No resulta alejado de la realidad llegar a la conclusión de que el terrorismo fue utilizado o se sirvió de él la ideología comunista, fiel a los designios de Moscú, de China o de La Habana. No está demás recordar los enunciados comunistas, o sea la metodología que debía aplicarse en los distintos países para acceder al poder: “Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente".
Durante su exilio en España el General Juan Domingo Perón alentó entusiastamente a la estructura aún incipiente de Montoneros, dándoles en tal oportunidad, el nombre de formaciones especiales. Posteriormente en 1974, desde la Casa de Gobierno repudió la presencia de esta organización y los expulsó de la Plaza de Mayo.
Fue precisamente durante su gobierno, el de Héctor Cámpora y el de María Estela Martínez de Perón, todos ellos presidentes constitucionales, cuando la actividad subversiva mostró su mayor virulencia, oportunidad en la que se produjeron las mayores bajas tanto entre los terroristas como en las fuerzas del orden.
El general de división Carlos A. Martínez, sin duda un especialista en el tema, sostiene desde su punto de vista profesional en “Síntesis del origen, desarrollo y características del ataque terrorista” que es imposible valorar adecuadamente el accionar de las fuerzas militares que defendieron a la Nación y la gravedad que revestía el accionar de los guerrilleros subversivos si no se tienen presente, los atentados, los secuestros, las torturas, las graves lesiones, los asesinatos y las secuelas de ese ataque terrorista que asoló a la República Argentina en ese período.
Nos sigue refiriendo que “En la década del setenta, se produjeron en nuestro país más de veinte mil hechos terroristas. Entre ellos más de mil quinientos asesinatos, más de cinco mil atentados con explosivos, numerosos copamientos de localidades y ataques a unidades militares y policiales y el control, durante tiempo prolongado, de un amplio sector de la provincia de Tucumán.”
“Sus operaciones más notables consistían en ataques a instalaciones militares y policiales; robo de armas de todo tipo; asaltos a bancos y otras instituciones para lograr recursos; secuestros extorsivos y secuestros prolongados con torturas y posterior asesinato; colocación de explosivos en lugares de reunión como cines y confiterías, etc., asesinatos a mansalva, individuales o colectivos, de personas de distintas condiciones sociales: obreros, policías, militares, jueces, sacerdotes, empresarios, dirigentes políticos y sindicales, funcionarios públicos, etc. Su finalidad última era paralizar, por el terror, a la sociedad como modo de neutralizar su capacidad de respuesta y facilitar su acceso al poder.”
La subversión terrorista que agredió a la República no fue un hecho aislado sino parte de la estrategia marxista internacional. Las públicas declaraciones de Khruschev y Brezhnev promoviendo y apoyando las por ellos llamadas “guerras de liberación nacional”, no dejan dudas al respecto. En nuestro país las primeras exteriorizaciones de una agresión terrorista organizada podríamos ubicarlas durante el gobierno de Frondizi, en el norte de nuestro país, pero hay quienes ubican el real inicio de tales acciones, decidida en La Habana, Cuba, en 1964 durante el gobierno del doctor Arturo Illia, cuando es abortado en Salta un movimiento guerrillero liderado por elementos adiestrados en Cuba. Es evidente que se eligió, desde afuera de nuestro país, cual lugar mas indicado para ingresar a realizar tareas subversivas en la Argentina era esa zona.
Esa agresión terrorista en Latinoamérica se perfecciona y acentuó a partir de la denominada Conferencia Tricontinental de La Habana en 1966, que dispone la creación de los denominados Ejércitos de Liberación Nacional (ELN) en cada país.
Los núcleos de los elementos argentinos de ese ELN fueron adiestrados en Cuba y posteriormente constituyeron, principalmente, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Ejército Montonero. La acción de estas bandas terroristas, verdaderos ejércitos clandestinos, fue definida por sus propias públicas expresiones.
Durante su exilio en España el General Juan Domingo Perón alentó entusiastamente a la estructura aún incipiente de Montoneros, dándoles en tal oportunidad, el nombre de formaciones especiales. Posteriormente en 1974, desde la Casa de Gobierno repudió la presencia de esta organización y los expulsó de la Plaza de Mayo.
Fue precisamente durante su gobierno, el de Héctor Cámpora y el de María Estela Martínez de Perón, todos ellos presidentes constitucionales, cuando la actividad subversiva mostró su mayor virulencia, oportunidad en la que se produjeron las mayores bajas tanto entre los terroristas como en las fuerzas del orden.
El general de división Carlos A. Martínez, sin duda un especialista en el tema, sostiene desde su punto de vista profesional en “Síntesis del origen, desarrollo y características del ataque terrorista” que es imposible valorar adecuadamente el accionar de las fuerzas militares que defendieron a la Nación y la gravedad que revestía el accionar de los guerrilleros subversivos si no se tienen presente, los atentados, los secuestros, las torturas, las graves lesiones, los asesinatos y las secuelas de ese ataque terrorista que asoló a la República Argentina en ese período.
Nos sigue refiriendo que “En la década del setenta, se produjeron en nuestro país más de veinte mil hechos terroristas. Entre ellos más de mil quinientos asesinatos, más de cinco mil atentados con explosivos, numerosos copamientos de localidades y ataques a unidades militares y policiales y el control, durante tiempo prolongado, de un amplio sector de la provincia de Tucumán.”
“Sus operaciones más notables consistían en ataques a instalaciones militares y policiales; robo de armas de todo tipo; asaltos a bancos y otras instituciones para lograr recursos; secuestros extorsivos y secuestros prolongados con torturas y posterior asesinato; colocación de explosivos en lugares de reunión como cines y confiterías, etc., asesinatos a mansalva, individuales o colectivos, de personas de distintas condiciones sociales: obreros, policías, militares, jueces, sacerdotes, empresarios, dirigentes políticos y sindicales, funcionarios públicos, etc. Su finalidad última era paralizar, por el terror, a la sociedad como modo de neutralizar su capacidad de respuesta y facilitar su acceso al poder.”
La subversión terrorista que agredió a la República no fue un hecho aislado sino parte de la estrategia marxista internacional. Las públicas declaraciones de Khruschev y Brezhnev promoviendo y apoyando las por ellos llamadas “guerras de liberación nacional”, no dejan dudas al respecto. En nuestro país las primeras exteriorizaciones de una agresión terrorista organizada podríamos ubicarlas durante el gobierno de Frondizi, en el norte de nuestro país, pero hay quienes ubican el real inicio de tales acciones, decidida en La Habana, Cuba, en 1964 durante el gobierno del doctor Arturo Illia, cuando es abortado en Salta un movimiento guerrillero liderado por elementos adiestrados en Cuba. Es evidente que se eligió, desde afuera de nuestro país, cual lugar mas indicado para ingresar a realizar tareas subversivas en la Argentina era esa zona.
Esa agresión terrorista en Latinoamérica se perfecciona y acentuó a partir de la denominada Conferencia Tricontinental de La Habana en 1966, que dispone la creación de los denominados Ejércitos de Liberación Nacional (ELN) en cada país.
Los núcleos de los elementos argentinos de ese ELN fueron adiestrados en Cuba y posteriormente constituyeron, principalmente, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Ejército Montonero. La acción de estas bandas terroristas, verdaderos ejércitos clandestinos, fue definida por sus propias públicas expresiones.
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