sábado, noviembre 11, 2006

Capítulo 21 Violación a Las Convenciones de Ginebra, Delitos de Lesa Humanidad, Crímenes de Guerra y Genocidio

Tal actitud tuvo las repercusiones lógicas ya que en los inmensos campos donde habían sido amontonados millares de soldados, mujeres, niños y ancianos croatas se extendió el terror. Los terroristas no eran, por esta vez, los sicarios de la policía militar soviética, sino los de Su Majestad Británica. Las escenas que se produjeron fueron espantosas. Hombres que se abrían las venas; madres que ahogaban a sus hijos o los arrojaban al río Drava; escenas increíbles de soldados croatas atacando desarmados a los tanques británicos, que abrieron fuego causando la muerte de millares de inocentes que se oponían a ser enviados a los campos de tortura de Tito. Este macabro espectáculo duró días enteros. Croatas abatidos como perros rabiosos por las balas británicas cuando intentaban huir, mientras muchos otros se suicidaban para escapar a su suerte. Escenas semejantes se registraron en los demás campos de concentración donde se encontraban los croatas, en Manheim, Dachau, Deggendorff, Platting, etc. A los croatas que no se suicidaron les esperaba una suerte horrible al llegar a Yugoeslavia.
La flor y nata de ellos fueron inmediatamente ejecutados, mientras que los demás, sin distinción de sexo ni edad, fueron destinados a los trabajos forzados de por vida. Según el escritor francés Fabrice Laroche, el número de croatas asesinados por los sicarios de Tito en Mayo y Junio de 1945 llegó a los 280.000. Estaban amparados por las Convenciones de Ginebra y La Haya y, por consiguiente, tenían derecho a un trato correcto. No obstante, en el curso de los tres primeros meses que siguieron al final de la guerra fueron liquidados sin ninguna acusación y sin ningún proceso, ya por medio de matanzas sistemáticas en los alrededores de Bleiburg ya en el curso de la "marcha de la muerte", de Maribor a Ursac, como habitualmente procedían los comunistas con sus prisioneros.
Los historiadores de tal episodio, refieren que “En esa época estaban en la zona austriaca las tropas británicas, que contra los reglamentos de la Convención de Ginebra recibió las armas y luego, ante la insistencia de un emisario rojo, entregaron a todos los soldados y muchos civiles, mujeres y niños, que se retiraban junto con su ejército, al enemigo "yugoslavo", cuando todos sabían lo que hacen los comunistas con sus enemigos. Y ocurrió lo peor.”
“Enseguida se escucharon centenares de metralletas matando sin ningún juicio previo, a mansalva, a la mayoría de los soldados y los que aún sobrevivieron fueron llevados en las famosas "columnas de la muerte", donde los mataban al menor movimiento en falso. Los comunistas expresaban así su odio al ejército al que nunca pudieron vencer en la guerra, ya que los croatas sabían que defendían la libertad y la soberanía de su pueblo, mientras en el ejército comunista nadie sabía por qué luchaba.* www.studiacroatica.com
Un refrán, muy en boga entre nosotros, dice que Dios no quiere cosas sucias. Refiere la web http://www.geocities.com/extremesgrima/croacia/studia02/studia2.html” “que el diario Jutarnji List (Hoja de la mañana) de Zagreb, del 19 de mayo del corriente ańo, reseñó que las autoridades del Juzgado del Distrito de Maribor, Eslovenia, descubrieron en el bosque cercano al pueblo Tezno una enorme fosa común de tres kilómetros llena de cadáveres humanos. Tal fosa fue excavada durante la Segunda Guerra Mundial”.Lo que ocurrió exactamente, el día 17 de diciembre de 1944, cuando la ofensiva alemana de las Ardenas, entre los componentes del Grupo Peiper de la I División S.S. Panzer, en un cruce de carreteras cerca de Malmedy (población situada en la parte de Bélgica próxima a la frontera alemana), al encontrarse con destacamentos norteamericanos, no ha podido saberse. Al parecer, la actitud sorprendida y poco clara de estos últimos motivó que los alemanes hicieran fuego y dieran muerte a un número que no se determinó de enemigos. Los alemanes hicieron en esta operación prisioneros que luego abandonaron. La acusación se hizo por haber asesinado a prisioneros de guerra e incluso por haberse dado una orden superior en este sentido. Terminada la guerra los miembros de la I División S. S. Panzer fueron buscados por todos los campos de prisioneros de Alemania y Austria, localizándose a unos 1.100 componentes de la misma.