeron hacia el aeropuerto con varios heridos en dos de los vehículos que quedaron en condiciones y con sólo 18 fusiles FAL (de los 200 previstos) 1 FAP y la pistola del subteniente Masaferro que asesinaron cuando salía del interior de un dormitorio de soldados, dejando 16 muertos propios en el cuartel y llevando varios heridos. Por su parte, los defensores tuvieron 12 muertos (1 oficial, 1 suboficial y 10 soldados) y 19 heridos. Momentos antes del ataque al cuartel, Montoneros había destacado 3 vehículos con dos pelotones al aeropuerto “El Pucú” de la ciudad de Formosa. Allí se produjo un enfrentamiento con 4 efectivos de Gendarmería, uno de los cuales resultó herido. El personal de la fuerza de seguridad fue dominado, aunque pudo dar la alarma. Un vehículo policial que había llegado para recibir al interventor de la provincia, sin saber lo que estaba pasando, fue atacado por sorpresa. Como consecuencia de este ataque, murió un agente y fueron heridos un oficial y otro agente. Después de ello y cuando ya se había iniciado el ataque al cuartel, aterrizó el avión Boeing capturado. Los pasajeros fueron obligados a permanecer en el aeropuerto, el avión fue reabastecido de combustible y colocado en la cabecera de la pista listo para despegar a la espera de los atacantes que tenían que fugar con las armas sustraídas. Simultáneamente los terroristas subversivos huían del regimiento en los dos vehículos que no habían sido destruidos en dirección al aeropuerto. Embarcados, partieron en el Boeing hacia un campo en proximidades de la localidad María Susana de la provincia de Santa Fe. La precariedad de la “pista” preparada determinó que el avión averiara su tren de aterrizaje sin otras consecuencias. Una vez arribados, se dispersaron rápidamente empleando los vehículos que los esperaban. (A poco de llegar, las fuerzas legales, encontraron en un pozo de agua abandonado próximo, 16 de los fusiles robados). Entre los muertos montoneros, cinco de ellos no pudieron ser identificados por no tener documentos ni ir familiares a rescatar sus cuerpos.

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