En la actualidad en España, lamentablemente, se trata de desvirtuar la verdad de lo sucedido y se intenta de cualquier forma, aun acudiendo a la mentira solapada o no, convencer a quienes no habían nacido en esa época, que la violación de los Derechos Humanos se inició a la caída de la II República Española, lo que a todas luces es ajeno a la realidad de lo acontecido.
Nos dice Pío Moa, prestigioso escritor español, en su blog del diario madrileño “Libertad Digital”, del 25 de julio del 2006, refiriéndose a este aspecto de la desvirtuación de la verdad y de la apelación a la mentira en que incurren las actuales autoridades, con el propósito de excusar ciertas conductas de los entonces gobernantes, con propósitos políticos, que “Al negarse a cumplir la ley y anularla activamente por medio de actos consumados, el gobierno del Frente Popular perdió una legitimidad ya dudosa de origen. El arrasamiento de la legalidad democrática por las izquierdas y la total descomposición del Estado quedaron de relieve cuando una fuerza mixta de policías y milicianos socialistas secuestró en su casa y asesinó a Calvo Sotelo, después de haber fallado en el intento de hacer lo mismo con Gil-Robles. Aquel crimen colmó el vaso y empujó a la rebelión a una parte del ejército, que venía preparándose para ella ante el cariz de los sucesos, pero era muy renuente a emprenderla, entre otras cosas por la gran probabilidad de ser vencidos. Probabilidad que estuvo a punto de materializarse. “
“Y, cuando la ley cae por tierra, en todos los países vienen las atrocidades y las venganzas, cometidas en España por los dos bandos. Pero el gran responsable de haber llegado a ese extremo fue el Frente Popular, al cual una propaganda grotesca pretende identificar con la democracia. Contra la "irritante mentira roja", el alzamiento derechista y la guerra no destruyeron la democracia, sino al revés: la destrucción de la democracia por aquellas radicalizadas izquierdas ocasionó la guerra. La cual no fue una pugna entre demócratas y fascistas, sino entre totalitarios de izquierda y autoritarios de derechas: la dictadura de Franco jamás llegó al absolutismo de las comunistas ensayadas en España e impuestas a la mitad de Europa después de 1945.”
“Cabe recordar, además, las numerosas atrocidades, con torturas y asesinatos, entre unos y otros partidos de izquierda. Y la represión franquista de posguerra no debe oscurecer el hecho de que los jefes del Frente Popular huyeron todos, sin la menor preocupación por el salvamento de miles de seguidores suyos comprometidos en el terror contra las derechas. Estos últimos, culpables de crímenes espeluznantes, fueron juzgados y ejecutados por el franquismo al lado de bastantes inocentes. Pero es un insulto a los inocentes equipararlos a todos bajo el título de "víctimas del franquismo". En cuanto al Valle de los Caídos, también precisan ustedes información más fidedigna. Sólo un pequeño número de los trabajadores en esa obra, alrededor de una décima parte, fueron presos. Y trabajaron en régimen de "redención de penas por el trabajo", a razón de cinco días de pena conmutados por cada uno trabajado. Nada parecido a los campos soviéticos o nazis.”
Recuerdo a los lectores que, la versión oficial, nos dice que recién cuando accedió al poder Francisco Franco comenzaron los actos inhumanos, los crímenes de guerra y los delitos aberrantes. Según esta singular versión, interpretación retorcida de la realidad, el bando de los republicanos o al menos los que defendían a la II República, eran un modelo de virtudes, mientras que sus contendientes eran unos monstruos. Acá, en la Argentina, se procedió a copiar tal proceder y se “inventó” al joven idealista…
Nos refiere, a tal fin, el prestigioso historiador español Manuel Álvarez Tardío que “«El PSOE, que era una formación marxista revolucionaria, mantuvo un compromiso “accidentalista” con la democracia. Los socialistas veían una República y una democracia burguesas y entendían que en España no se había realizado aún la revolución burguesa como paso previo a la instauración del socialismo. Justificaban su colaboración con el nuevo régimen para hacer esa revolución pendiente y luego dar el salto definitivo al socialismo». O sea, en buen romance, el Partido Socialista Obrero Español de esa época anhelaba que la gloriosa España cayera bajo las garras del comunismo, que se convirtiera en una suerte de república popular como tantas otras.
*Manuel Álvarez Tardío, autor de «Anticlericalismo y libertad de conciencia: política y religión en la Segunda República Española» (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2002) y de «El camino a la democracia en España, 1931 y 1978» (Gota a gota ediciones, 2005) ha estudiado a fondo el papel que desempeñaron los socialistas en aquella tragedia.
Nos dice Pío Moa, prestigioso escritor español, en su blog del diario madrileño “Libertad Digital”, del 25 de julio del 2006, refiriéndose a este aspecto de la desvirtuación de la verdad y de la apelación a la mentira en que incurren las actuales autoridades, con el propósito de excusar ciertas conductas de los entonces gobernantes, con propósitos políticos, que “Al negarse a cumplir la ley y anularla activamente por medio de actos consumados, el gobierno del Frente Popular perdió una legitimidad ya dudosa de origen. El arrasamiento de la legalidad democrática por las izquierdas y la total descomposición del Estado quedaron de relieve cuando una fuerza mixta de policías y milicianos socialistas secuestró en su casa y asesinó a Calvo Sotelo, después de haber fallado en el intento de hacer lo mismo con Gil-Robles. Aquel crimen colmó el vaso y empujó a la rebelión a una parte del ejército, que venía preparándose para ella ante el cariz de los sucesos, pero era muy renuente a emprenderla, entre otras cosas por la gran probabilidad de ser vencidos. Probabilidad que estuvo a punto de materializarse. “
“Y, cuando la ley cae por tierra, en todos los países vienen las atrocidades y las venganzas, cometidas en España por los dos bandos. Pero el gran responsable de haber llegado a ese extremo fue el Frente Popular, al cual una propaganda grotesca pretende identificar con la democracia. Contra la "irritante mentira roja", el alzamiento derechista y la guerra no destruyeron la democracia, sino al revés: la destrucción de la democracia por aquellas radicalizadas izquierdas ocasionó la guerra. La cual no fue una pugna entre demócratas y fascistas, sino entre totalitarios de izquierda y autoritarios de derechas: la dictadura de Franco jamás llegó al absolutismo de las comunistas ensayadas en España e impuestas a la mitad de Europa después de 1945.”
“Cabe recordar, además, las numerosas atrocidades, con torturas y asesinatos, entre unos y otros partidos de izquierda. Y la represión franquista de posguerra no debe oscurecer el hecho de que los jefes del Frente Popular huyeron todos, sin la menor preocupación por el salvamento de miles de seguidores suyos comprometidos en el terror contra las derechas. Estos últimos, culpables de crímenes espeluznantes, fueron juzgados y ejecutados por el franquismo al lado de bastantes inocentes. Pero es un insulto a los inocentes equipararlos a todos bajo el título de "víctimas del franquismo". En cuanto al Valle de los Caídos, también precisan ustedes información más fidedigna. Sólo un pequeño número de los trabajadores en esa obra, alrededor de una décima parte, fueron presos. Y trabajaron en régimen de "redención de penas por el trabajo", a razón de cinco días de pena conmutados por cada uno trabajado. Nada parecido a los campos soviéticos o nazis.”
Recuerdo a los lectores que, la versión oficial, nos dice que recién cuando accedió al poder Francisco Franco comenzaron los actos inhumanos, los crímenes de guerra y los delitos aberrantes. Según esta singular versión, interpretación retorcida de la realidad, el bando de los republicanos o al menos los que defendían a la II República, eran un modelo de virtudes, mientras que sus contendientes eran unos monstruos. Acá, en la Argentina, se procedió a copiar tal proceder y se “inventó” al joven idealista…
Nos refiere, a tal fin, el prestigioso historiador español Manuel Álvarez Tardío que “«El PSOE, que era una formación marxista revolucionaria, mantuvo un compromiso “accidentalista” con la democracia. Los socialistas veían una República y una democracia burguesas y entendían que en España no se había realizado aún la revolución burguesa como paso previo a la instauración del socialismo. Justificaban su colaboración con el nuevo régimen para hacer esa revolución pendiente y luego dar el salto definitivo al socialismo». O sea, en buen romance, el Partido Socialista Obrero Español de esa época anhelaba que la gloriosa España cayera bajo las garras del comunismo, que se convirtiera en una suerte de república popular como tantas otras.
*Manuel Álvarez Tardío, autor de «Anticlericalismo y libertad de conciencia: política y religión en la Segunda República Española» (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2002) y de «El camino a la democracia en España, 1931 y 1978» (Gota a gota ediciones, 2005) ha estudiado a fondo el papel que desempeñaron los socialistas en aquella tragedia.
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