Cristina F. de Kirchner, crítica de la Marcha, en una marcha del silencio en Francia
(continuación)
A continuación, la
crónica establece una comparación entre las escenas donde fueron encontrados
los funcionarios judiciales. "Alberto Nisman murió el 18 de enero de 2015,
en su departamento, de una bala en la cabeza disparada por una pistola que le
había pedido la víspera a uno de sus colaboradores. Tenía 51 años. La
investigación sobre su muerte está en curso y todas las hipótesis siguen
abiertas. Pese a
que la mayoría de los indicios hacen pensar
en un suicidio, numerosos argentinos creen que
fue asesinado. Gilles Boulouque murió el 13 de diciembre
de 1990, en su casa, de una bala en la cabeza
disparada por su arma de servicio. Tenía 50
años. Según la investigación, se habría
suicidado, pero todavía hay franceses que
dudan de ello". (…)
A la par de las
similitudes, también hubo características diferentes en la coyuntura de cada
investigación, según detalla el artículo publicado en el sitio de la emisora. "Nisman,
magistrado muy mediático, estaba apoyado por toda la prensa argentina hostil al
Gobierno, y por un importante sector del aparato judicial. Boulouque,
hombre discreto, fue atacado por la mayoría de los medios franceses por su supuesta complicidad con el intercambio que permitió
liberar a Gordji y hasta fue inculpado por
el Ministerio Público por 'violación del secreto
de la instrucción'. Pero ambos magistrados fueron dejados solos, cuando estaban presionados y amenazados
por investigar hechos de terrorismo
internacional en los que pudieron haber intervenido varios servicios de inteligencia
(el iraní
obviamente, pero también el Mossad israelí y la CIA estadounidense, así como
los de sus respectivos países) y sobre los
cuales pesaban intereses de Estado en gran parte ocultos".
Resta señalar, con relación al llamado caso Mikonos, ampliando lo referido
en el capítulo 764, que en el diario Página 12 con fecha 1° de abril de 1997,
se publicó un comentario firmado por “W.G.” titulado “Condena contra el
gobierno iraní”. Hace referencia que, en este caso, por primera vez la justicia
condenó en Alemania al gobierno de Irán, por terrorismo. Refiere la nota que “El Tribunal Supremo de Berlín condenó ayer jueves a
cadena perpetua al iraní Karem Darabi, presunto miembro de los servicios
secretos iraníes (Vevak), como organizador del atentado, y al ciudadano libanés
Abas Rayel, dos de los acusados por el asesinato que costó la vida al presidente del
Partido Democrático del Kurdistán (iraní), Shadej Sharafkindi, y a otros tres
disidentes kurdos iraníes, en el restaurante
Mykonos de la capital alemana, el 12 de
setiembre de 1992. Otros dos acusados, cómplices del asesinato,
recibieron penas de 11 y cinco años y un quinto salió absuelto. En la
fundamentación de la sentencia, el tribunal
berlinés señala a la dirección política del Irán como instigadora del asesinato. Estas decisiones sobre crímenes contra
disidentes en el extranjero se adoptaron en el seno del "Comité para
Asuntos Especiales" en el que
participaron los más altos dirigentes del régimen iraní, estima el tribunal berlinés.
El
objetivo del asesinato, ordenado desde el poder, era acallar las voces
opositoras al régimen. Tras conocerse la sentencia, Alemania expulsó a cuatro
de los sesenta diplomáticos iraníes acreditados en Bonn, retiró a su embajador
en Teherán y reconoció el fin al controvertido "diálogo crítico".
Teherán respondió con una medida simétrica.
La sentencia de Berlín abre una tormenta política pero cierra el caso Mykonos, bautizado
así por el nombre del restaurante donde cuatro libaneses y un iraní, al
servicio del régimen de Teherán, asesinaron a
tiros a tres dirigentes en el exilio de un partido kurdo iraní de orientación socialdemócrata y a un intérprete que se encontraba con ellos
aquella noche.
La
parte más delicada de la sentencia de Berlín no es tanto la condena a los asesinos y sus
cómplices como la referencia a la dirección del régimen iraní. En ese
comité, que imparte las órdenes de asesinar a
los opositores, se sientan nada menos que el
jefe del Estado Ali Akbar Rafsanjani, el máximo líder religioso Ali Jameini y el jefe de los servicios secretos, Ali Fallahiyan. Este último personaje se entrevistó el 7 de octubre de l993 en la Cancillería en Bonn con el
coordinador de los servicios secretos alemanes, ministro
de Estado Bernd Schmidbauer, durante una visita oficial a Alemania. El 14 de marzo
del año pasado, el tribunal supremo alemán dictó
orden de captura contra este individuo bajo
la acusación de ordenar los asesinatos del caso Mykonos.
Tres
años y medio tardó en producirse la sentencia, que se emitió ayer en Berlín, en
medio de extraordinarias medidas de seguridad, con unos 2.000 policías
encargados de controlar el orden y francotiradores, ubicados en las azoteas de
los alrededores. Bonn teme ahora las repercusiones en
Irán de la sentencia, que acusa, sin nombrarlos,
a los máximos dirigentes del régimen de ordenar asesinatos terroristas contra los opositores en el
exilio. Los líderes religiosos iraníes han respondido emitiendo
una amenaza de fatwa (condena de muerte) contra los tres miembros
del equipo acusador que recuerda a la
lanzada contra el escritor Salman Rushdie. Unos 500 alemanes residen
en Irán, incluido el personal diplomático y sus familiares, y uno de los
temores latentes es la posibilidad de que Teherán tome represalias contra
ellos.” Surge el natural interrogante: ¿En el caso de la muerte de Nisman,
estaríamos muy errados si pensamos que podría haberse repetido el acto de
acallar al acusador, matando al titular de la Fiscalía?
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