(continuación)
Demás está
decir que las investigaciones judiciales, relacionadas con los eventos antes
referidos, no son investigaciones triviales. Por ende deben los jueces extremar
su cuidado, antes de proceder a una ligera calificación del accionar delictivo
citado. Una cosa es un evento aislado, ya que al subordinarlo legalmente la
justicia, no tendrá mayores problemas el proceso. Pero en el caso que nos
ocupa, centenares de atentados y acciones sanguinarias, criminales que hasta
podrían ser constitutivas de delitos internacionales, los jueces deben ahondar
en su conocimiento sobre la realidad de los eventos, incursionando incluso en
una tarea que hemos calificado de heurística, cual modernos Herodotos. A los
antecedentes anteriormente citados, podemos añadir otros que contribuirán a
aclarar el confuso panorama. A
esta altura no cabe duda alguna que las bandas de forajidos referidas
anteriormente, sustentaban la ideología marxista-leninista. Como hemos citado
anteriormente, hicieron
del “entrismo” su arma favorita, herramienta que les
permitió no sólo ingresar en el peronismo, a
pesar de su aversión al Líder, sino hasta
permanecer en el mismo haciendo gala de su fervor por el general Juan Domingo
Perón, a quien en el fondo odian, con todas sus fuerzas.
Si señalamos
que la praxis de esta ideología se acerca lisa y llanamente al comunismo, no
estamos errados. Como uno de los tantos antecedentes, que permitirán deslindar
responsabilidades, aclarando la modalidad usada por el marxismo internacional, modalidad
que sin lugar a dudas se aplicará en la Argentina, tenemos el caso de Santiago
Carrillo, fallecido recientemente, uno de los más altos y conspicuos directivos
del Partido Comunista Español, de
actuación relevante en la Guerra Civil. Señala el diario Libertad Digital, del
18 de septiembre de 2012, refiriéndose al citado Carrillo: “En 1933
se le encargó la dirección del órgano de prensa de las Juventudes Socialistas,
el periódico Renovación, desde el que azuzó los odios que condujeron a
la guerra. Uno de los artículos publicados en Renovación fue el "Decálogo
del joven socialista", una
apología de la violencia y el terrorismo. Reproduzco dos de esas
órdenes, la octava y la décima: La
única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro es que el
socialismo sólo puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que
propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea
bajo, no pasa de ser un
traidor, consciente o inconscientemente. Y sobre todo ésto: armarse. Como
sea, donde sea y por los procedimientos que sean. Armarse. Consigna: Ármate tú, al concluir arma si puedes al vecino, mientras haces todo lo posible por desarmar a un enemigo.” El
episodio citado, la conducta de Carrillo que hemos resaltado, podemos hacerla extensiva a quienes sostienen
tal ideología. Pasan por pacíficos cuando en realidad son todo lo contrario.
Pregonan la paz cuando no hesitan en usar la guerra, si es útil a sus fines. La
justicia, so pretexto de querer observar objetividad, pasa por alto una serie
de circunstancia que obnubila su valoración. En la Madre Patria pos Guerra
Civil y ya en la era posfranquista, la actitud de los otrora vencidos fue o es
casi igual a la adoptada en nuestro país, por quienes fueron derrotados por las
armas y son vencedores institucionalmente, al punto que están gobernando el
país al lograr acceder a cargos de jerarquía, lo que les permite tener en sus
manos su destino.
El fiscal
general del Estado Español. Eduardo Torres-Dulce, ha manifestado (…) durante su
discurso ante el Rey con motivo de la apertura del Año Judicial, que empleará sus "mejores
energías", en la lucha contra el terrorismo y la corrupción económica, a las que se refirió como "las conductas más activamente corrosivas de los
fundamentos de nuestra convivencia". Asimismo señaló
enfáticamente: "El Ministerio Fiscal no tolerará
humillaciones a las víctimas del terrorismo, apología de los
verdugos o ensalzamiento de las actividades de éstos". (Fuente:
www.libertaddigital.com.es).
Repasando lo
recientemente referido, recordamos al pasar que los
integrantes de las fuerzas subversivas actuantes en la Argentina, parecería que
se complacen en ser conocidos como “jóvenes idealistas”, cuando en realidad se
trata de jóvenes asesinos sin conciencia alguna. Tales afirmaciones, nos
llevan de inmediato a reflexionar sobre cómo han sido tratadas las víctimas de
la subversión, en nuestro país. Han sido
“humilladas”. El actual gobierno peronista se ha ocupado, con singular
énfasis, en efectuar en cuanta ocasión se presenta, una apología de los verdugos de aquellas. Especialmente en las actuaciones judiciales,
donde ha inventado una dualidad de trato ya que se trata de distinta forma a los damnificados
terroristas que a las víctimas del terrorismo. Nadie niega que los
primeros han sido perjudicados en sus derechos humanos, pero nadie niega
tampoco que ellos, esos terroristas, han sido victimarios. Sus víctimas, las
víctimas de sus aberrantes y sanguinarios hechos,
no han sido respetadas, no han sido distinguidas, no han recibido señales
positivas de la justicia argentina. Los papeles han sido cambiados y
en este diabólico libreto, los imputados han tornado al
papel de “víctimas” con todos los beneficios
de tal calidad. Por lo general, luego de un conflicto donde uno de
los bandos sustenta la ideología marxista, finalizado el mismo, las
consecuencias en general, benefician a los partidarios de tal ideología. Tienen
una pasmosa facilidad para mimetizarse políticamente, de tal suerte que logran
disfrutar hasta de sus errores.
Parecería
que no existe relación alguna, entre lo sucedido en la España de la República y
los sucesos habidos allí, con posterioridad, y lo ocurrido en nuestro país. Sin
embargo no es tan así, por lo que
recordando a Cicerón recalcamos que “si ignoras lo que ocurrió antes
de que tú nacieras, siempre serás un niño”. Y nos
interesa en especial los momentos cruciales, uno de lo cuales fue sin duda la
Guerra Civil y sus secuelas, cuyas consecuencias todavía llegan con fuerza a la
Argentina, de una forma u otra. En la Argentina, como en la década del 30 del
siglo pasado sucedió en España, en la actualidad se persigue a la Iglesia
Católica, en algunos casos en forma elíptica; a las instituciones, en especial
a las relacionadas con la administración de justicia y la auditoría de los
fondos fiscales; a las Fuerzas Armadas, como
una suerte de saciedad de sed retaliativa; a los partidos políticos,
utilizando diversas herramientas, entre las que se distingue la división de
ellos, entre réprobos y elegidos. Estos últimos, son los que apoyan al oficialismo de
distintas formas. Como sostenemos que, en determinadas
circunstancias, si se repiten los acontecimientos los resultados puede que sean
iguales, creo que eso es lo que debemos temer. Un siniestro plan gramsciano, que aprovecha las
debilidades y flaquezas del ser humano, obtuvo como resultado deseado que las fuerzas políticas que no acompañan al oficialismo, se encuentren en franca anarquía incluso con riñas internas.
Relata D. Pío Moa, distinguido historiador español cuya especialidad
consiste en hurgar todo lo relacionado con la guerra civil de España y sus secuelas:
“Pues bien, bajo la
dictadura (N.de R.: la dictadura
de Primo de Rivera) los socialistas
habían renunciado en la práctica a sus violentos extremismos anteriores,
inclinándose por la moderación socialdemócrata. Lógicamente, esa tendencia
debía acentuarse en la República, un régimen más afín a sus aspiraciones,
convirtiendo al PSOE en un decisivo factor de equilibrio. Esas expectativas
razonables iban a recibir enseguida un tremendo golpe: la
llamada "quema de conventos". El 11 de mayo, antes
de un mes desde la ocupación del poder por los republicanos, las
turbas izquierdistas comenzaron en Madrid una oleada de incendios
de edificios religiosos, tras un frustrado intento de asaltar el diario
monárquico ABC. Típicamente, la agresión comenzó fabricando un incidente por la
supuesta emisión de la Marcha Real desde un piso de monárquicos
(algo perfectamente legítimo, si realmente ocurrió), y difundiendo bulos sobre
el imaginario asesinato de un trabajador por el marqués de Luca de Tena.
Métodos usados desde las matanzas de frailes del siglo XIX, so pretexto de que
envenenaban las fuentes públicas. Todo indica que, como el 13 de abril, los incendiarios salieron
del Ateneo, convertido desde meses atrás en centro de agitación republicano con
fuerte influencia masónica. Los incendios cundieron los días siguientes por Andalucía y
Levante, dejando un balance final de unos cien edificios destruidos,
incluyendo iglesias, varias de gran valor
histórico y artístico, centros de enseñanza como la escuela de Artes y Oficios
de la calle Areneros, donde se habían formado profesionalmente miles de
trabajadores, o el colegio de la Doctrina Cristiana de Cuatro Caminos, donde
recibían enseñanza cientos de hijos de obreros; escuelas salesianas,
laboratorios, etc. Ardieron bibliotecas como la de la calle de la Flor, una de
las más importantes de España, con 80.000 volúmenes, entre ellos incunables, ediciones
príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón, colecciones únicas de revistas,
etcétera; o la del Instituto Católico de Artes e Industrias, con 20.000
volúmenes y obras únicas en España, más el irrecuperable archivo del paleógrafo
García Villada, producto de una vida de investigación. Quedaron reducidas a cenizas cuadros y
esculturas de Zurbarán, Valdés Leal, Pacheco, Van Dyck, Coello, Mena, Montañés,
Alonso Cano, etcétera, así como artesonados, sillerías de coro, portadas y
fachadas de gran antigüedad y belleza… Un desastre casi inconcebible.
Pero lo más revelador
fue la reacción del Gobierno y de las izquierdas. Azaña paralizó en seco
cualquier intento de frenar los disturbios, arguyendo: "Todos
los conventos de Madrid no valen la vida de un
republicano". Alcalá-Zamora, jefe del Gobierno provisional,
escribe con amargura en sus memorias: "La furiosa
actitud de Azaña planteó, con el motín y el crimen ya en la calle, la
más inicua y vergonzosa crisis de que haya memoria". Pero omite su propia actitud contemporizante
y amedrentada, reseñada en cambio por Maura.
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