(continuación)
Varela insiste, no obstante, en la "probable veracidad" de que Garzón procediera a sabiendas de la antijuricidad de sus actuaciones al señalar que, con ellas, vulneró principios jurídicos tan elementales y esenciales al Estado de Derecho como los de la legalidad penal e irretroactividad de la ley penal desfavorable, además de implicar el desconocimiento objetivo de leyes democráticamente aprobadas, como la Ley de Amnistía del 77. Eso, por no hablar de su ignorancia de hechos no menos notorios como el de que Franco, como el resto de los acusados por Garzón, ya había fallecido.
Ante este auto, en el que Varela –magistrado de línea progresista y fundador de Jueces para la Democracia– no desarrolla sino una necesaria defensa de lo obvio, no faltarán quienes traten de volver a presentar a Garzón y su afán de notoriedad como alguien que, movido por el afán de Justicia, ha terminado siendo un nueva victima del franquismo y de las denuncias de organizaciones de extrema derecha como Falange, personada en la causa. Con ello dejarán, “sin embargo, en evidencia el mismo desprecio a la ley y al Estado democrático y de derecho que el "juez estrella" ha demostrado en su disparatada actuación judicial, que probablemente no será la única por la que vaya a sentarse en el banquillo. Y es que a Garzón no se le va a juzgar por su visión de la Guerra Civil y del franquismo –vergonzosamente maniquea, dicho sea de paso– sino por haberse saltado a la torera la ley en su función de juez y a sabiendas de lo que hacía. Así mismo, cuestionar el proceso contra Garzón por la ideología de quienes lo han iniciado es tanto como discriminar el derecho que tiene todo ciudadano a acudir a los tribunales en función de sus ideas políticas. Y es que la "imaginación creativa" de algunos parece no tener limites ni en autos judiciales ni en titulares de prensa”.
En medios de prensa de España, al hacer referencia a la conducta imputada a Garzón, se sostiene que “la izquierda española, con el visto bueno del Gobierno Zapatero, ha decidido embarcarse en una operación destinada a revisar la transición y provocar la llamada “ruptura”. Volver España del revés, para reescribir su Historia. Empujarla un par de metros más hacia la tiranía y el odio que representó el año 36. Y adiós a aquella “reconciliación nacional” que tanto pregonó el PCE en los setenta.”. Destacan los medios que “Zapatero cree haber encontrado en el caso del peripatético juez los ingredientes ideológicos necesarios para movilizar a la izquierda más rancia sobre la base de apelar al miedo a los fachas y otros fantasmas de idéntica finura intelectual, hace tiempo perdidos en el arca del inconsciente colectivo hispano, imposibles, por lo demás, de colar hoy como moneda de curso legal entre personas con un cierto nivel cultural. … . Ocurre que tanto falangistas como comunistas cuentan con derecho bastante para presentar querella contra un juez si lo estiman oportuno, porque el principio de legitimación para pleitear no depende de la ideología del denunciante, o de si alto o bajo, negro o blanco. Se trata de, blandiendo el espantajo del miedo, movilizar a la izquierda para impedir que le derecha democrática representada hoy por el Partido Popular (PP) pueda regresar al Poder. Así de sencillo.”.
Surgen de la causa penal seguida al magistrado Baltasar Garzón, valoraciones muy interesantes que, de aplicarse en forma similar en la Argentina, permitiría dar un giro de 180º, en lo actuado en las causas seguidas contra todos los imputados por delitos de lesa humanidad, actualmente en pleno trámite.
Ante este auto, en el que Varela –magistrado de línea progresista y fundador de Jueces para la Democracia– no desarrolla sino una necesaria defensa de lo obvio, no faltarán quienes traten de volver a presentar a Garzón y su afán de notoriedad como alguien que, movido por el afán de Justicia, ha terminado siendo un nueva victima del franquismo y de las denuncias de organizaciones de extrema derecha como Falange, personada en la causa. Con ello dejarán, “sin embargo, en evidencia el mismo desprecio a la ley y al Estado democrático y de derecho que el "juez estrella" ha demostrado en su disparatada actuación judicial, que probablemente no será la única por la que vaya a sentarse en el banquillo. Y es que a Garzón no se le va a juzgar por su visión de la Guerra Civil y del franquismo –vergonzosamente maniquea, dicho sea de paso– sino por haberse saltado a la torera la ley en su función de juez y a sabiendas de lo que hacía. Así mismo, cuestionar el proceso contra Garzón por la ideología de quienes lo han iniciado es tanto como discriminar el derecho que tiene todo ciudadano a acudir a los tribunales en función de sus ideas políticas. Y es que la "imaginación creativa" de algunos parece no tener limites ni en autos judiciales ni en titulares de prensa”.
En medios de prensa de España, al hacer referencia a la conducta imputada a Garzón, se sostiene que “la izquierda española, con el visto bueno del Gobierno Zapatero, ha decidido embarcarse en una operación destinada a revisar la transición y provocar la llamada “ruptura”. Volver España del revés, para reescribir su Historia. Empujarla un par de metros más hacia la tiranía y el odio que representó el año 36. Y adiós a aquella “reconciliación nacional” que tanto pregonó el PCE en los setenta.”. Destacan los medios que “Zapatero cree haber encontrado en el caso del peripatético juez los ingredientes ideológicos necesarios para movilizar a la izquierda más rancia sobre la base de apelar al miedo a los fachas y otros fantasmas de idéntica finura intelectual, hace tiempo perdidos en el arca del inconsciente colectivo hispano, imposibles, por lo demás, de colar hoy como moneda de curso legal entre personas con un cierto nivel cultural. … . Ocurre que tanto falangistas como comunistas cuentan con derecho bastante para presentar querella contra un juez si lo estiman oportuno, porque el principio de legitimación para pleitear no depende de la ideología del denunciante, o de si alto o bajo, negro o blanco. Se trata de, blandiendo el espantajo del miedo, movilizar a la izquierda para impedir que le derecha democrática representada hoy por el Partido Popular (PP) pueda regresar al Poder. Así de sencillo.”.
Surgen de la causa penal seguida al magistrado Baltasar Garzón, valoraciones muy interesantes que, de aplicarse en forma similar en la Argentina, permitiría dar un giro de 180º, en lo actuado en las causas seguidas contra todos los imputados por delitos de lesa humanidad, actualmente en pleno trámite.
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