“En los
años 1937 y 1938 (…) en la culta ciudad de Barcelona, bajo la “República” española y el Estatuto
catalán, los hombres construyeron ergástulas
de tortura refinada, infinitamente más completas
y perfectas que las de los siglos bárbaros, para hacer sufrir,
física y psíquicamente a otros hombres por el solo hecho de no pensar en la misma forma que sus
verdugos”. “La cheka llamada de Vallmajor era el local social de la
Sección sexta del SIM (…); a pesar de su relativa pequeñez, la población penal
existente en ella fue de unos 350 a 550 reclusos. El otro “preventorio” del SIM
estaba situado en la calle Zaragoza, y albergaba una población penal de unos
300. En ambos
“centros penitenciarios” se empleaban bastantes métodos de tortura:
la “nevera”, la “verbena” la “silla eléctrica”, o el “huevo”, a más de
traumatismos directos en verdadera riqueza de modalidades, ora el puñetazo,
cuyos resultados iban desde el manto cardenalicio con hemorragia hasta la
rotura de huesos y extirpación de ojo, o bien el “vergajazo” o la delicada
ingeniosidad de saltar sobre los pies desnudos del presos, o tostárselos
a fuego lento. La “verbena” consistía en
un cajón de madera cuyas dimensiones obligaban a estar encogido, ni de pie ni
sentado, dando frente a una mirilla con una potente lámpara encendida, mientras
la tapa superior golpeaba sobre la cabeza con fuerte ruido. Se consiguió
por este método un máximo de sufrimiento físico y psíquico. La
“silla eléctrica” servía para convulsionar al que en ella se sentaba, con
descargas de diferente y creciente intensidad (…) Eran tan horribles y espantosos los
sufrimientos, que se produjeron muchos intentos de suicidio. M. Robles se tiró
al patio, y aquel sonriente y bondadoso viejo, Francisco Morera, regresó de un
interrogatorio lleno de sangre que le manaba hasta por las orejas, y, después
de unas horas de insensibilidad en el suelo, se ahorcó de un grifo a setenta
centímetros del piso, con su cinturón. Son dos botones de muestra”. (N. de R: como es fácil advertir al lector, quienes
instalaron algo similar en la ESMA no fueron originales, ya que integrantes del
bando de la República ya había
“instalado” esta verdadera máquina de torturar y matar. Claro que, en
estos casos tan especiales, como los imputados de haber cometido tales
inhumanas tropelías no eran del bando de la derecha, no fueron imputados sus autores, sino a la
ligera, sin profundizar mayormente sobre estos eventos aberrantes.
Al punto que la mayoría de los profanos, no tiene idea de lo sucedido en esa época, en el
territorio de la Madre Patria. Quienes nos hicieron llegar las noticias del
conflicto entre hermanos, que allí se desarrollaba, se caracterizaban por profesar hacia los
republicanos una no oculta simpatía.).
Prosiguiendo
con lo que refiere D. Pío Moa, “Otra especialidad fueron los campos de
concentración, llamados eufemísticamente “de trabajo”, mucho más brutales que cualesquiera del
bando contrario: “Entre tales campos, el más célebre por su negra
historia fue el número 3, situado en Omells de Nagaia (Lérida), que, en los
últimos tiempos tuvo por jefe a un tipo (…) llamado Monroy, que tenía más
muertos sobre su conciencia que pelos en la espesa barba. Allí, entre
muchísimos otros, mataron a varios amigos; me acuerdo siempre del jovial médico
Casimiro Torrens, apolítico, tan buena persona y llena de vida… a quien asesinaron
porque se negó a certificar la defunción, por enfermedad, de un preso muerto
tras un bárbaro y prolongado martirio. El campo núm. 1 estuvo en
Hospitalet del Infante, y tuvo como jefe también a Monroy. Mucha fue, asimismo,
la gente en él asesinada, en virtud de la opinión del Mandamás de que
“quien no podía trabajar no servía a la República” y, por tanto, se le pegaba
un tiro en la nuca. Solía curar a los enfermos de febrículas obligándoles a
permanecer, en pleno invierno, veinte minutos dentro del mar,
escogiendo para ello la hora del atardecer y buscando, incluso, los días
ventosos, tan frecuentes en aquella costa. Deporte favorito en el tal “campo”
era el de lanzar piedras sobre los desdichados presos (…) Sin duda por esto y
por su ferviente espíritu republicano, le nombraron (a Monroy) jefe de los campos
de concentración, durante cuyo mando se mató a los recluidos en ellos por los
motivos más nimios...” Hay que decir que sobre las chekas y los campos de
concentración dieron también testimonio diversos izquierdistas que los sufrieron en las represalias
mutuas entre las izquierdas.” (...). (Seleccionado
de la web española de Libertad Digital, “Sadismo Republicano”, del 03-01-11, de
D .Pío Moa)
Destaca
además que “Uno de los tópicos sobre nuestra guerra civil –después de caer por
tierra el embuste de que la represión nacional fue muy superior a la roja–
afirma que en
los dos bandos hubo un terror parecido. Quizá en cifras absolutas
sea así, pero no, desde luego, en la intensidad de los odios y de la crueldad, en la cual el
Frente Popular superó, con mucho, a sus contrarios. Hice algunas
referencias al hecho en Los mitos de la guerra civil, un rasgo casi
siempre mezclado con robos y pillajes masivos.”
“Como, en términos puramente humanos, los dos
bandos pertenecían al mismo país, resultan un poco chocantes estas diferencias.
La clave no está, desde luego, en las personas mismas, sino en las concepciones
y sistemas políticos implicados. He expuesto en varias ocasiones y libros la frecuente invocación al odio como arma revolucionaria por
parte del PSOE y de otros partidos de
izquierda. A menudo la derecha ha calificado de
"fratricida" a la guerra civil, pero este era un concepto muy alejado
de la izquierda: incluso una persona relativamente moderada como Federica
Montseny negaba cualquier posible sentimiento fraternal, afirmando que entre su
bando y el contrario había más diferencias que entre los habitantes de la
Tierra y los eventuales marcianos. Según las doctrinas izquierdistas, las derechas no representaban otra cosa que la
opresión, el atraso, la explotación de los trabajadores y el oscurantismo religioso. No había, por tanto,
ninguna razón para tenerles consideraciones. Admitiendo ese punto de vista, su
odio resultaba mucho más radical de lo que podía ser el de la derecha, pues
esta, debía admitirse, se veía obligada a limitar su terror y a respetar a la
masa de las izquierdas, ya que vivía de explotarlas (aunque la mitad
del pueblo, al menos, votase a los explotadores). En cambio las izquierdas nada tenían que perder, más bien al contrario, exterminando a sus enemigos. Y con tanta
mayor saña y despreocupación moral podían hacerlo cuanto que, desdeñosos de
ideas religiosas, sabían que no había otra vida en la que debieran penar por
ningún crimen. Si alguna contención hubo, derivó del mal efecto de su terror en
otros países a cuya ayuda aspiraban, y del miedo creciente a perder la guerra y
sufrir las consecuencias.”
“La propaganda "republicana", es decir,
del Frente Popular y de inspiración básicamente comunista, ha achacado las
atrocidades a los anarquistas, cuando en verdad todos las cometieron; o, alternativamente, a
"venganzas" lamentables pero comprensibles por parte de
gente inculta y secularmente oprimida. En realidad fueron los dirigentes de los
partidos, gente relativamente culta e imbuida de doctrinas utópicas, quienes con sus
propagandas incitaron a la gente año tras año, y
organizaron de forma sistemática el terror mediante las chekas, el SIM y otros medios. Una variante de esa
falsedad, en Cataluña, consistió en la atribución de los crímenes a "los
murcianos y andaluces" inmigrados. Pero, observa José María Fontana (Los
catalanes en la guerra de España), la intensidad del terror en Cataluña
fue superior al de otras regiones, y en él participaron todos los partidos y
toda clase de apellidos regionales.” (Seleccionado
de la web de Libertad Digital, del 07-01-11)
Se ha señalado que la historia, al estudiar los
hechos y procesos del pasado humano, es un útil para la comprensión del
presente y plantear posibilidades para el futuro. El repaso de eventos
similares, mediante la heurística, nos obligan a aplicar principios, reglas,
estrategias y programas que faciliten la solución a los problemas que se plantean
en los casos similares a los examinados. Entendemos que acudir a los sucesos desarrollados,
por ejemplo, en la España de la década del 30, nos permite aplicar la
experiencia de ellos y de tal suerte entender lo que pasó allí, las soluciones
y los tropiezos que se tuvieron que encontrar, lo que a la postre posibilita
poder no incurrir en los mismos errores señalándonos
cual de los caminos es el equivocado. Otra finalidad no nos guía. El propósito
del detenido estudio de lo sucedido y sus secuelas sangrientas, debería servirnos
de ejemplo, para evitar dar pasos en
falso. Se ha dicho que la historia se repite. Nosotros creemos que, como los
actores de la historia son los hombres, con sus virtudes y sus defectos, dadas
ciertas condiciones la reacción, positiva o negativa se repite automáticamente.
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