(continuación)
Los eventos ocurridos en esa época tienen
correlato con lo que ocurre en España, en la actualidad, donde en los claustros
universitarios, al igual que acá, se practica política marxista, desdeñándose
la que no lo es. Al punto que, hablamos de la época de Rodríguez Zapatero, España
y su gobierno no sabían que actitud tomar, que actitud exhibir ante el
crecimiento del terrorismo de la ETA.
Así lo hace notar Pío Moa, quien refiere: “A su vez este Gobierno es,
como he señalado muchas veces, el mayor colaborador que la ETA ha tenido en
su historia, un hecho unido al "popularismo" citado. Bajo sus condenas verborreicas al terrorismo y
a la violencia, en esta gente late con fuerza una inconfesable
admiración por los asesinos, sean de las chekas o de la ETA. Edurne Uriarte describía en un libro la
unción servil con que los políticos del PNV escuchaban a Josu Ternera en
el Charlamento vasco,
y esa actitud, negada en palabras y evidente en los hechos, la comparte el
Gobierno (…) .Cabe preguntarse de dónde viene esta actitud realmente
enfermiza en personas que, por lo demás, tienen metido hasta el tuétano el espíritu
"burgués" en su acepción más ruin: avidez de bienes y poder,
oportunismo y miedo al riesgo (aunque
tendencia a poner en riesgo a otros). Todo lo cual no les impide declararse de
izquierdas, muy de izquierdas, también separatistas o simpatizantes con el
separatismo. Hay, creo, dos razones profundas para estas conductas.
Un rasgo de esos
izquierdistas de salón y talonario es lo que hoy llaman "buenismo":
los hombres (¡y mujeres, eh, y mujeres!), son buenos por naturaleza, pero
algunos malvados o "la sociedad", tal como está, los echan a perder. Y entre los más buenos y recompensables
materialmente por su bondad, están quienes así piensan y se sienten
llamados a dirigir a los demás. Pero, ¡ay!, la tarea exige titanes y ellos no pasan
generalmente de aprovechadillos de no muy largas luces. Y
los ruines que mantienen el mal son, por desgracia, muchos, tercos y, a menudo,
poderosos, y la meta no acaba de alcanzarse. Por suerte surgen aquí y allá otros buenistas más
abnegados y arriesgados, terroristas y chekistas que cumplen su papel
golpeando a la infame sociedad, al "sistema" o lo que sea. Estos hacen aquello que los otros no se
atreven por temor a poner en peligro su buena posición. Además, el buenistaburgués de izquierdas espera, y
a menudo consigue, sacar buenas rentas políticas de la sangre derramada por sus
afines. Como también es
fundamentalmente hipócrita, fingirá cierto escándalo y emitirá condenas a los
"violentos", eso sólo cuesta un poco de saliva; pero su admiración de fondo hacia ellos y su
ansia de capitalizar los crímenes trasluce indefectiblemente en sus actos. Lo
estamos viendo todos los días y el secreto de la colaboración del Gobierno con
la ETA o su afición a los chekistas deriva lógicamente de la concepción buenista de
base que les une, de la mucha, la muchísima ideología que comparten.”
El
citado dirigente Santiago Carrillo, quien supo encabezar el Partido Comunista
Español, es uno de los miles
de ejemplos que podemos traer a colación, en el sentido de que existieron
dirigentes, a quienes se les pudo imputar
oportunamente la
comisión de delitos de lesa humanidad, y no se hizo.
Reiteramos una vez mas que, en España se sancionó una amplia ley de
amnistía, que a la fecha rige plenamente, reconocido ello por el propio
Tribunal Supremo español o sea el tribunal mas alto de allí. Y tal
circunstancia ha impedido, que los imputados por delitos internacionales, sean
molestados. Entre ellos, se encontraba el fallecido
Santiago Carrillo. Acá solamente los
miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad han sido y son enjuiciados y los
integrantes de las organizaciones subversivas, que podrían ser imputados por
delitos de lesa humanidad, no han sido destinatarios de un dictamen jurisdiccional condenatorio. La leyenda rosa de la Transición ha cubierto a Santiago
Carrillo como una manta a un bebé. Hablar de
su pasado anterior a 1975 ha sido hasta hace poco de mal gusto, aunque hubiese
sido un mantenido de los genocidas Stalin y Ceaucescu y un admirador del
norcoreano Kim il-sung, y muchos antiguos camaradas le acusasen de
haber entregado a rivales suyos en el PCE a la policía franquista. Se le
encargó a Carrillo, en 1933 ejercer la dirección del diario Renovación, vocero
de las Juventudes Socialistas. Desde este periódico azuzó los odios que
finalizaron en la guerra. Allí publicó el denominado “Decálogo del joven
socialista”. Señalaba allí, entre otras cosas que “La única idea que hoy debe tener grabada el
joven socialista en su cerebro es que el
socialismo sólo puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero
que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea
bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o inconscientemente”. Cuando el Gobierno republicano huyó a Valencia, se formó la Junta de
Defensa de Madrid, en la que Carrillo desempeñó la consejería de Orden Público,
como representante de las Juventudes Socialistas Unificadas. En esos meses se perpetraron las matanzas de Paracuellos del Jarama y siguieron funcionando
las checas. Numerosos historiadores, como Ricardo de la
Cierva, César Vidal, Ángel David Martín, Pío Moa, Paul Preston y
Jorge, le han atribuido
responsabilidad por acción en esos miles de asesinatos. Recordamos a nuestros
lectores lo ocurrido en el caso de la masacre de Paracuellos del Jarama, donde
fueron asesinados, donde fueron masacrados, entre cuatro y cinco mil
prisioneros, a quienes denominaban fascistas. Uno de los que dieron las órdenes
de ejecutar a los prisioneros, fue Santiago Carrillo.
“Santiago Carrillo no es el único que tuvo
responsabilidad en la matanza de Paracuellos del Jarama (Madrid) en otoño de
1936 (4.200
asesinados totalmente identificados) pero la investigación histórica que realiza César Vidal en Paracuellos-Katyn (Libros Libres
2005) aporta datos esclarecedores sobre la implicación directa de Carrillo en
estos horribles crímenes.
En el momento de la matanza, Carrillo era responsable de seguridad de la Junta
de Madrid. Vidal explica que "ninguno de los que supieron, en noviembre de
1936 lo que estaba sucediendo" tuvieron dudas sobre "la
responsabilidad ejecutora" de Carrillo en la matanza. Entre los textos que apuntan en esta dirección
destaca el del nacionalista vasco Jesús
de Galíndez –fue asesor de la Dirección General de Prisiones
cuando el también peneuvista Manuel
de Irujo fue nombrado Ministro de Justicia de la Segunda República–
escribió en 1945 en sus memorias del asedio de Madrid: El mismo día 6 de noviembre se decide la limpieza de esta quinta columna por las nuevas autoridades que controlaban el
orden público. La trágica
limpieza de noviembre fue desgraciadamente histórica; no caben paliativos a la
verdad. En la noche del 6 de noviembre fueron minuciosamente revisadas las
fichas de unos seiscientos presos de la cárcel Modelo y, comprobada su condición de fascistas, fueron
ejecutados en el pueblecito de Paracuellos del Jarama. Dos
noches después otros cuatrocientos. Total 1.020. En días sucesivos la limpieza siguió hasta
el 4 de diciembre. Para mí la limpieza de
noviembre es el borrón más grave de la defensa de Madrid, por ser dirigida por las autoridades encargadas del orden público. (J. de
Galíndez Suárez, Los vascos en el Madrid sitiado). La
responsabilidad directa de Carrillo en estos millares de crímenes fue
confirmada de manera irrefutable tras la apertura de los
archivos de la antigua Unión Soviética. César Vidal recoge un documento de enorme
importancia escrito a mano por Gueorgui
Dimitrov, líder en ese tiempo de la Internacional Comunista al servicio
de Stalin. En
el texto, escrito el 30 de julio de 1937, informa de la manera en que prosigue
el proyecto de toma del poder del PCE en el Gobierno del Frente Popular. La referencia a las matanzas de Carrillo aparece
en relación con las críticas al ministro peneuvista de Justicia, Manuel de
Irujo: Pasemos ahora a
Irujo. Es un nacionalista casco, católico. Es un buen jesuita, digno discípulo
de Ignacio de Loyola (...). Se dedica especialmente a acosar y perseguir a
gente humilde y a los antifascistas que el año pasado trataron con brutalidad a
los presos fascistas en agosto, septiembre, octubre y noviembre. Quería detener
a Carrillo, secretario general de la Juventud Socialista Unificada, porque
cuando los fascistas se estaban acercando a Madrid, Carrillo,
que era entonces gobernador, dio la orden de fusilar a los funcionarios fascistas detenidos. En nombre de la ley,
el fascista Irujo, ministro de Justicia del gobierno republicano, ha iniciado
una investigación contra los comunistas, socialistas y anarquistas que trataron
con brutalidad a los presos fascistas. (...) Irujo está haciendo todo lo
posible e imposible para salvar a los trotskystas y sabotear los juicios que se
celebran contra ellos.