miércoles, diciembre 27, 2006

Capítulo 71. Cualquier Parecido con lo Ocurrido en la Argentina es Pura Coincidencia



(Continuación) Nos recuerda Dos Passos que su amigo, el también escritor Ernest Hemingway, ferviente defensor del stalinismo, que en ese entonces había decidido imponer el régimen comunista en España, cuando le expuso el caso de Robles Pazos le contestó: “Le habrán matado por algo”. Lo dijo de una forma que revelaba su desinterés, al punto que este episodio motivó que se cortaran abruptamente las relaciones de amistad entre estos dos escritores. Este episodio, es muy similar a otros narrados, oportunamente a la Conadep, en nuestro país pero al parecer, vuelvo a insistir, en España no constituyen delitos de lesa humanidad y son perdonables, estos eventos que contaban sin duda alguna contaban con el apoyo del Estado es decir de las autoridades de la II República y puede decretarse el olvido sobre tales crímenes, como que así se hizo, con la anuencia de todos los ciudadanos. A nadie, absolutamente a nadie se le ocurrió que existía una norma de “ius cogens” que impedía hacerlo*
* En la web http://paz-digital.org/new/content/view/2527/138/ se detallan horrores sucedidos en la Guerra Civil Española, que no tienen por cierto, la divulgación que tendrían que tener, para de esta forma poder calificar mejor las conductas de quienes fueron responsables y de quienes defienden el accionar empleado en tal ocasión. Refiere dicha web: “La venganza personal y el ánimo de rapiña por parte de unas turbas de criminales y de delincuentes comunes, en cuyas manos había puesto el Gobierno del Frente Popular las armas y el poder, son también motivo muy frecuente de crímenes, cometidos unas veces por las «checas» y otras, directamente, por cualquier grupo de milicianos. Durante los seis primeros meses en que culminó la táctica del terror anárquico, éste corrió, generalmente, en las capitales y grandes poblaciones, a cargo de las «checas». En los Municipios rurales se constituyen Comités Revolucionarios, que arman sus propias milicias locales y juzgan, asesinan y despojan a sus convecinos, comenzando, generalmente, por el sacerdote. El Frente Popular suele dar a sus elementos armados dedicados a imponer el terror en la retaguardia una organización rudimentaria, bajo diversos nombres, según la población de que se trate: Milicias de Vigilancia de Retaguardia, en Madrid; Patrullas de Control al mando del anarquista Aurelio Fernández, en Barcelona; Guardia Popular Antifascista, en Castellón; Milicias Armadas Obreras y Campesinas, en Almería, etc. Pero este encuadramiento, si bien confería autoridad a tales milicianos que la empleaban en beneficio propio o de las organizaciones políticas o «checas» de que dependían, no les sujetaba a la menor disciplina ni moderación en su conducta. Los atentados contra la vida y la libertad de los españoles iban unidos a toda clase de desmanes contra los demás valores públicos y privados, tanto morales como materiales: La Religión, la Cultura, el Arte y el Patrimonio económico sufren el embate de la furia subversiva. Incautaciones arbitrarias de fincas, de explotaciones industriales e incluso de viviendas familiares y de modestos comercios o industrias, son fenómenos corrientes dentro de la vida marxista. Algunas organizaciones obreras-como ocurrió con la C.N.T. de Madrid, mediante su organización denominada «La Contraguerra»- se incautaron de gran parte de la propiedad urbana; pero no para condonar su renta a los inquilinos, sino para percibirla coactivamente en provecho propio. En los casos de mayor benignidad, la incautación de empresas era sustituida por Comités de Control Obrero, que mediatizaban por completo la personalidad rectora del director del negocio.”. En algunos casos, era tal la anarquía y la barbarie que, hasta funcionarios republicanos, pagaron con su vida supuestas culpas que se les enrostraban.

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