Desde el escenario bélico del Lejano Oriente podemos irnos al Centro o al Este de Europa, escenario de una singular conflagración, por cuanto millones de soldados se enfrentaban en ese territorio. Al final de la guerra, un millón doscientos mil combatientes rusos y casi un millón de civiles igualmente rusos, musulmanes procedentes del Asia Central sometida a la URSS y ucranianos, se entregaron a los angloamericanos. Unos doscientos mil croatas, por su parte, se dirigieron a Austria y se entregaron a los ingleses. También se entregaron a los ingleses los soldados cosacos que, a los órdenes de von Pannwitz, lucharon contra los soviéticos hasta el final de la guerra. Naturalmente, prefirieron entregarse a los británicos, cuyo General en Jefe, Montgomery, les prometió que serían tratados como combatientes regulares, y de acuerdo con las leyes de la guerra.
La realidad, empero, fue muy otra. Por encima de las promesas de Montgomery y de los mandos políticos y militares occidentales, estaba el Plan Morgenthau, por el que, entre otras cosas, se había decidido entregar a los soviéticos el mayor número posible de anticomunistas. Así se concibió la Operación Keelhaul. De acuerdo con su programa, los mandos militares Aliados debían aceptar la rendición de todas las unidades específicamente anticomunistas, aún cuando debieran prometer que los que se rindieran serían tratados como prisioneros de guerra y respetados como tales, y nunca serian entregados a los soviéticos. Debe tenerse muy presente que en el frente del Este lucharon, única y exclusivamente contra el Comunismo, soldados procedentes de todos los países del área racial blanca, voluntarios alistados en la SS, ya ex prisioneros occidentales, ya procedentes de países neutrales. Así hubo una legión de San Jorge, formada con ingleses y norteamericanos; una Brigada Carlomagno, de franceses; una división flamenca y otra valona; y unidades croatas, eslovenas, estonianas, letonas, polacas, noruegas, danesas, holandesas; incluso españolas y portuguesas. Hubo, como hemos dicho, representantes de todos los pueblos de Rusia: ucranianos y georgianos; bielorrusos, cosacos, tártaros de Crimea y azerbayanos; hubo un batallón armenio y rara avis musulmanes blancos de la India.
Hasta el verano de 1947, todos los desertores del Ejército Rojo eran entregados por los occidentales a los soviéticos, a sabiendas de que a los pocos días iban a ser fusilados por éstos.
El caso de otros europeos entregados por los occidentales a los comunistas para ser ejecutados no es, numéricamente, tan importante como el de los rusos, pero, tal vez, es aún más inhumano. Tal es el caso de los croatas, el que sobre todo, es dantesco. Acá intervinieron los ingleses, quienes al parecer no les interesó el respeto de los Derechos Humanos y no les importó que sus prisioneros fueran a parar a las manos del sanguinario dictador yugoslavo mariscal Tito. Los británicos omitieron toda consideración hacia sus prisioneros y no les interesó cooperar para que todos sus prisioneros tomados en esa zona, fueran a parar a poder de los comunistas, aun sabiendo que los mandaban a una muerte segura. Pasando por alto toda norma humanitaria, entregaron a 37 generales, 167 oficiales, cerca de 5.000 suboficiales y unos 200.000 soldados croatas, acompañados de una masa de civiles igualmente croatas que huían del “Paraíso” de la Yugoeslavia de Tito, se habían concentrado en el Valle del Drava, en Carintia y Tirol Meridional, poniéndose bajo la protección de los ingleses. El Alto Mando Británico les dijo que podrían elegir entre regresar a su país, emigrar a otros países que quisieran admitirlos, o permanecer en Alemania o Austria, como refugiados. Pero, de acuerdo con el programa del Plan Keelhaul se decidió la entrega en masa de los croatas y sus familias el 23 de Mayo de 1945. A los jerarcas británicos les importó mas cumplir convenios con sus aliados que salvar la vida de sus prisioneros.
La realidad, empero, fue muy otra. Por encima de las promesas de Montgomery y de los mandos políticos y militares occidentales, estaba el Plan Morgenthau, por el que, entre otras cosas, se había decidido entregar a los soviéticos el mayor número posible de anticomunistas. Así se concibió la Operación Keelhaul. De acuerdo con su programa, los mandos militares Aliados debían aceptar la rendición de todas las unidades específicamente anticomunistas, aún cuando debieran prometer que los que se rindieran serían tratados como prisioneros de guerra y respetados como tales, y nunca serian entregados a los soviéticos. Debe tenerse muy presente que en el frente del Este lucharon, única y exclusivamente contra el Comunismo, soldados procedentes de todos los países del área racial blanca, voluntarios alistados en la SS, ya ex prisioneros occidentales, ya procedentes de países neutrales. Así hubo una legión de San Jorge, formada con ingleses y norteamericanos; una Brigada Carlomagno, de franceses; una división flamenca y otra valona; y unidades croatas, eslovenas, estonianas, letonas, polacas, noruegas, danesas, holandesas; incluso españolas y portuguesas. Hubo, como hemos dicho, representantes de todos los pueblos de Rusia: ucranianos y georgianos; bielorrusos, cosacos, tártaros de Crimea y azerbayanos; hubo un batallón armenio y rara avis musulmanes blancos de la India.
Hasta el verano de 1947, todos los desertores del Ejército Rojo eran entregados por los occidentales a los soviéticos, a sabiendas de que a los pocos días iban a ser fusilados por éstos.
El caso de otros europeos entregados por los occidentales a los comunistas para ser ejecutados no es, numéricamente, tan importante como el de los rusos, pero, tal vez, es aún más inhumano. Tal es el caso de los croatas, el que sobre todo, es dantesco. Acá intervinieron los ingleses, quienes al parecer no les interesó el respeto de los Derechos Humanos y no les importó que sus prisioneros fueran a parar a las manos del sanguinario dictador yugoslavo mariscal Tito. Los británicos omitieron toda consideración hacia sus prisioneros y no les interesó cooperar para que todos sus prisioneros tomados en esa zona, fueran a parar a poder de los comunistas, aun sabiendo que los mandaban a una muerte segura. Pasando por alto toda norma humanitaria, entregaron a 37 generales, 167 oficiales, cerca de 5.000 suboficiales y unos 200.000 soldados croatas, acompañados de una masa de civiles igualmente croatas que huían del “Paraíso” de la Yugoeslavia de Tito, se habían concentrado en el Valle del Drava, en Carintia y Tirol Meridional, poniéndose bajo la protección de los ingleses. El Alto Mando Británico les dijo que podrían elegir entre regresar a su país, emigrar a otros países que quisieran admitirlos, o permanecer en Alemania o Austria, como refugiados. Pero, de acuerdo con el programa del Plan Keelhaul se decidió la entrega en masa de los croatas y sus familias el 23 de Mayo de 1945. A los jerarcas británicos les importó mas cumplir convenios con sus aliados que salvar la vida de sus prisioneros.