lunes, abril 26, 2010

Capítulo 307 - Los esfuerzos para poner en marcha una Justicia Universal tropiezan con los intereses de las grandes potencias

(Continuación)
Consideramos necesario traer a colación, a fin de poder valorar con mayor precisión lo que va sucediendo en el caso del Juez Baltasar Garzón, ciertos sucesos ocurridos en la época anterior a la Guerra Civil, durante ella y con posterioridad.
Recordemos que las izquierdas se sublevaron contra la república en 1934; y desde las elecciones de 1936, cuyos resultados fueron acérrimamente cuestionados por los opositores, unidas en el denominado Frente Popular, se embarcaron en una ola de crímenes, incendios y otros hechos violentos, que culminaron con el vil asesinato de uno de los principales jefes de la oposición, en lo que constituyó una verdadera declaración de guerra.
Es común advertir que no existe gran conocimiento sobre la etiología del acceso del generalísimo Francisco Franco, al poder en España. Precisamente el resultado de estos crímenes fue la guerra civil, que perdieron quienes la habían provocado. Algo similar a lo sucedido en la Argentina, durante la Década del 70. Otro paralelismo singular fue la circunstancia de que la propaganda, al igual que en nuestro país, presenta a quienes la provocaron, a los vencidos, como a unos demócratas. En realidad, salvando las distancias, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, que todo sucedió en forma muy pero muy parecida. Como si hubiera intervenido en los eventos la misma mano. Los vencidos, en el caso de los españoles, eran marxistas stalinistas, golpistas y racistas, todos mezclados, quienes no sólo cometieron enormes crímenes y robos sino que luego se mataron entre sí.
En España, y en nuestro país, como sucede en todas las guerras la verdad sucumbió. Finalizado el conflicto, curiosamente se impuso la mentira, la “historia oficial del marxismo mundial”.
La habilidad en presentar a los hechos, de una forma que nada tiene que ver con la realidad, se hizo presente en nuestra Madre Patria. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, se hicieron ingentes esfuerzos para disfrazar la realidad de España. Calificada peyorativamente, como compinche de los países del Eje, se ocultó bajo siete llaves, la intención de la URSS de intentar sin éxito alguno, convertir a ese país, en la “República Popular de España”. Se ocultó que al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Hitler y Stalin sellaron un pacto, por el que se repartían Polonia. Nadie hizo mención de que Inglaterra declaró la guerra a Alemania por haber invadido a Polonia -se anexó la mitad de este país- y no movió un dedo cuando los rusos comunistas, a los pocos días se anexaron a la fuerza la otra mitad.
Estos acontecimientos, que no agotan el listado de eventos importantísimos por sus consecuencias, significaron que la Justicia que se intentaba implantar, como corolario de la victoria de los aliados, estaba reñida con la historia real. Podíamos concluir que no estábamos, en esa época, en condiciones de establecer quienes eran los “malos” y quienes eran los “buenos”. Los que, actualmente, veríamos como “malos” no fueron enjuiciados nunca. No se los condenó, no se los absolvió y no fueron recordados sus actos aberrantes, su accionar violatorio de los derechos humanos, que podrían haber tipificado delitos de les humanidad y crímenes de guerra. Tal actitud, obedeció, no a un acto de olvido, de clemencia, de perdón sino que fue una actitud política en el más espantoso sentido de la palabra, puesto que tal actitud convenía a los intereses de la Grandes Potencias de esa época. Una suerte de crimen internacional de autor.

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