Los integrantes de la Resistencia, persiguieron con singular crueldad y saña, en algunos departamentos de la Francia Liberada, a colaboracionistas, o al menos a los tildados de colaboracionismo con el régimen nazi. Y, como se refiere anteriormente, fueron fusiladas entre 10.000 a 20.000 personas, las cifras difieren, personas indefensas, desarmadas y prisioneras de los maquis; a las que no se les dio oportunidad de defenderse. Lo que podríamos calificar de crimen de guerra, sin temor a equivocarnos.
Al parecer las autoridades francesas o, en su caso y supletoriamente, la Justicia de algún país de los denominados “civilizados”, a estas víctimas no las consideraron como tales, incurriendo en el olvido de esta bárbara y sanguinaria agresión a la civilización, y a las normas internacionales, lo que no impidió que, pasados varios años, pasando por alto e ignorando este inhumano y aberrante episodio, los mismos franceses se ocupen de denunciar cuanta violación a los Derechos Humanos pueda existir en el mundo, llegando al colmo de la hipocresía de hasta permitir que sus Tribunales las puedan juzgar.
Tal actitud nos permite apreciar que, irónicamente, Francia no juzga a los suyos, cuando las atrocidades fueron cometidas en ocasión de la Liberación.
Cuando se comienzan a designar a las autoridades provisionales, finaliza el aquelarre de la “faida” y la venganza privada y recién entonces comienzan los juicios, pero irónicamente Francia se arroga la función de una suerte de Gendarme Judicial, cuando los episodios ocurren en el extranjero.
Francia no procedió con los asesinos de los colaboracionistas, como pretende que se proceda con quienes están acusados de similares actos, que se habrían concretado no en Francia sino en la Argentina. Destaquemos que, finalizada la contienda, fueron sometidos a proceso alrededor de 200.000 personas, condenadas muchas de ellas a penas insignificantes. Fueron ejecutados, legalmente, alrededor de 2.000 colaboracionistas condenados a la pena capital, pero por traición a la Patria, sin que en momento alguno se les haya imputado a algunas de las partes el delito de violación a los Derechos Humanos o delitos de Lesa Humanidad, como ocurrió en Nuremberg.
Pero tal actitud de Francia, no nos permite olvidar que una cantidad muy superior fue ejecutada, sin juicio previo de ninguna naturaleza, sin darle oportunidad de ejercer su defensa, es decir fueron víctimas de delitos de lesa humanidad.
En lo que respecta al Régimen de Vichy y la escasa o nula investigación, respecto a los delitos cometidos por sus integrantes, con el correr de los años paulatinamente, se fueron aclarando, aun más si se puede, los actos aberrantes y horrorosos que se practicaron en perjuicio de seres humanos, que se encontraban en estado de indefensión, privados de su libertad, en los campos de concentración de Francia. Pero a la par de ello encontramos el vallado de oportunos perdones legales, los que impidieron que se procediera a la apertura de los juicios correspondientes, contra los responsables del Gobierno colaboracionista de Vichy. Y si no se procedió como en Nuremberg y en otros países, no fue precisamente por falta de pruebas legales puesto que se adquirieron abundantes pruebas testimoniales y documentales de tales actos inhumanos.
Narra Souza Dantas, entonces embajador del Brasil en Francia, durante 1940, testigo de tales actos que, “Los judíos extranjeros, especialmente los provenientes de los países sometidos al régimen nazi, que están en la Francia no ocupada, están siendo entregados a los alemanes. Muchos son enviados, encerrados en camiones sellados con plomo, más adecuados para el transporte de animales. Los hombres y las mujeres toman distintos caminos. A todos se los mantiene alejados de sus hijos, que quedan sumidos en la aflicción. Muchas de estas personas se suicidan y muchas escenas de profundo dolor tienen lugar cuando estas familias son destruidas. (.) Este gobierno alega que estas son las órdenes alemanas, y que ellos están preocupados por las personas franco-judías. El gobierno quiere evitar que éstos también sean deportados, por lo tanto va a cumplir con lo que le pidan los alemanes".
Y Souza Dantas continúa: "Estos actos que violan los tradicionales derechos de protección y los más elementales principios de humanidad, deshonran a Francia.". Las deportaciones desde Francia a los campos de la muerte sitos en Alemania o en otro país ocupado por los nazis comenzaron, en gran escala, el 30 de marzo de 1942. El primer transporte masivo de judíos de Francia llegó a Auschwitz. Hay alrededor de 1.000 personas en este transporte. Casi todos los judíos en este transporte son admitidos a su llegada. Transportes de Francia continuaran a llegar regularmente hasta agosto de 1944. La mayoría de los 75.000 judíos deportados de Francia morirán en las cámaras de gas de Birkenau.
La cuestión judía, del mismo modo que la participación del gobierno francés establecido de 1940 a 1944, con la política hitleriana fueron muy poco mencionados, y en 1951 y 1953 dos leyes de amnistía en favor de los colaboracionistas sancionadas por la Corte de Justicia y la Cámaras Cívicas en la Liberación fueron votadas.” *
*Web de la The International Raoul Wallenberg Foundation”.
Lo que nos demuestra una vez más que tal instituto, la amnistía, se aplicó a los delitos de lesa humanidad, cometidos por el Estado Francés, representado por el Gobierno Provisional de Vichy, contrariando el olvido oficial expresas disposiciones de la Organización de las Naciones Unidas. En la década del 50 regían las normas internacionales que prohibían amnistiar los delitos de lesa humanidad.
Al parecer las autoridades francesas o, en su caso y supletoriamente, la Justicia de algún país de los denominados “civilizados”, a estas víctimas no las consideraron como tales, incurriendo en el olvido de esta bárbara y sanguinaria agresión a la civilización, y a las normas internacionales, lo que no impidió que, pasados varios años, pasando por alto e ignorando este inhumano y aberrante episodio, los mismos franceses se ocupen de denunciar cuanta violación a los Derechos Humanos pueda existir en el mundo, llegando al colmo de la hipocresía de hasta permitir que sus Tribunales las puedan juzgar.
Tal actitud nos permite apreciar que, irónicamente, Francia no juzga a los suyos, cuando las atrocidades fueron cometidas en ocasión de la Liberación.
Cuando se comienzan a designar a las autoridades provisionales, finaliza el aquelarre de la “faida” y la venganza privada y recién entonces comienzan los juicios, pero irónicamente Francia se arroga la función de una suerte de Gendarme Judicial, cuando los episodios ocurren en el extranjero.
Francia no procedió con los asesinos de los colaboracionistas, como pretende que se proceda con quienes están acusados de similares actos, que se habrían concretado no en Francia sino en la Argentina. Destaquemos que, finalizada la contienda, fueron sometidos a proceso alrededor de 200.000 personas, condenadas muchas de ellas a penas insignificantes. Fueron ejecutados, legalmente, alrededor de 2.000 colaboracionistas condenados a la pena capital, pero por traición a la Patria, sin que en momento alguno se les haya imputado a algunas de las partes el delito de violación a los Derechos Humanos o delitos de Lesa Humanidad, como ocurrió en Nuremberg.
Pero tal actitud de Francia, no nos permite olvidar que una cantidad muy superior fue ejecutada, sin juicio previo de ninguna naturaleza, sin darle oportunidad de ejercer su defensa, es decir fueron víctimas de delitos de lesa humanidad.
En lo que respecta al Régimen de Vichy y la escasa o nula investigación, respecto a los delitos cometidos por sus integrantes, con el correr de los años paulatinamente, se fueron aclarando, aun más si se puede, los actos aberrantes y horrorosos que se practicaron en perjuicio de seres humanos, que se encontraban en estado de indefensión, privados de su libertad, en los campos de concentración de Francia. Pero a la par de ello encontramos el vallado de oportunos perdones legales, los que impidieron que se procediera a la apertura de los juicios correspondientes, contra los responsables del Gobierno colaboracionista de Vichy. Y si no se procedió como en Nuremberg y en otros países, no fue precisamente por falta de pruebas legales puesto que se adquirieron abundantes pruebas testimoniales y documentales de tales actos inhumanos.
Narra Souza Dantas, entonces embajador del Brasil en Francia, durante 1940, testigo de tales actos que, “Los judíos extranjeros, especialmente los provenientes de los países sometidos al régimen nazi, que están en la Francia no ocupada, están siendo entregados a los alemanes. Muchos son enviados, encerrados en camiones sellados con plomo, más adecuados para el transporte de animales. Los hombres y las mujeres toman distintos caminos. A todos se los mantiene alejados de sus hijos, que quedan sumidos en la aflicción. Muchas de estas personas se suicidan y muchas escenas de profundo dolor tienen lugar cuando estas familias son destruidas. (.) Este gobierno alega que estas son las órdenes alemanas, y que ellos están preocupados por las personas franco-judías. El gobierno quiere evitar que éstos también sean deportados, por lo tanto va a cumplir con lo que le pidan los alemanes".
Y Souza Dantas continúa: "Estos actos que violan los tradicionales derechos de protección y los más elementales principios de humanidad, deshonran a Francia.". Las deportaciones desde Francia a los campos de la muerte sitos en Alemania o en otro país ocupado por los nazis comenzaron, en gran escala, el 30 de marzo de 1942. El primer transporte masivo de judíos de Francia llegó a Auschwitz. Hay alrededor de 1.000 personas en este transporte. Casi todos los judíos en este transporte son admitidos a su llegada. Transportes de Francia continuaran a llegar regularmente hasta agosto de 1944. La mayoría de los 75.000 judíos deportados de Francia morirán en las cámaras de gas de Birkenau.
La cuestión judía, del mismo modo que la participación del gobierno francés establecido de 1940 a 1944, con la política hitleriana fueron muy poco mencionados, y en 1951 y 1953 dos leyes de amnistía en favor de los colaboracionistas sancionadas por la Corte de Justicia y la Cámaras Cívicas en la Liberación fueron votadas.” *
*Web de la The International Raoul Wallenberg Foundation”.
Lo que nos demuestra una vez más que tal instituto, la amnistía, se aplicó a los delitos de lesa humanidad, cometidos por el Estado Francés, representado por el Gobierno Provisional de Vichy, contrariando el olvido oficial expresas disposiciones de la Organización de las Naciones Unidas. En la década del 50 regían las normas internacionales que prohibían amnistiar los delitos de lesa humanidad.