viernes, julio 20, 2012

Capítulo 522 - Donde se habla de la idiosincracia de los radicalizados marxistas-leninistas.








(continuación)
“Como botón de muestra expondré una denuncia anarquista, espigada del libro de Abad de Santillán  Por qué perdimos la guerra: "Un buen día se recibe en las brigadas pertenecientes al XXIII Cuerpo de Ejército [de mando comunista] una orden de éste para que cada Brigada mandase un pelotón o escuadra de gente probada como antifascista. Así se hace y se le dan instrucciones completas para que marchen a Turón, pueblecito de la Alpujarra granadina. Se les dice que hay que eliminar a fascistas para el bien de la causa. Llegan a Turón los designados y matan a 80 personas, entre las cuales la mayoría no tenían absolutamente por qué sufrir esa pena, pues no era desafecta y mucho menos peligrosa, dándose el caso de que los elementos de la CNT, del partido socialista y de otros sectores mataron a compañeros de sus propias organizaciones, ignorando que eran tales y creyendo que obraban en justicia, como les habían indicado sus superiores. También hay casos de violación de las hijas [que se ofrecían] para evitar que sus padres fuesen asesinados. Y lo más repugnante fue la forma de llevar a cabo dichos actos, en pleno día y ante todo el mundo, pasando una ola de terror trágico por toda aquella comarca". Se estaba construyendo una carretera, y los muertos fueron enterrados en la zanja de la misma carretera. Observemos que el autor del informe veía normal asesinar a los "fascistas" y violar a sus hijas. Lo que rechazaba era sufrir la misma suerte a manos de sus camaradas de armas. Este tipo de terror está por estudiar a fondo, y valdría la pena que algún historiador joven y serio se pusiese a la tarea. Madariaga ha escrito que con la insurrección del 34 las izquierdas perdieron cualquier derecho moral a condenar la rebelión derechista del 36. Pero debemos añadir dos observaciones: esa falta de derecho moral no viene sólo del hecho de la insurrección, pues las izquierdas pudieron haber rectificado; pero no lo hicieron. Y como no lo hicieron, arruinaron la legalidad desde febrero de 1936. Hay una diferencia esencial entre el alzamiento izquierdista del 34 y el derechista del 36. El primero atacó a un Gobierno plenamente legítimo tanto por haber ganado en las urnas por amplia mayoría como por haber respetado la Constitución, defendiéndola contra los insurrectos. En cambio, el alzamiento del 36 fue contra un Gobierno salido de una elecciones tan anormales que ni siquiera se publicó el resultado de las votaciones, un Gobierno que arrasó la ley desde el poder junto con un movimiento revolucionario en las calles y campos. (…)”.

“Estamos, pues, como he señalado en otro lugar, ante una falsificación radical, evidente a poco que se reflexione. "Consiste en la pretensión de que el Frente Popular representaba la democracia en España. Un somero repaso de los partidos de ese Frente permite entender la imposibilidad material del aserto: el grupo decisivo lo componían los stalinistas del PCE y los marxistas revolucionarios del PSOE, a veces más radicales aún que los comunistas; luego venían los anarquistas, los republicanos golpistas de Azaña y de la Esquerra, y los racistas del PNV. Todos ellos bajo la protección de Stalin. La falsificación no es menos grotesca que presentar a Hitler como protector de los judíos. Y sin embargo fundamenta una amplísima historiografía y, por supuesto, la actual memoria histórica, que sin ese mito se derrumbaría. Nos dejaría perplejos su éxito si no tuviéramos conciencia de haber vivido en el siglo de la propaganda, cuando, según frase tópica de Göbbels, una mentira muy repetida se transforma en verdad. Esa repetición, acompañada de la descalificación radical a cuantos discrepen, impresiona a la mayoría y llega a hacerle ver lo blanco negro. Logrado lo cual, la falsedad arraiga, y la resistencia a abandonarla se hace muy fuerte". En resumen: ni el terror del Frente Popular fue de respuesta al derechista, ni tuvo carácter popular o espontáneo, ni fue inferior al de los nacionales, ni el levantamiento de julio del 36 se efectuó contra un Gobierno legítimo. A este último respecto, una falsa idea de la democracia, que ha causado enorme daño en Hispanoamérica y en nuestro país, lleva a creer que quien gana las elecciones tiene derecho a todo. Pero la legitimidad no nace sólo de las urnas, también, y todavía más, del respeto a la Constitución y a las reglas del juego democrático.” (Seleccionado de la web de Libertad Digital: Artículo titulado “Represión y memoria histórica" por Pío Moa).
Nos resulta útil, a sus efectos, traer a colación lo que surge de una nota publicada en la misma web española de Libertad  Digital, el 13 de octubre del 2009, relacionada con la eventualidad de lo que hubiera sucedido en la Madre Patria, en el hipotético caso de que hubiera triunfado el comunismo en España. Creemos firmemente, a pesar de las opiniones en contrario que alientan los medios radicalizados, tanto en España como en nuestro país, que en el caso de haber triunfado los “democráticos” erpianos y montoneros, hubiera sucedido exactamente lo mismo, en cuanto a la constante violación de los derechos humanos, so capa de  “defender los principios de la Revolución”. Reseña la nota en cuestión: “¿Qué hubiera pasado si la República hubiera ganado la Guerra Civil?  Esta pregunta, que puede ser atrevida, y que tan difícil respuesta puede obtener, algunos la tendría como simple aspiración. Principalmente hubiera supuesto que muchos republicanos hubieran ido a parar a las cárceles o serían despojados de sus derechos políticos durante un largo tiempo. Actualmente, en Extremadura, los árboles no dejan ver los bosques; así existe la creencia, todavía, que los rojos eran muy buenos, y que defendían el Estado de Derecho, la democracia, la convivencia y los derechos humanos. Comenzada la Guerra Civil fueron asaltadas las viviendas de los principales políticos de la derecha (ya fueran republicanos o monárquicos, lo mismo daba). Cualquier documento encontrado que citara a cualquier persona sería prueba de cargo suficiente para ser declarada como «desafecto al régimen republicano». Esto es así porque los Gobiernos de Largo Caballero y después de Negrín dictaron varios decretos disponiendo que cualquier documento anterior a la sublevación militar encontrado por la policía que mostrara adhesión a políticos que en el debate parlamentario se habían mostrados contrarios al Frente Popular era suficiente para ser juzgado. Esto es la «democracia» de la República

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