miércoles, diciembre 27, 2006

73. La Verdad Se Hace Camino Al Andar

(continuación) El accionar criminal que hemos comentado precedentemente, tuvo lugar durante la contienda entre los insurgentes militares nacionalistas y las tropas leales a la República, las fuerzas militares estatales, que obedecían al gobierno central de la II República Española, por lo que los actos aberrantes citados, delitos de lesa humanidad pueden ser calificados como Terrorismo de Estado. Sin embargo, casi nadie se ha ocupado de calificar de tal forma a los eventos cometidos por los defensores militares del gobierno republicano, los que fueron apoyados por los irregulares, las denominadas “Milicias Populares”, que no mostraron signos de piedad para con sus adversarios.

Durante los juicios internacionales de Tokyo, concluida la Segunda Guerra Mundial, se condenó a un militar japonés que estando al mando de la tropa, nada hizo para impedir los actos aberrantes y crueles de los soldados hacia la población civil, ya que se lo consideró responsable por inacción al no ejercer las atribuciones correspondientes al mando.

Nos han pintado un panorama de la denominada Guerra Civil Española, que hace dificultoso cuando no sumamente antipático, apartarnos de ese halo romántico, creado por las películas sobre el tema y para afianzar ciertas ideologías, que necesitaban beber de tal manantial. Sin hesitación alguna debemos enfrentarnos a la cruda y sangrienta realidad si es que deseamos juzgar con objetividad ese pasado cuestionado y cuestionable.

Una realidad que permite afirmar, sin temor a equivocarnos que hubo violaciones a los derechos humanos, pero no sólo por parte del bando franquista sino por parte de ambos contendientes en este sangriento conflicto.

Reafirmando lo anteriormente expresado debemos resaltar que el mariscal José Stalin, justificando su apoyo con asesores y armamento, antes y durante la Guerra Civil, llegó a decir: "La causa de España es la causa de toda la humanidad progresiva y avanzada".

No podemos menos que resaltar, lo expresado por la diputada socialista en las Cortes, Margarita Nelken, en esos días, ya que basta para dejar en claro el desarrollo del nuevo complot comunista planificado para estallar el 1 de agosto. Tengamos en cuenta que la Guerra Civil Española se inició el 18 de julio de ese año: “Queremos una revolución, pero no es la Revolución Rusa la que nos puede servir de modelo, pues lo que necesitamos son llamas gigantescas que se puedan ver desde el mundo entero y olas de sangre que tiñan las paredes de rojo “. Creo que ningún diputado conservador o de derecha ha llegado a pronunciar algo parecido, y mucho menos en las Cortes. Antes que estallara el complot comunista, con las consecuencias previstas por esta diputada, en julio de 1936, se produjo el Alzamiento Nacional, por todos conocido. Surge el interrogante lógico: ¿Qué hubiera sucedido en España de no reaccionar de esa forma?*
*http://usuarios.lycos.es/seuep/introduccion.html

Estudiosos y ensayistas, apasionados sobre el estudio de la Guerra Civil Española, incurren en un error de omisión, ya que cuando se refieren a los diversos episodios habidos inmediatamente antes, durante y después del conflicto, omiten recordar a sus lectores que el comunismo es una ideología ferozmente antidemocrática, causante de tantos crímenes como la nacional-socialista o nazi y que declararse comunista no es mejor que declararse nazi. Mientras la sociedad no vea clara esta distinción fundamental padecerá una enfermedad moral peligrosa para su supervivencia.
Creo altamente ilustrativo al respecto, recordar algunas frases aclaratorias del tema pronunciadas por personajes, que cumplieron altísimas funciones en de gobierno en la década del 30, recogidas por los historiadores en fuentes fidedignas, que resultan altamente definitorias y revelan con certeza que opinaban sobre esos eventos los dirigentes políticos de esa aciaga época.
Gregorio Marañón, padre espiritual de la República expresó “Mi respeto y mi amor por la verdad me obligan a reconocer que la República española ha sido un fracaso trágico”.
Manuel Azaña quien fuera presidente de la II República española decía, en sus Memorias, que para esa época se llevaba a cabo una “política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”.
Ramón Pérez de Ayala, escritor y periodista español, uno de los cultivadores de la poesía filosófica en esa época, otro padre espiritual de lo que terminó degenerando en pesadilla, no pudo evitar referirse a las autoridades de la II República en estos términos: “Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a sus pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco. Nunca pude concebir que hubieran sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza”.
Oigamos, finalmente, al líder socialista Julián Besteiro Fernández, adversario político dentro del Partido Socialista Obrero Español, del conocido dirigente Largo Caballero. Este llegó a afirmar que en caso de ganar la derecha las elecciones “procedería a declarar la guerra civil”. España se había polarizado en dos bandos rivales e irreconciliables, izquierdas Frente Popular y derechas Bloque Nacional. Refirió Besteiro: “Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la aberración bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho a las macabras concepciones de Dostoyevski y Tolstoi, los hermanos Karamázov y el poder de las tinieblas. La reacción a este error de la República, a dejarse arrastrar a la línea bolchevique, la representan genuinamente, sean cuales sean sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran batalla anticomintern”.
Los antecedentes referidos hacen surgir en mí el interrogante del por qué no se adoptó nunca ninguna medida contra los imputados de Crímenes de Guerra y de delitos de Lesa Humanidad durante esa contienda interna. Pregunta que me formulo, en forma reiterada, aunque en mi interior ya sé cual es la respuesta.

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