Al parecer nuestros jueces y fiscales, no se encuentran muy al tanto de lo sucedido y de lo publicado por los organismos internacionales que se ocupan del tema y mantienen prejuicios al respecto. Creemos que su tarea es otra. La objetividad debería presidir sus actos, lo que no se concreta. Por lo que observamos, los jueces y fiscales, en general, no se caracterizan por su independencia e imparcialidad. Derrotada la subversión, siguió sin embargo su actividad, subterránea, con apariencia del legítimo ejercicio de un derecho. Los jueces no tienen en cuenta que la subversión que ha conmovido a nuestro país, sigue en la misma senda disimulando sus fines. Creemos que no solamente no se encuentran muy al tanto, de lo que opinan los organismos internacionales más consultados y con mayor prestigio en el mundo sino tampoco han acertado a valorar con equidad y con justicia todo lo relacionado con lo que sucedió en la Argentina, durante ese triste período. Nada indica que, antes de argumentar sus fallos se hayan valorizado ciertos elementos que, aislados no dicen nada, pero con el respaldo de la abunda prueba documental y testimonial, puede abrir aun más el panorama tornando los fallos hacia una mayor objetividad.
Sostienen los especialistas que “Los países de América, especialmente los latinos, fueron afectados por esta guerra, mediante la explotación de evidentes condiciones de insatisfacción que le servían de pretexto, y así el marxismo adquirió su paulatina expansión". Por medio de esa guerra hizo pie en Cuba y, de allí, al resto del Continente, un solo paso. Nuestro país constituyó un objetivo más, pero prioritario, para las aspiraciones marxistas en el Continente americano, como lo sigue siendo en la actualidad. "En la Argentina se produjo el enfrentamiento de dos formidables adversarios, que dirimieron su superioridad y disputaron el poder político. La justicia se hizo a un lado, se hizo “la distraída”. Ningún argentino de bien, creemos, puede permanecer indiferente mientras es derribado el régimen institucional que nos rige. Debido a circunstancias que desconocemos, muchos han servido de “idiota útil” sirviendo voluntariamente o no, los fines inconfesables de la subversión. “La defensa de lo nacional contra los intereses foráneos. El orden republicano contra la tiranía marxista. Las fuerzas legales de la Nación contra organizaciones clandestinas asociadas ilegítimamente. Los que defendían los valores argentinos históricos, contra quienes pretendían imponer el sistema totalitario marxista-leninista”. Hubo dos organizaciones enfrentadas: “la legal” y “la subversiva”. Cada una con sus propias autoridades políticas y su poder armado estructurado en comandos, escalas jerárquicas y fuerzas que desarrollaron sus propias estrategias en pos de los propios objetivos de guerra. Las bandas políticas y seudomilitares terroristas, alcanzaron dimensiones tales que les permitía disponer de un aparato político y de estructuras militares del nivel unidades de combate, desplegadas en el territorio nacional y apoyadas por una amplia infraestructura, con capacidad logística y financiera, fábricas de armamento y munición sofisticadas, escuelas de cuadros con promociones y jerarquías, reglamentos y justicia revolucionaria, “cárceles del pueblo” y cobro de “impuestos” extorsivos revolucionarios, importantes apoyaturas en el exterior, especial pero no únicamente en los campos de comunicación y de la cultura”.
Al parecer, reiteramos una vez más, nuestra justicia no se ha enterado que la Argentina estuvo al borde del precipicio, al borde de su balcanización y al borde de su “desorganización nacional”. Tampoco se enteró que, si seguíamos así, los jueces iban a ser reemplazados por comisarios políticos con facultades jurisdiccionales. Ni que la actitud a adoptar por los subversivos no obedecía a ellos solamente, sino que era consecuencia de las directivas recibidas, de otros centros subversivos del exterior del país.
De allí que adherimos a la afirmación de que estábamos a un paso para llegar a la triste conclusión de que la justicia argentina, no conoce la historia de su país, al menos a fondo. No conoce al movimiento denominado “entrismo” es decir a quienes, profesando ideas de izquierda radicalizada, sostenedores de la ideología marxista-leninista tal como lo hace Cuba en su Constitución Nacional, han ingresado al peronismo, en forma clandestina accediendo por una ventana y no por la puerta grande. Hasta acá sería lógico que los jueces no profundizaran la historia política, desde el riñón del citado partido político. Pero lo que nosotros exigimos de los eventuales juzgadores, no es la ilustración jurisdiccional respecto de un partido político intrascendente, sino de lo relacionado con un partido político que durante el lapso de cuarenta décadas, ha gobernado al país o ha tenido singular actividad relacionada con las instituciones gubernamentales. Y precisamente esa enorme influencia en la política vernácula, ha movido que militantes marxistas-leninistas hayan tomado como blanco predilecto a tal Partido, infiltrándose en sus filas, con el objeto de pasar desapercibidos y destruir al gobierno de turno, utilizando el traje de "peronistas". El fin era y sigue siendo, por cierto, implantar un gobierno, un estilo marxista-leninista similar al cubano. No se trata de una falsificación doctrinaria, sino del sangriento intento de implantar una nueva doctrina. No debemos hacer a un lado que, aunque parezca mentira, es evidente que el “Entrismo” no conocía al Peronismo. Ni siquiera se tomó el trabajo racional, de leer un poco su historia, para entonces no equivocarse y de tal suerte poder llevar a cabo su tarea, su triste tarea de poder ingresar en el aludido partido, aspirando a ejercer las más altas funciones dentro de él, con el propósito de dinamitarlo desde ese lugar.
En el Capítulo V del libro “La Razón de Mi Vida”, escrito por Evita, libro que no podrá ser calificado como de autoría de un reaccionario imperialista, nos sintetiza Evita lo que el peronismo pensaba sobre la izquierda. Su autora no puede ser tildada de ignorante del tema, ya que es público y notorio que visitaba a los que ella llamaba cariñosamente sus “grasitas”. No hesitaba en mezclarse con ellos. Hasta besando a algún leproso, sin asco. En la actualidad, algunos que ostensiblemente intentan imitarla, creo que cuando están entre los pobres, no pueden evitar el gesto repugnándoles el “olor a pobre que tienen”. Reseña Eva Perón: “Un día me asomé, por la curiosidad que derivaba de mi inclinación, a la prensa que se decía del pueblo. Buscaba una compañía… ¿No es acaso verdad que casi siempre, en los libros, en los libros y diarios que leemos, buscamos más una compañía que un camino para recorrer o una guía que nos conduzca? Por éso tal vez leí la prensa de izquierda de nuestro país; pero no encontré en ella ni compañía, ni camino y menos quien me guiase.
Los “diarios del pueblo” condenaban, es verdad, al capital y a determinados ricos con lenguaje duro y fuerte, señalando los defectos del régimen social oprobioso que aguantaba el país. Pero en los detalles, y aún en el fondo de la prédica que sostenían, se veía fácilmente la influencia de ideas remotas, muy alejadas de todo lo argentino; sistemas y fórmulas ajenas de hombres extraños a nuestra tierra y a nuestros sentimientos. Se veía bien claro que lo que ellos deseaban para el pueblo argentino no vendría del mismo pueblo. Y esta comprobación me puso de inmediato en guardia…” .
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