jueves, diciembre 22, 2011

Capítulo 456 - Perón disciplina al bloque de legisladores justicialistas

Añadió en esa ocasión el general: “Recurrimos a ésto porque estamos en un momento crítico para el país; cuando vemos que estos señores en la mayor impunidad y porque no hay con qué sancionarlo, se largan al ataque. Nosotros estamos en la necesidad de contar con una legislación fuerte para parar lo que se está produciendo, que es también fuerte; y a grandes males no hay sino grandes remedios, que es lo que nosotros necesitamos. En este momento se está asaltando en nombre de no sé qué cosa. Si hasta han tomado ciudadanos; ya los ciudadanos no tienen la seguridad que el Estado tiene la obligación de dar, porque no hay sanción en las leyes para este tipo de delitos, que son nuevos. ¿Cómo es posible que todos los hombres que tengan armas estén amenazados de ser tomados por bandas de delincuentes que se dicen de una tendencia o de otra? No interesa la "tendencia", interesa el delito que cometen. No sé, yo no veo otra solución para estas cosas.”.  Más adelante le señaló algo que es revelador sobre su pensamiento. Sobre el concepto que el general tenía sobre la rebelde agrupación Montoneros. No es necesario que vayamos al acto de la Plaza de Mayo, para poder indicar cuál era el pensamiento del general Perón con relación a estos forajidos. En la ocasión, les hizo saber a los contestatarios: “El bloque tiene la obligación de proceder así. No porque haya disidencias dentro de un bloque, éste va a hacer lo contrario de lo que disponga la mayoría. Para esos se hacen los bloques: para que sea la mayoría la que decida. Y si la mayoría dispone, hay que aceptar o irse. No hay otro término medio. O se acepta lo que dice el bloque o que lo abandone. Nadie está obligado a permanecer dentro de él; absolutamente nadie, porque este es un acuerdo de todos. Si el bloque resuelve que hay que hacerlo, hay que hacerlo, y el que no quiere hacerlo, se va; que es lo que ha pasado y pasará siempre en estas disidencias. Nadie, por muy importante que sea, puede pretender imponer su voluntad a los demás, sobre todo, cuando la voluntad de los demás es mayoritaria y cuando se ha ido voluntariamente a la formación de un bloque. Para mí este no es un asunto de discutir la ley, no; aquí hay otra cosa. Como político ya veo que se puede conducir muy bien esto. El que no está de acuerdo, se va. Por perder un voto no nos vamos a poner tristes. Pero aquí debe haber una disciplina. Y si ésta se pierde, estamos perdidos. Es así como yo veo el problema y como debo comentarlo”. Tras tales palabras, al parecer no se dieron por satisfechos los quejosos ya que manifestaron, a través del aludido diputado: “Nosotros pensamos, que partiendo de un principio que usted ha manifestado en numerosas oportunidades, y al cual le otorgamos la máxima razón y sabiduría, sostenemos que la violencia es la que se ejerce no solamente a través de los grupos minoritarios de ultra derecha o de ultra izquierda. Son episodios elaborados; no son productos de una generación espontánea, sino productos de una generación que está, de alguna manera, sumergiéndonos a todos en la violencia.” Cuando Perón le preguntó como haría el opinante para evitar lo que señalaba, expresó su interlocutor: “Le voy a contestar con sus palabras: nosotros pensamos éso, que hemos desterrado las estructuras violentas que hace que esa violencia de abajo sea generada por la violencia de arriba.”. Cuando Perón le señala, agudamente, que igual la violencia continúa, dijo el diputado: “Sí señor, y ahí se aplica con toda celeridad y con toda decisión el poder represivo del estado popular”. Ante tales manifestaciones, el general Perón le espetó directamente: ¿Y le parece que hemos esperado poco, con todo lo que ha pasado en estos siete meses de gobierno popular y plebiscitario, donde todos esos señores de las organizaciones terroristas se largan a la calle, culminando en este episodio, atacando a un regimiento? (…)  Mas adelante, el diputado se confiesa ante el General Perón y le señala lisa y llanamente: “Consideramos, señor General, lo siguiente sobre este terna: que los lamentables acontecimientos de Azul, a nuestro juicio y a nuestro modesto entender, indican, precisamente, una decisión de estos grupos minoritarios, totalmente ausentes de lo que es un sentimiento nacional y de lo que es la comprensión de la necesidad de unidad del pueblo argentino, en un proceso de reconstrucción. Entendemos que, precisamente, la intención de estos sectores es especular con un clima de violencia, en crear una actitud del Estado, que estos sectores califican arbitrariamente de represiva y es, precisamente, el caldo de cultivo político en el cual se desarrolla su planteo político. Hemos conocido durante años, a través de un enfrentamiento de la dictadura, cuál es la política del ERP, el autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo. Sabemos que su política crece y se desarrolla en un ambiente de violencia.” Al oír lo expresado por el diputado saltó Perón diciendo taxativamente: “No, está totalmente equivocado. Yo a eso lo he conocido "naranjo", cuando se gestó ese movimiento, que no es argentino. Ese movimiento se dirige desde Francia, precisamente, desde París, y la persona que lo gobierna se llama Posadas, de seudónimo. El nombre verdadero es italiano. Los he conocido "naranjo", como dice el cuento del cura. Sé qué persiguen y lo que buscan. De manera que en ese sentido a mí no me van a engañar, porque, como les digo, los conozco profundamente. He hablado con muchísimos de ellos en la época en que nosotros también estábamos en la delincuencia, diremos así. Pero jamás he pensado que esa gente podría estar aliada con nosotros, por los fines que persigue. (…)  Porque esta es una Cuarta Internacional, que se fundó con una finalidad totalmente diferente a la Tercera Internacional, que fue comunista, pero comunista ortodoxa. Aquí no hay nada de comunismo; es un movimiento marxista deformado, que pretende, imponerse en todas partes por la lucha. A la lucha - y yo soy técnico en éso- no hay nada que hacerle, más que imponerle y enfrentarle con la lucha. Y atarse las manos, frente a esa fuerza; atarse las manos y especialmente atarse las manos suprimiendo la ley que lo puede sancionar. Porque nosotros, desgraciadamente, tenemos que actuar dentro de la ley, porque si en este momento no tuviéramos que actuar dentro de la ley ya lo habríamos terminado en una semana. Fuera de la ley, la ventaja que ellos tienen es, precisamente, esa: los que tienen que someterse a la ley y ellos que buscan los vericuetos para actuar fuera de la ley. Con todas las implicancias del cuerpo de la ley, nosotros estamos con las manos atadas dentro de la ley. Y si además estamos atados por la debilidad de nuestras leyes, entonces ya sabemos cuál va a ser el final y el resultado de éso. Para nosotros es un problema bien claro. Queremos seguir actuando dentro de la ley y para no salir de ella necesitamos que la ley sea tan fuerte como para impedir esos males. Dentro de éso, tenemos que considerar si nosotros podemos resolver el problema. Si no contamos con la ley, entonces tendremos también nosotros que salirnos de la ley y sancionar en forma directa como hacen ellos.  

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