sábado, abril 28, 2012

Es una burda patraña que Evita haya militado alguna vez en la izquierda marxista-leninista como burdamente, nos quieren hacer creer.




                                                                      
(Continuación)

Sigue Evita reseñando en el texto anteriormente citado: “Me repugnaba asimismo otra cosa: que la fórmula para la solución de la injusticia social fuese un sistema igual y común para todos los países y para todos los pueblos y yo no podía concebir que para destruir un mal tan grande fuese necesario atacar y aniquilar algo tan natural y tan grande también como es la Patria. Quiero aclarar aquí que hasta no hace muchos años, en este país, muchos “dirigentes” sindicales (a sueldo) consideraban que la Patria y sus símbolos eran prejuicios del capitalismo, lo mismo que la religión. El cambio que después hicieron es otra razón que me hizo desconfiar de la sinceridad de estos “ardientes defensores del pueblo”.

“La lectura de la prensa que ellos difundían me llevó, eso sí, a la conclusión de que la injusticia social de mi Patria sólo podría ser aniquilada por una revolución; pero me resultaba imposible aceptarla como una revolución internacional venida desde afuera y creada por hombres extraños a nuestra manera de ser y de pensar. Yo sólo podía concebir soluciones caseras, resolviendo problemas a la vista, soluciones simples y no complicadas teorías económicas; en fin, soluciones patrióticas, nacionales como el propio pueblo que debían redimir.

¿Para qué -me decía yo- aumentar, por otra parte, la desgracia de los que padecen la injusticia quitándoles, de ese mundo que estaban acostumbrados a contemplar, la visión de la Patria y de la Fe?  Me decía que era como quitar el cielo de un paisaje. ¿Por qué, en vez de atacar constantemente a la Patria y a la religión, no trataban los “dirigentes del pueblo” de poner esas fuerzas morales al servicio de la causa de la redención del pueblo? Sospeché que aquella gente trabajaba más por el bienestar de los obreros, por debilitar a la nación en sus fuerzas morales.  ¡No me gustó el remedio para la enfermedad!  Yo sabía poco pero me guiaba mi corazón y mi sentido común y volví a mis pensamientos de antes y a mis propios pensamientos, convencida de que no tenía nada que hacer en aquella clase de luchas. Me resigné a vivir en la íntima rebeldía de mi indignación. A mi natural indignación por la injusticia social se añadió, desde entonces, la indignación que habían levantado en mi corazón, las soluciones que proponían y la deslealtad de los presuntos “conductores del pueblo” que acababa de conocer. ¡Me resigné a ser víctima!”. 

A quienes se autocalifican de  “montoneros”, diciéndose “peronistas" -a quienes quieran oírlos en el fondo confiesan que son marxistas-, es evidente que les debe caer muy mal tanto estas expresiones de Evita como las similares del general Perón. Salvo que para ellos, se haya creado una agrupación peronista a su gusto y paladar.  En la actualidad podemos observar que para este grupo, todo se trata de un negociado mercantil de la peor laya.  Esta juventud, denominada a veces como “jóvenes utópicos” o “juventud maravillosa”, no tiene la menor idea de que su ídolo, su Líder el General Juan Domingo Perón, no comulgaba con la generalmente conocida como “zurda”.  

En 1947 el general Perón  envió a Evita a diversos países de Europa, como su representante personal. En la ocasión varios diarios locales se hicieron eco de tal importante visita. Acotemos que, como es lógico habida cuenta la ideología peronista que pregonaba, los partidarios de la izquierda la ignoraron. Actuaron guiados por la lógica, ya que no se trataba de una de las suyas, tal como pertinazmente el oficialismo y los suyos pretende hacernos creer. Nosotros afirmamos, con fundamento en todos estos antecedentes, que quienes encabezan o fundaron agrupaciones, que denominan Evita o similares, y sostienen que “Si Evita viviera sería montonera” se equivocan de cabo a rabo. 

Les guste o no a tales personajes, que interpretan una comedia o un drama, resulta imposible ocultar la realidad de lo sucedido. Estos mitómanos de la política tienen  a su favor primero, su inútil y ponzoñosa pasión, por lo que bregan en política y segundo su habilidad en utilizar las mas ruines armas, para convencer al electorado. No trepidan en usar la estafa moral, jugando con el hambre y el legítimo sentimiento,  del presunto beneficiado. Nadie se ocupó de sacar a la luz, que Evita fue ignorada durante su viaje, por las principales centrales obreras europeas,  manejadas por los comunistas. Los medios de esa ideología la atacaron con el argumento de que era fascista, no solo por sostener tal ideología, sino por haber recibido de manos del generalísimo Francisco Franco la Orden de Isabel La Católica. No podrían nunca entender a Eva Perón. Estaban y actualmente están, en otra cosa. Pero como los tiempos cambiaron, transcurridas ya mas de cuatro décadas, con un don de oportunidad y un cinismo que asombra, pretenden ser peronistas y partidarios de Evita, la misma persona a la que hace décadas,  tanto en Europa como en la Argentina, atacaron con extrema  crudeza siendo blanco de insultos y críticas salvajes. 

Repasando sus discursos en España, por ejemplo, se cansó de hacer saber a los españoles que en la Argentina, el general Juan D. Perón sostenía la misma aspiración de Franco, en cuanto al bienestar de los trabajadores y la justicia social. Regresó a la Argentina portando otra condecoración que Franco otorgó al general Perón, la más alta de España. Tales datos, revelan la consideración que ella tenía hacia la España franquista y a su líder. A poco que hagamos una ligera reflexión, veremos que la pretendida militancia de Evita, en las filas de la izquierda revolucionaria, no es sino una trampa sutil destinada a confundir a la gente. Fue  ideada por los propios militantes revolucionarios subversivos, a fin de lograr que gran parte de la masa trabajadora se acerque a ellos, cosa imposible durante el lapso que vivió Perón. 

Otro de los fines que llevaba el “secuestro” de la memoria de Evita fue ungirla como mascarón de proa de las organizaciones terroristas y tratar por este medio de opacar la memoria de su maestro y mentor, es decir el general Juan D. Perón. Habilísima maniobra que no ha sido estudiada como elemento probatorio, por los magistrados que instruyeron los sumarios relacionados con la actuación de la subversión, en  al década del 70. 

La realidad nos revela, sin discusión alguna, que ciertas organizaciones terroristas, obedecían las órdenes e instrucciones, relacionadas con su actividad subversiva,  emanadas desde el exterior, desde La Habana, para ser más precisos. No les importó tal circunstancia, a quienes juzgan. Nuestra Justicia exigió que la denuncia contra los terroristas subversivos, fuera acompañada de la pertinente prueba, en su totalidad, suficiente como para declarar a los imputados como responsables  prima facie, de la autoría de los eventos criminosos subversivos que se le endilgaban.  Nosotros entendemos que la adquisición de los elementos probatorios, era una tarea de cada juez como así también la valoración de ellos, colaborando los fiscales y eventualmente los querellantes si los hubiere. Ni el Tribunal de Casación lo entendió de tal forma, como por ejemplo en el caso del atentado a las oficinas de Coordinación Federal, tantas veces referido y que se imputa a miembros de la banda de delincuentes conocida como “Montoneros”. 

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