sábado, febrero 21, 2015

Capítulo 766 - La Justicia alemana condena al gobierno de Irán por terrorismo













              Cristina F. de Kirchner, crítica de la Marcha, en una marcha del silencio en Francia








(continuación)
A continuación, la crónica establece una comparación entre las escenas donde fueron encontrados los funcionarios judiciales. "Alberto Nisman murió el 18 de enero de 2015, en su departamento, de una bala en la cabeza disparada por una pistola que le había pedido la víspera a uno de sus colaboradores. Tenía 51 años. La investigación sobre su muerte está en curso y todas las hipótesis siguen abiertas. Pese a que la mayoría de los indicios hacen pensar en un suicidio, numerosos argentinos creen que fue asesinado. Gilles Boulouque murió el 13 de diciembre de 1990, en su casa, de una bala en la cabeza disparada por su arma de servicio. Tenía 50 años. Según la investigación, se habría suicidado, pero todavía hay franceses que dudan de ello". (…)

A la par de las similitudes, también hubo características diferentes en la coyuntura de cada investigación, según detalla el artículo publicado en el sitio de la emisora. "Nisman, magistrado muy mediático, estaba apoyado por toda la prensa argentina hostil al Gobierno, y por un importante sector del aparato judicial. Boulouque, hombre discreto, fue atacado por la mayoría de los medios franceses por su supuesta complicidad con el intercambio que permitió liberar a Gordji y hasta fue inculpado por el Ministerio Público por 'violación del secreto de la instrucción'. Pero ambos magistrados fueron dejados solos, cuando estaban presionados y amenazados por investigar hechos de terrorismo internacional en los que pudieron haber intervenido varios servicios de inteligencia (el iraní obviamente, pero también el Mossad israelí y la CIA estadounidense, así como los de sus respectivos países) y sobre los cuales pesaban intereses de Estado en gran parte ocultos".

Resta señalar, con relación al llamado caso Mikonos, ampliando lo referido en el capítulo 764, que en el diario Página 12 con fecha 1° de abril de 1997, se publicó un comentario firmado por “W.G.” titulado “Condena contra el gobierno iraní”. Hace referencia que, en este caso, por primera vez la justicia condenó en Alemania al gobierno de Irán, por terrorismo. Refiere la nota que “El Tribunal Supremo de Berlín condenó ayer jueves a cadena perpetua al iraní Karem Darabi, presunto miembro de los servicios secretos iraníes (Vevak), como organizador del atentado, y al ciudadano libanés Abas Rayel, dos de los acusados por el asesinato que costó la vida al presidente del Partido Democrático del Kurdistán (iraní), Shadej Sharafkindi, y a otros tres disidentes kurdos iraníes, en el restaurante Mykonos de la capital alemana, el 12 de setiembre de 1992. Otros dos acusados, cómplices del asesinato, recibieron penas de 11 y cinco años y un quinto salió absuelto. En la fundamentación de la sentencia, el tribunal berlinés señala a la dirección política del Irán como instigadora del asesinato. Estas decisiones sobre crímenes contra disidentes en el extranjero se adoptaron en el seno del "Comité para Asuntos Especiales" en el que participaron los más altos dirigentes del régimen iraní, estima el tribunal berlinés.

El objetivo del asesinato, ordenado desde el poder, era acallar las voces opositoras al régimen. Tras conocerse la sentencia, Alemania expulsó a cuatro de los sesenta diplomáticos iraníes acreditados en Bonn, retiró a su embajador en Teherán y reconoció el fin al controvertido "diálogo crítico". Teherán respondió con una medida simétrica.  La sentencia de Berlín abre una tormenta política pero cierra el caso Mykonos, bautizado así por el nombre del restaurante donde cuatro libaneses y un iraní, al servicio del régimen de Teherán, asesinaron a tiros a tres dirigentes en el exilio de un partido kurdo iraní de orientación socialdemócrata y a un intérprete que se encontraba con ellos aquella noche.

La parte más delicada de la sentencia de Berlín no es tanto la condena a los asesinos y sus cómplices como la referencia a la dirección del régimen iraní. En ese comité, que imparte las órdenes de asesinar a los opositores, se sientan nada menos que el jefe del Estado Ali Akbar Rafsanjani, el máximo líder religioso Ali Jameini y el jefe de los servicios secretos, Ali Fallahiyan. Este último personaje se entrevistó el 7 de octubre de  l993 en la Cancillería en Bonn con el coordinador de los servicios secretos alemanes, ministro de Estado Bernd Schmidbauer, durante una visita oficial a Alemania. El 14 de marzo del año pasado, el tribunal supremo alemán dictó orden de captura contra este individuo bajo la acusación de ordenar los asesinatos del caso Mykonos.


Tres años y medio tardó en producirse la sentencia, que se emitió ayer en Berlín, en medio de extraordinarias medidas de seguridad, con unos 2.000 policías encargados de controlar el orden y francotiradores, ubicados en las azoteas de los alrededores. Bonn teme ahora las repercusiones en Irán de la sentencia, que acusa, sin nombrarlos, a los máximos dirigentes del régimen de ordenar asesinatos terroristas contra los opositores en el exilio. Los líderes religiosos iraníes han respondido emitiendo una amenaza de fatwa (condena de muerte) contra los tres miembros del equipo acusador que recuerda a la lanzada contra el escritor Salman Rushdie. Unos 500 alemanes residen en Irán, incluido el personal diplomático y sus familiares, y uno de los temores latentes es la posibilidad de que Teherán tome represalias contra ellos.” Surge el natural interrogante: ¿En el caso de la muerte de Nisman, estaríamos muy errados si pensamos que podría haberse repetido el acto de acallar al acusador, matando al titular de la Fiscalía?


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