Complementando los comentarios anteriores, no podemos dejar de lado lo que surge de la web argentina, de Urgente-24 del 18-0310 ,relacionado con este tema tan importante: “El Ejército colombiano incautó el jueves un arsenal perteneciente a la guerrilla de las FARC , y que supuestamente proviene de la Fuerza Armada venezolana, en una operación cumplida en Arauca, a corta distancia de la frontera con Venezuela. El comandante de la Brigada 18 del Ejército colombiano, general Jaime Reyes, dijo que en la operación, cumplida en el sector de Torrijos de Cinaruco, se encontraron 17 fusiles, 42.000 cartuchos y 195 uniformes camuflados con una marca de la industria militar de Venezuela, reseñó DPA. Reyes señaló que en el lugar, a cinco kilómetros de la frontera, también se encontró una tonelada y media del explosivo anfo, considerado más letal que la dinamita. Según el alto oficial, se estableció que el arsenal iba a ser entregado a los frentes 10, 28, 38, 45 y 56 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia” .
Si para muestra basta un botón, debemos añadir que tal informe no es aislado, sino que es uno mas de los centenares de informes de similar tenor. Las conclusiones las puede sacar el lector menos avisado. Nos prueban que Venezuela, como en este caso, no combate a los guerrilleros sino que, muy por el contrario, los ayuda.
Conforme lo señalado, no es dable ignorar que la ayuda mutua que se prestan los guerrilleros en esta zona, debe ser tenida muy en cuenta. Volviendo al ataque al Cuartel de La Tablada, existieron autores directos, auxiliares y autores mediatos, como el caso del propio Gorriarán Merlo, confeso guerrillero y confeso asesino de un ex dictador. Experto en el manejo de las armas y de la eliminación física de quienes consideraba enemigos ideológicos. No aporta el tribunal, ningún elemento que permita vislumbrar, como mínimo, que se intentó investigar o esclarecer quien o quienes estaban al mando de la operación, quien o quienes la financiaron, etc. etc. Todo se limitó al ejido donde estaba ubicado el cuartel militar. Ningún funcionario judicial, consideró de importancia investigar la etiología del ataque. Tal inanidad es, por cierto, hasta de una ingenuidad sorprendente.
Se dijo que “no se actuó contra una población civil por una determinada política previa y planificada, sino que se actuó en el marco de un combate espontáneo para recuperar rehenes e instalaciones militares ilegítimamente atacadas”. Tal aserto da la pauta que el tribunal hace referencia a como actuaron los defensores del cuartel, los soldados de la Patria, los defensores de las instituciones democráticas. Nada se dice de como actuaron los invasores, los agresores, los asesinos que han cometido delitos de lesa humanidad. Ellos actuaron tipificando tal delito. En efecto, recordemos que cuando se habla de población civil, se extiende tal calidad a quienes se han rendido. Y se agrava la calificación cuando ocurren ciertas circunstancias.
No queremos pasar por alto, que la investigación judicial que no se hizo, no requería grandes e imposibles esfuerzos. Acudiendo a “Memorias de Enrique Gorriarán Merlo”, libro que él escribió, podemos conocer antecedentes de este guerrillero, quien evidentemente no había abandonado la idea de apoderarse del Estado, por medios violentos, si se daba el caso. Si la justicia hubiera hojeado este libro habría podido comprobar que el autor nos señala que “Cuando asumió el gobierno radical, Gorriarán, por medio de las autoridades de Nicaragua, le informó al gobierno de Alfonsín que tomaba el compromiso de no efectuar acciones de guerrilla contra el gobierno constitucional y a su vez, las autoridades argentinas le contestaron que no impulsarían el juicio contra él ni lo mandarían capturar.” (Ver decreto 157/83 de Alfonsín –Boletín Nro. 98 - Enrique Haroldo Gorriarán Merlo; “Memorias de Enrique Gorriarán Merlo. De los setenta a la Tablada” ; pág. 460; Ed. Planeta, Bs. As. 2003).
Conforme lo señalado, no es dable ignorar que la ayuda mutua que se prestan los guerrilleros en esta zona, debe ser tenida muy en cuenta. Volviendo al ataque al Cuartel de La Tablada, existieron autores directos, auxiliares y autores mediatos, como el caso del propio Gorriarán Merlo, confeso guerrillero y confeso asesino de un ex dictador. Experto en el manejo de las armas y de la eliminación física de quienes consideraba enemigos ideológicos. No aporta el tribunal, ningún elemento que permita vislumbrar, como mínimo, que se intentó investigar o esclarecer quien o quienes estaban al mando de la operación, quien o quienes la financiaron, etc. etc. Todo se limitó al ejido donde estaba ubicado el cuartel militar. Ningún funcionario judicial, consideró de importancia investigar la etiología del ataque. Tal inanidad es, por cierto, hasta de una ingenuidad sorprendente.
Se dijo que “no se actuó contra una población civil por una determinada política previa y planificada, sino que se actuó en el marco de un combate espontáneo para recuperar rehenes e instalaciones militares ilegítimamente atacadas”. Tal aserto da la pauta que el tribunal hace referencia a como actuaron los defensores del cuartel, los soldados de la Patria, los defensores de las instituciones democráticas. Nada se dice de como actuaron los invasores, los agresores, los asesinos que han cometido delitos de lesa humanidad. Ellos actuaron tipificando tal delito. En efecto, recordemos que cuando se habla de población civil, se extiende tal calidad a quienes se han rendido. Y se agrava la calificación cuando ocurren ciertas circunstancias.
No queremos pasar por alto, que la investigación judicial que no se hizo, no requería grandes e imposibles esfuerzos. Acudiendo a “Memorias de Enrique Gorriarán Merlo”, libro que él escribió, podemos conocer antecedentes de este guerrillero, quien evidentemente no había abandonado la idea de apoderarse del Estado, por medios violentos, si se daba el caso. Si la justicia hubiera hojeado este libro habría podido comprobar que el autor nos señala que “Cuando asumió el gobierno radical, Gorriarán, por medio de las autoridades de Nicaragua, le informó al gobierno de Alfonsín que tomaba el compromiso de no efectuar acciones de guerrilla contra el gobierno constitucional y a su vez, las autoridades argentinas le contestaron que no impulsarían el juicio contra él ni lo mandarían capturar.” (Ver decreto 157/83 de Alfonsín –Boletín Nro. 98 - Enrique Haroldo Gorriarán Merlo; “Memorias de Enrique Gorriarán Merlo. De los setenta a la Tablada” ; pág. 460; Ed. Planeta, Bs. As. 2003).
La web del Boletín 146, nos permite esclarecer no sólo tales datos, sino otros muy útiles, para poder adquirir elementos de convicción aptos para poder determinar, quienes fueron los autores materiales e intelectuales y los partícipes en la toma del cuartel de La Tablada. Advertimos que no es dificultoso estudiar detenidamente la trayectoria de cada imputado, acudiendo a los organismos de Inteligencia de la Argentina. Fecho, inútil es decirlo, tenemos que unir cada pieza del rompecabezas y, si hay voluntad investigativa, no es tan dificultoso.
No señala el citado libro “Con el triunfo de Alfonsín en octubre de 1983, se abrieron nuevas perspectivas para los revolucionarios”. En efecto, fue así, ya que la situación durante ese gobierno permitió el regreso al país de numerosos guerrilleros sin ser molestados y simultáneamente, fueron liberados los terroristas procesados y condenados durante los gobiernos precedentes.
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